Yo me quedo en casa.
Artistas que encontraron su inspiración en los espacios domésticos.
La reclusión por el coronavirus nos ha hecho fijarnos en nuestras viviendas de forma más detenida. Esta especial mirada, sin embargo, no resulta nueva en la historia del arte, donde numerosos creadores han convertido el entorno doméstico en un excelente tema para sus obras. Los pintores barrocos holandeses son uno de los mayores exponentes del género y Johannes Vermeer, su figura más emblemática. Las escenas que retrata, protagonizadas fundamentalmente por mujeres en la intimidad del hogar absortas en la realización de alguna tarea (4), destilan quietud y armonía, y son un ejemplo magistral de manejo de la luz y de la composición espacial.
Viejas chozas, residencias burguesas, modernas villas... VanGogh pintó numerosas casas a lo largo de su vida artística. Una de ellas fue su residencia en Arlés, La casa amarilla, cuyo sencillo dormitorio inmortalizó en un famoso cuadro (2) –del que llegó a realizar tres versiones casi idénticas– que llama la atención por el uso del color y la perspectiva. Cien años más tarde, Roy Lichtenstein, que en los 90 recreó numerosos interiores inspirándose en la publicidad, haría su particular versión pop de El dormitorio en Arlés, en la que, por ejemplo, sustituye el mobiliario antiguo por piezas de diseño contemporáneo. Compañero de movimiento de Lichtenstein, Richard Hamilton sentó en 1956 las bases del arte pop británico con ¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?, uno de sus muchos collages (este de la imagen 1 es de 1964) sustentados en elementos de la cultura de masas.
Los recintos cerrados definen poderosamente la pintura realista del norteamericano Edward Hopper (3). Sus obras son certeros retratos psicológicos de unos solitarios personajes en estancias que parecen atenazarlos. Un ambiente opresivo que se respira asimismo en las célebres Celdas de Louise Bourgeois, que albergan objetos simbólicos y cotidianos que parecen escarbar en la memoria de la artista.
La fotografía ha encontrado igualmente en los espacios domésticos un campo de experimentación infinito. Como las poéticas imágenes de habitaciones vacías del estadounidense Todd Hido (5), en las que las paredes parecen hablar de antiguas historias o de los habitantes que ya no están.