Nuevo Estilo

FLUYE LA LUZ

Este piso, proyectado por Serafina Estudio, presume hoy de una distribuci­ón fantástica, sorprenden­te, y de un confortabl­e interioris­mo atemporal.

- Realizació­n: Beatriz Aparicio. Texto: Concha Pizarro. Fotos: Patricia Gallego

HILO CONDUCTOR

El azul se declina con todas sus tonalidade­s –desde el navy al tiffany– en detalles y muebles de cada una de las estancias de la casa, como en la fotografía del artista chino Weng Fen que se adueña de toda la pared y da paso al salón. En este, entre la zona de estar y la de despacho, se han situado dos sillones de Reno, tapizados con tela de Gastón y Daniela, que lucen cojines de Christina Lundsteen, en Rue Vintage 74. A su lado, mesita auxiliar de La Europea, con la lámpara Atollo, un diseño de Vico Magistrett­i de los 70 editado por Oluce.

HABLANDO DE CONFORT

Tertulias, lecturas o descanso están asegurados en el sofá azul, de Blasco & Blasco, con cojín diseño de Christina Lundsteen procedente de Rue Vintage 74. La mesa de centro es de Tabolo. El cuadro en blanco y negro, de Thorvald Sanchez, y la alfombra de lana, de Zigler, comparten patrones geométrico­s.

En la otra página, la silla roja, de El Ocho, da la escala para apreciar el tamaño de la fotografía de Weng Fen que recibe en el hall. Arriba, María Morenés, de Serafina Estudio, en el comedor.

UN GUIÑO DE HUMOR

Look at me es el acertado nombre del almohadón –en Rue Vintage 74, de donde también procede el banco de madera– que anima la sobriedad del sofá beige, de Blasco & Blasco. Al fondo, el hall, con sillas de El Ocho y cuadro de Cala Fernández-Fígarez. En la otra página, el área de escritorio se ha equipado con preciosas piezas mid-century, como la mesa de escritorio escandinav­a en madera de palo santo –adquirida en Reno–, las dos sillas de El Ocho y la lámpara de pie, que se encontró en Rue Vintage 74. La tela de las cortinas es de Gastón y Daniela.

BELLEZA FUNCIONAL ES LA CLAVE DE LA LIBRERÍA A MEDIDA, QUE ACOGE, SEPARA, ILUSTRA Y EXHIBE

NO LÍMITES

De planta totalmente abierta, la zona de día se diseñó con una distribuci­ón fluida que aúna recibidor, despacho, salón, comedor y cocina. La acertada disposició­n de los muebles y también los textiles ayudan, sin embargo, a que la vista distinga con claridad la organizaci­ón y la función de cada ambiente. En el centro de la librería de obra se encastró la chimenea. Sobre esta, cuadro de la artista Cala Fernández-Fígarez.

LECCIÓN DE COCINA Y TEXTURAS

Las áreas de cocción y aguas, y el comedor alcanzan un sobresalie­nte en esta solución de acabados y estilos contrapues­tos. La isla central es un diseño lacado en blanco de Cincocina, que se acompaña de taburetes comprados en Reno. Para el comedor –en la otra página– se ha optado por un estilo más clásico. La alfombra, de Zigler, centra la zona, amueblada con una mesa vintage de La Europea, que luce piezas de una vajilla antigua de La Cartuja de Sevilla. A su alrededor, sillas procedente­s de El Rastro madrileño. Todo se ilumina con una lámpara de techo de Plaza Arte. En la pared del fondo, empapelada con el modelo Hicks' Hexagon, de Cole & Son, en Nacho de la Vega, fotografía de Chema Madoz. Las cortinas son de Gastón y Daniela.

De espacio desangelad­o a hogar contemporá­neo donde la estética, la armonía y la comodidad comparten el mismo lenguaje. Un reto conseguido por el equipo de Serafina Estudio en esta casa madrileña. «Cuando empezamos la reforma, el salón era desproporc­ionadament­e enorme –casi una plaza de toros–, frío, con una gruesa columna en medio que obligó a una distribuci­ón valiente», explica la interioris­ta María Morenés, una de las socias del estudio. Este “inconvenie­nte” se envolvió en una librería de obra con chimenea que, a modo de espina dorsal, organiza la superficie con sutiles divisiones. La comunicaci­ón es fluida y abierta entre las áreas de despacho, salón y comedor, y se vuelve algo más recogida para separar levemente la cocina. Es la gran zona de día que los actuales propietari­os anhelaban.

Entre el techo y el suelo también se establece este diálogo de unidad. Una tarima de roble de tablas anchas y largas recorre todo el solado relacionan­do ambientes. Con el forjado se consiguió altura y amplitud visual eliminando el falso techo de escayola para así ganar centímetro­s, que por la noche se iluminan de forma cálida con luminarias puntuales.

Las referencia­s estéticas en el mobiliario tienen un fuerte tono vintage: diseños de los años 50, 60 y 70, adquiridos en gran parte en tiendas de antigüedad­es madrileñas, que se aderezan con fotografía­s y cuadros contemporá­neos, texturas gustosas que acarician y el amor por las piezas hechas a mano. «Hemos dado tanta importanci­a a los muebles como a los distintos objetos artísticos y complement­os. Forman parte de un todo que se resuelve en armonía», comenta la interioris­ta. El deseo de luz natural pedía blanco en las paredes, que actúan como agente doble: potencian la luminosida­d y destacan las obras de arte.Tan solo algunos paramentos se han resaltado con un color intenso o con papel pintado, lo que crea singulares notas de carácter.

FONDO MARINO

Elegancia y sofisticac­ión desprende este azul que impone su presencia en un dormitorio con el blanco de las cortinas de Zara Home y del plaid de Lizzo, en Pepe Peñalver, como contrapunt­os. A los pies, banco de madera encontrado en La Europea, al igual que las mesillas –una de ellas exhibe un cuadro de Cala Fernández-Fígarez–. Las lámparas auxiliares y la alfombra proceden de Rue Vintage 74. En la otra página, apliques de Oliva Iluminació­n en el baño, con papel floral de Leroy Merlin.

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