DULCE CARÁCTER
CON LA MENTE PUESTA EN LAS EVOCADORAS CASAS DE CAMPO INGLESAS, LA INTERIORISTA MARÍA SANTOS RECREA EN UN PISO DE MADRID EL AMOR POR UN LUJO NATURAL QUE MIMA Y CONFORTA.
La interiorista María Santos se ha inspirado en la esencia de los cottages ingleses para crear un piso madrileño donde el lujo natural manda.
Sí, es posible recrear el sabor de un cottage muy lejos de la campiña inglesa. El estudio de interiorismo de María Santos tiene la fórmula y la aplicó en clave siglo XXI en esta vivienda de una urbanización madrileña. El punto de partida más sencillo, pero evidente, fue el entorno ajardinado que la rodea: «La sensación que nos transmitió la casa era la de estar en una pradera rodeada de grandes árboles. De ahí que apostáramos por la búsqueda de esa conexión cálida a través de la tarima del suelo de lamas estrechas –de Surco–, la librería de madera del comedor, la puerta recuperada que da acceso a los dormitorios y los muebles clásicos decapados», explica la decoradora. Su equipo firma muchas de las piezas, ideadas ex profeso para zonas concretas o bien procedentes de Bingutti, el showroom del estudio de María Santos. La impresión acogedora sube de nivel con los textiles de ricas texturas en piel, algodón y lino, y otros más modestos, aunque con auténtico encanto, como la tela de saco.
La ubicación urbana de la vivienda requería también dosis de sofisticada contemporaneidad. El equilibrio se encontró con las superficies lacadas de la pared del salón o la mesa de centro, los mármoles en el baño, el uso del latón o atrevidos papeles pintados que singularizan espacios rompiendo el predominio del blanco, color fetiche de la diseñadora.
El principal objetivo en la reforma no fue un cambio radical o redistribución de las estancias, que ya funcionaban en su anterior vida –aunque sí se incorporó el pasillo al salón, y la cocina se abrió con una cristalera para que la luz natural llegara hasta la entrada–, sino un upgrade interior en el que los materiales y detalles hablan de elegancia natural y un lujo en calma. Pequeños pero importantes gestos estéticos, como el suelo de la entrada, en el que se dibujó un rombo con madera y latón, así como la pared con molduras del salón, que camufla la puerta del aseo, dan cuenta del cuidado que se ha puesto en cada elemento y que ayuda a ensalzar la sutileza de la decoración.