PURA DE ESPÍRITU
TAN SENCILLA COMO BELLA. TODO EN ESTA VIVIENDA MADRILEÑA ES UN CAMINO HACIA LA QUIETUD. LA INTERIORISTA HELENA MARTÍN HA TRAZADO MAGISTRALMENTE UNA ATMÓSFERA EVOCADORA Y CONFORTABLE.
EL BLANCO MANDA
Para un resultado final ligero, el interior prescinde del color y se basa en la diversidad de texturas. Sobre una alfombra de Zigler, sofá tapizado en lino en Studio Bañón, con cojines de Maison Sarah Lavoine –el mostaza– y Lindell & Co –el estampado–, ambos en Rue Vintage 74. De esta tienda también procede el velador –una pieza francesa de los años 40–, la lámpara de sobremesa y la mesa de centro, de mármol. Las banquetas de madera son de Mestizo. Paneles acanalados de Orac Decor revisten algunas paredes y camuflan puertas que comunican con la zona de noche.
Arriba y abajo:una expresión que bien resume el planteamiento de este dúplex de los años 90 situado en un municipio residencial de Madrid. En la parte alta vive un matrimonio que, cuando sus hijos se independizaron, convirtió esa planta en un apartamento de ¡por fin, solos!, dotado de dormitorio en suite, estar-cocina-comedor diáfano, y estupenda terraza con vistas.Tiempo después decidieron modificar el piso inferior, que estaba desocupado y sin reformar, para acoger a sus hijos y nietos en las visitas que realizan a la capital.
«La vivienda tenía que ser lo suficientemente neutra como para funcionar bien con la obra previa realizada arriba, a la vez que tener gancho y una factura propia», nos comenta Helena Martín, encargada del proyecto de rehabilitación. Se optó por el blanco para vestir un espacio sencillo, aunque con personalidad, que se realza con la abundante luz natural que recibe.Al añadir madera lavada de roble y toques en negro y latón –«nuestra combinación preferida», explica la interiorista–, la atmósfera se vuelve estimulante. Sobre esa base limpia se fueron agregando texturas que aportan dinamismo y calidez –hablamos de lino, panelados, lana–, pero con interesantes puntos de ruptura como el pilar de hormigón visto del salón-comedor.
ACENTO EN BRUTO
Arriba, la interiorista Helena Martín, entre un aplique de pared realizado por Nanómetro Estudio en latón y cristal y el cuadro Afrodita, de Alice Orf, procedente de Rue Vintage 74. Sobre estas líneas, una vista del salón que plantea un contrapunto estético: la mullida butaca en lana bouclé, de Mestizo, frente a la rotundidad del cemento visto en el pilar que distribuye los espacios. Al fondo, dos globos de luz en vidrio ahumado de House Doctor.
AMBIENTES EN CALMA
Delimitado por una alfombra de BSB, el comedor reúne una mesa vintage y sillas de hierro y ratán, de Rue Vintage 74. Al fondo, una consola de Calma Chechu con un puf de Sancal a sus pies. De esta ultima firma es también la mesa auxiliar que se vislumbra tras las puertas de cristal del despacho, flanqueadas por dos apliques en latón y cristal de Nanómetro Estudio. Para tamizar la luz, cortinas a medida en lino y algodón, realizadas en La Dolce Vista.
Formas amables y rayos de luz consiguen un escenario ensoñador
TRAZOS DE ESCULTURA
Cierto aire monástico recorre la escalera que une los dos pisos y que abandona su carácter simplemente utilitario para convertirse en una pieza de arte que llena el espacio. A su lado, butaca de lino con estampado de rayas de Rue Vintage 74. De aquí son también las orzas italianas del s.XIX que están sobre la mesa –en la otra página– y la lámpara de pie al fondo del salón. En primer término, la puerta corredera de madera y cristal que conecta este espacio con el despacho.