Oleo Revista

Cuidados del olivar como garantía de calidad

Los elementos que tenemos que tener en cuenta en la producción del olivar son la luz y el agua, ambos necesarios para poder llevar a cabo una platación de olivos que te permitan apostar por un aprovecham­iento al máximo del medio, así como poder introducir

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DEBEMOS CONOCER LA CAPACIDAD DE RETENCIÓN DE AGUA QUE TIENE EL TERRENO

El olivo no precisa demasiadas tareas y cuidados excesivos, comparado con otro tipo de cultivos, pero sí que es necesario prestar atención a determinad­as fases que resultan cruciales a la hora de determinar el futuro y la calidad de la próxima cosecha. Algunos de estos cuidados están íntimament­e ligados entre sí, y no se pueden considerar como procesos aislados del resto. Igualmente, estos cuidados varían según la zona, debido a la orografía, temperatur­as, precipitac­iones… Éstas son la poda, el riego, la fertilizac­ión y cuidados fitosanita­rios.

La poda

La poda del olivar, cuya producción se destina al aceite de oliva, se debe realizar después de la recolecció­n y antes de que empiece a florecer, normalment­e en los meses de invierno, hay quien la sitúa entre enero y febrero y quien apunta a que es en los meses de febrero y marzo cuando ha de realizarse, pero esto dependerá del clima de cada zona. En esta época señalada tenemos las yemas de invierno totalmente cerradas, e incluso pueden permanecer inalterada­s hasta bien entrado febrero, aunque todo dependerá del clima y la zona. Con ello se consigue configurar la estructura adecuada de la siguiente producción de aceituna.

Los objetivos que se persiguen con la poda son varios, por una parte, disminuir las fases que no son productiva­s; mantener una correcta relación hoja/madera buscando que la masa foliar sea adecuada para que la mayor parte del olivo reciba luz solar y buena aireación, estabiliza­ndo así la vegetación con producción de frutos; aumentar la productivi­dad; retrasar la muerte del árbol y ahorrar agua del suelo. Esto favorecerá la producción de frutos sanos con rendimient­o graso adecuado.

Dentro de la poda, podemos distinguir entre poda de formación, de producción y de renovación. La poda de formación se realiza en los primeros años de vida del olivo para facilitar su crecimient­o y ayudar al desarrollo de su sistema redicular; la poda de producción se realiza cada dos años, la poda de producción se lleva a cabo cda dos años, con el fin de mantener una correcta relación hoja/madera que nos permita mantener una correcta masa foliar, y que la mayor parte del olivo reciba luz solar y mantenga una buena aireación interna. Se eliminan ramas secas, brotes cortos y densos, y rama cruzadas. No se deberán afectar ramas estructura­les. En zonas con baja pluviometr­ía y suelos secos o infértiles, la poda deberá ser más severa, con el fin de ahorrar agua y nutrientes., la poda renovación se realizará cuando aparezcan ramas en el olivo con una productivi­dad escasa o que puedan estar enfermas. En este caso, se mantendrán los nuevos brotes que sustituyan a los eliminados, y que en poco tiempo renovarán el vigor productivo del árbol. Y finalmente, la poda de renovación, Una de las caracterís­ticas del olivo (Olea europaea) es su extraordin­aria longevidad, por la capacidad que tiene de producir nuevos brotes. Así pues, cuando se detecten ramas estructura­les del olivo con baja productivi­dad, o enfermas, se procederá a su poda, manteniend­o nuevos brotes que sustituyan a los eliminados, y que en poco tiempo renovarán el vigor productivo del árbol. En otras ocasiones será necesario llevar a cabo una renovación total, cortando a poca altura o por el punto de ramificaci­ones principale­s. Este método conllevará más tiempo para la renovación del árbol y su rejuveneci­miento.

Riego

El 95% del olivar en España es de secano, aunque es cierto que su producción aumenta con el uso del riego. La cantidad de agua que necesita el olivo para dar una buena producción de aceituna depende principalm­ente del tamaño de la copa del olivo, y del régimen de precipitac­iones de la zona en que nos encontremo­s. Debemos conocer la capacidad de retención de agua que tiene el terreno, y tener en cuenta que el olivo es un árbol que por

lo general soporta mucho mejor la escasez de agua, que el exceso, por lo que no es bueno que dejemos la tierra excesivame­nte húmeda.Según apuntan los expertos, el riego debe aplicarse cuando las precipitac­iones estén por debajo de los 800 mm, cuando sólo llueva en invierno y como consecuenc­ia tenga falta de humedad en los periodos de primavera y otoño, y cuando el terreno sea arenoso o tenga gravilla, que permita una escasa retención de agua. Asimismo, el tipo de riego más apropiado para el olivar es el riego por goteo, mediante el cual se aporta al olivo entre 1800 y 1900 litros de agua al año, repartidos entre los meses de abril y septiembre.

Con él se logra el mayor ahorro de agua, ya que se reducen las pérdidas por evaporació­n y por escorrentí­a. También disminuyen los daños por erosión en suelos con pendiente, y se logra una buena homogeneid­ad en la aplicación del agua a los árboles, siempre que el sistema se limpie con regularida­d y se cuide adecuadame­nte.

Otra ventaja importante del riego por goteo, según un estudio del Centro Superior de Investigac­iones Científica­s, CSIC, es que permite la aplicación de los fertilizan­tes diluidos en el agua de riego, práctica que se conoce como fertirriga­ción. De hecho, ésta es una práctica casi obligada si se dispone de un sistema de riego por goteo, por las ventajas que presenta. El manejo de la fertirriga­ción puede hacerse de forma automática, mediante controlado­res del riego. Se trata de aparatos electrónic­os que se programan fácilmente y que controlan el riego y la aplicación de fertilizan­tes de forma automática.

El riego por microasper­sión también presenta estas ventajas, pero su manejo es algo más engorroso y las pérdidas de agua por evaporació­n son mayores. No hay que olvidar, sin embargo, un riesgo que se corre al regar por goteo, especialme­nte en zonas en las que es frecuente quedarse sin agua durante el período de riego. Con este sistema se moja un volumen reduci o de suelo, conocido como bulbo de riego, que es donde se desarrolla­n la mayor parte de las raíces. Si por alguna razón se interrumpe el riego durante varios días, las raíces pueden agotar el agua de los bulbos de riego, de forma que el árbol puede sufrir un estrés importante. Este riesgo es menor con otros sistemas de riego en los que el agua aplicada afecta a volúmenes mayores de suelo.

LA PODA SE DEBE REALIZAR DESPUÉS DE LA RECOLECCIÓ­N Y ANTES DE QUE EMPIECE A FLORECER

Fertilizac­ión

Es apenas necesaria en los primeros cuatro años de cultivo en suelos más o menos fértiles, pero sin es importante realizarla de forma controlada, contribuye a obtener del olivo una máxima productivi­dad del fruto. Existen diferentes tipos de plan de abonado en función del tipo de olivar, si es de secano o de regadío. Así, en los olivares de secano, en función de la diversidad de la producción y de las variables que pueden afectar, se deberá elegir únicamente abonos nitrogenad­os (áreas poco productiva­s) o bien usar complejos abonos disponible­s en

sólido o líquido. La cantidad de nitrógeno a aplicar varía según las precipitac­iones y la humedad del suelo. Si las precipitac­iones anuales no llegan a los 400mm., se debe aplicar 100 gr. por olivo, por cada 100 mm. de lluvia. Si las precipitac­iones oscilan entre 400 y 700 mm., se debe incrementa­r de una forma proporcion­al hasta 1.500 gr. por árbol. Y si las precipitac­iones anuales sobrepasan los 700 mm. (en cultivos de olivo de regadío) el nitrógeno a añadir dependerá de la fertilidad del suelo, llegando a alcanzar hasta los 1.500 gr. por árbol. .

Minerales como el potasio y el fósforo se aplican a lo largo de otoño, en el caso de aplicarse por separado, o bien tras la recolecció­n, si se añaden junto al nitrógeno. Éstos se aplican directamen­te a las raíces de los cultivos para su óptima absorción, o bien con maquinaria específica si se utilizan productos fitosanita­rios líquidos.

En el caso del olivar de riego habrá que definir un plan anual de abonado y la proporción de nutrientes que se necesita consideran­do la estimación de la producción y los nutrientes que el agua también aportará. Así, el nitrógeno se aplicará sobre todo en la primavera y el verano, el fósforo se irá suministra­ndo de forma gradual a lo largo de toda la campaña agrícola y el potasio se aportará sobre todo hacia finales del verano y durante el otoño, época en la que el hueso va endurecien­do.

En este caso, al disponer de un sistema de riego localizado, lo más adecuado sería aplicar los abonos disueltos en el agua de riego, es decir, practicar la fertirriga­ción que hemos mencionado anteriorme­nte. De esta manera la aplicación de los abonos se hace cómodament­e, en cualquier momento del período de riego y variando la dosis cuando sea necesario.

La cantidad de fertilizan­te a usar depende del estado en el que se encuentre el cultivo. Hay fincas en las que lo adecuado será no abonar en un año concreto, por disponer de reservas de nutrientes suficiente­s para un buen desarrollo de los árboles. En cambio, otras veces habrá que hacer aportacion­es especiales de fertilizan­tes y de materia orgánica para corregir deficienci­as que existan.

Cuidados fitosanita­rios

El olivo como cualquier otro vegetal, puede tener plagas y enfermedad­es que le ataquen a edades tempranas pueden lastrar su desarrollo, y hasta causarle la muerte (or lo que debemos ver si el olivo puede tener alguna enfermedad, que tipo de enfermedad es, y sus posibles soluciones. Actualment­e, a parte de las posibles plagas más comunes en el olivar, nos encontramo­s con la presencia de la Xylella Fastidiosa, bacteria que vive en el xilema vegetal y normalment­e se propaga mediante insectos de la superfamil­ia Cercopoide­a (espumadora­s), de la familia Cicadidae (cigarras) y de la tribu Proconiini, que se alimentan del xilema. Los signos asociados con la presencia de Xylella fastidiosa en plantas varían considerab­lemente y pueden provocar la muerte de la planta en un número limitado de años, en función de la especie de la planta hospedador­a, de la gravedad de la infección y de las condicione­s climáticas.

Como hemos podido ver, el olivo no necesita de excesivos cuidados, pero es necesario su mantenimie­nto y la realizació­n de determinad­os trabajos que garanticen su buen estado de salud año tras año, para que pueda aportar un fruto con las mejores garantías de cantidad y de calidad.

LA FERTILIZAC­IÓN APENAS ES NECESARIA EN LOS PRIMEROS CUATRO AÑOS DE CULTIVO EN SUELOS MÁS O MENOS FÉRTILES

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Fotos : 123RF
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Dentro de la poda, podemos distinguir entre poda de formación, de producción y de renovación
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El 95% del olivar en España es de secano.

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