Talento sin distinción de género
En el sector del aceite de oliva, los años se miden por campañas, y nos encontramos cerrando la campaña 2017/2018, dando paso a los aoves frescos que protagonizarán el nuevo año. Momentos tensos, de emoción, de pasión, de trabajo intenso, dando lo mejor de sí siempre con el reto de elaborar un aove, si cabe, mejor que el anterior.
Cada campaña te enseña algo nuevo, pero si algo tengo claro después de mis dieciséis años trabajando por el aceite de oliva, es que el éxito se encuentra en la profesionalización de la empresa, por pequeña que sea. Empezando por los sistemas productivos y tecnología, siguiendo por una gestión y administración adecuada, continuando con una imagen de producto y marketing acorde a la calidad ofrecida, y sin olvidar un correcto servicio al cliente de venta, preventa y posventa. Para conseguir esto, es necesario invertir en capital humano, un equipo bien formado, motivado y coordinado.
A menudo encuentro gente decidida a emprender un nuevo proyecto de aceite de oliva, visitando ferias internacionales de alimentación ansiosos de información, sobrados de motivación e ilusión, pero por el camino equivocado. Hay que estudiar el mercado y la competencia, pero a veces el camino no es hacer lo que hacen los demás. Debemos formarnos y confiar en nosotros mismos. Generar ideas y apostar por ellas. Pensar qué tipo de aceite quiero vender, cual será nuestro target de producto, rango de precios, formatos… etc.
En función de todo esto, la distribución y comercialización del producto puede variar muchísimo y es importante tenerlo claro para dar pasos firmes y no trabajar por ensayo y error, que en definitiva cuesta tiempo y dinero. Estamos viviendo una revolución de envases exclusivos, pintados o etiquetados con modernos diseños, que parecen ser la clave del éxito, pero esto no lo es todo. Además de ofrecer un producto, debemos conocerlo bien, posicionarlo y buscar el canal de venta más adecuado. Salir a venderlo, y una vez tengamos el comprador, facilitar la gestión de compra al cliente, generar toda la documentación necesaria en cada país, etique- tado según cada legislación, acordar métodos seguros de pago, incoterm y logística adecuada, hablar idiomas y ser profesionales. Y lo expreso en sentido internacional porque no debemos poner fronteras a nuestro crecimiento. La empresa oleícola debe internacionalizarse además de consolidar el mercado nacional.
TENEMOS GENTE CUALIFICADA Y HERRAMIENTAS SUFICIENTES. SOLO HAY QUE APOSTAR POR ELLO
DEBEMOS FORMARNOS Y CONFIAR EN NOSOTROS MISMOS. GENERAR IDEAS Y APOSTAR POR ELLAS. PENSAR QUÉ TIPO DE ACEITE QUIERO VENDER, CUAL SERÁ NUESTRO TARGET DE PRODUCTO, RANGO DE PRECIOS, FORMATOS… ETC
He de destacar también un cambio significativo en la anclada situación de la mujer en este sector tradicionalmente masculino. Durante los últimos años, hemos visto mujeres brillantes del sector; excelentes catadoras, responsables de calidad, directoras comerciales y gerentes al mando de empresas de éxito. Me alegra comprobar este cambio de mentalidad, signo de evolución e igualdad que tanta falta hace en nuestra sociedad. Personalmente me siento afortunada de haber contado siempre con el apoyo incondicional de la dirección de la empresa, que me ha permitido desarrollar mi trabajo y disfrutar de él conciliando mi vida familiar y profesional. Pero es verdad que esta tendencia se ha dejado notar mas en la empresa privada que en el ámbito cooperativo, donde aún sigue habiendo pocas mujeres en los órganos de decisión.
Para conseguir consolidar nuestra empresa es necesario dar un paso al frente en cuanto a la profesionalización de la misma. Tenemos grandes productos, que merecen ser conocidos en todo el mundo de la forma más profesional. Tenemos gente cualificada y herramientas suficientes. Solo hay que apostar por ello.