Oleo Revista

Abajo etiquetas y clichés

- Texto: Ángela López Antón, Directora de Iniciativa­s Estratégic­as de Nielsen España Fotos: Nielsen España

No es fácil despojarse de etiquetas y el mercado de gran consumo tiene unas cuantas. Es habitual escuchar todavía palabras como omnicanali­dad a la hora de plantear estrategia­s, pero lo cierto es que está desfasada y no tiene sentido seguir insistiend­o en ella. Vivimos en una era más simple, la del consumidor y la del comercio. Cada consumidor es único y comprará aquello que quiera o necesite en el comercio que mejor le convenga.

Este es el punto de partida sobre el que hay desarrolla­r la venta de productos de gran consumo a través de Internet y en remoto. Y no es absurdo que diga lo de remoto porque también compraremo­s por Internet desde la propia tienda física. Los canales y formatos se difuminan tanto que cada vez cuesta más hablar en estos términos y con esta escala de diferencia­ción.

El desarrollo de un supermerca­do online pasa por tanto por encontrarl­e su lugar en las necesidade­s y preferenci­as del consumidor, enfatizand­o sus ventajas de comodidad y convenienc­ia, que conforman su principal tarjeta de visita. Sin embargo, los españoles tienen una relación muy próxima con hacer la compra en la tienda que se traduce en determinad­as barreras que frenan el desarrollo de esta manera de comprar, que apenas alcanza el 1% de las ventas totales del mercado.

Una de las principale­s barreras es no poder examinar el producto, por lo que los operadores deben hacer un esfuerzo extra por desterrar esa idea en la cabeza del

consumidor de que el producto que les llegaría no es el que hubieran comprado. Es una actitud muy ligada a los frescos y estos productos representa­n un tercio del gasto anual de la cesta de compra, por lo que se entiende la importanci­a de este impacto y, por tanto, de acabar con este cliché.

El zanjado cliché del textil

Hace apenas 12 años que apareció el primer iPhone. Estamos en una pubertad digital en el que algunos sectores se muestran más espabilado­s que otros y maduran antes, como el caso del textil. Hace unos años era impensable pensar que una persona podría comprarse una prenda de ropa desde casa y, obviamente, sin probársela. Cuántas veces nos hemos metido en un probador y hemos desechado todo o casi todo lo probado. Sin embargo, las cadenas, consciente­s de estas barreras, pusieron su mira en cómo hacer sencilla la devolución de compra y lo lograron.

Hoy seis de cada diez consumidor­es ya se visten eligiendo prenda desde un burro virtual. Es lo que más

compramos online, junto con los viajes, con la diferencia en que esto último es un servicio y, por tanto, más adaptable al entorno online y sus particular­idades virtuales.

El textil es por tanto el camino a seguir por parte del gran consumo y no sólo por cómo acaban con sus barreras, sino también por cómo ha entendido que les obligaba a replantear el espacio físico. Ahora cada tienda en la calle debe ser una flagship store, que no es otra cosa que un espacio donde el consumidor se encuentra y vive una experienci­a. Y el gran consumo también se verá abocado a esa transición y a replantear el punto de venta físico haciéndolo más experienci­al.

Porque no nos olvidemos, y este creo que sí es un cliché que estamos consiguien­do desterrar, no se trata de comprar físico u online, el consumidor no hace esa disyuntiva. De hecho, si sólo hubiera compra online, la física habría que inventarla.

LOS CANALES Y FORMATOS SE DIFUMINAN TANTO QUE CADA VEZ CUESTA MÁS HABLAR EN ESTOS TÉRMINOS Y CON ESTA ESCALA DE DIFERENCIA­CIÓN

Acabar con el encasillam­iento

Más que un cliché, es una realidad. Y es que la cesta de la compra online de momento está muy encasillad­a en una misión de compra, la de carga. Productos voluminoso­s y en muchos casos de baja implicació­n emocional, como pañales, lavavajill­as, detergente­s, complement­os de lavado, lejías, complement­os de cocina, celulosas, agua o aceite son más habituales. En el caso del aceite, el peso del ecommerce sobre el total de sus ventas alcanza el 1,4%.

Por tanto, uno de los retos de los operadores es conseguir que el comprador extienda a otras misiones de compra Internet que ahora no tiene en mente. Un ejemplo es el impulso, en tanto productos como las golosinas, los helados, los chocolates o los productos navideños les cuesta más hacerse un hueco en esta cesta virtual.

También cuesta descubrir frescos que no forman parte de la compra rutinaria. En el caso de la carne lo comprobamo­s con la de ovino, caprino o conejo; o bien con la fruta de temporada, como melones, sandías o paraguayas. Y otro tanto sucede con la belleza y cuidado personal, pues maquillaje­s, fragancias o tratamient­os faciales están por debajo de la media de ventas online del conjunto del sector.

Y lo que está por venir

En este folio en blanco aún por escribir respecto a la compra online, la evolución de la tecnología irá añadiendo elementos a la historia que el comercio debe ser capaz de asumir y adaptar. Lo próximo será el Internet de las Cosas, al que aún no somos capaces de poner una etiqueta porque va a cambiarlo todo.

Basta con recordar el impacto del móvil hace poco más de 10 años para darnos cuenta de que la tecnología hace evoluciona­r a toda una sociedad y lo cambia todo. El IoT llevará la tienda a casa. El hogar será prácticame­nte un espacio comercial más, en el que el consumidor marcará las reglas para que no sea invasivo y se adapte a sus gustos y necesidade­s, pero sin duda la nevera me va a informar de la nueva promoción en yogures de tal o cual tienda.

Los asistentes de voz serán también una puerta de entrada para las marcas y cadenas, pero en esta tienda quien “se reserva el derecho de admisión” será el consumidor, no el establecim­iento. Él mandará.

Y será todo muy predictivo. Los algoritmos permitirán anticipars­e al consumidor en función de sus pautas de consumo. Si pensamos en aceite y sus habituales vaivenes de precio, podremos escalar a nivel consumidor quien deja de comprar oliva y se pasa a girasol y a partir de cuánta diferencia de precio o de cómo ha sido la subida, de tal modo que se le pueda hacer una promoción personaliz­ada adaptada a sus necesidade­s.

Esta será una de las grandes ventajas de Internet. Más allá de la compra en sí, será importante por la cantidad de informació­n que cada acto de compra deje de nosotros, lo que permitirá avanzar hacia una experienci­a más personaliz­ada.

Esto es el horizonte próximo. De momento, dos de cada diez consumidor­es compran en algún momento gran consumo online, pero será muchos más a medida que las actuales generacion­es jóvenes digitales se incorporen al mercado laboral y vivan por su cuenta. A estos nuevos hogares habrá que entrarles por la tecla. Claro que para dar con la tecla no habrá que olvidarse de la compra física, que más que nunca se revaloriza.

A ver si alguno va a perder el tren por olvidarse de lo físico.

MÁS QUE UN CLICHÉ, ES UNA REALIDAD. Y ES QUE LA CESTA DE LA COMPRA ONLINE DE MOMENTO ESTÁ MUY ENCASILLAD­A EN UNA MISIÓN DE COMPRA, LA DE CARGA EN EL CASO DEL ACEITE, EL PESO DEL ECOMMERCE SOBRE EL TOTAL DE SUS VENTAS ALCANZA EL 1,4%

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La cesta de la compra online de momento está muy encasillad­a en una misión de compra, la de carga.
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El desarrollo de un supermerca­do online pasa por tanto por encontrarl­e su lugar en las necesidade­s y preferenci­as del consumidor.

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