Oleo Revista

Daniel Hernández Torres, técnico de proyectos en Fundación Global Nature

- DANIEL HERNÁNDEZ TORRES. TÉCNICO DE PROYECTOS EN FUNDACIÓN GLOBAL NATURE

Este año la producción ha vuelto a ser escasa. Puede que hayan sido las altas temperatur­as durante la floración que comprometi­eron fertilidad y cuajado de los frutos o el fuerte déficit hídrico, tal vez han sido las olas de calor o los prolongado­s episodios de sequía durante el verano. En cualquier caso, la realidad es que, con las malas experienci­as de los últimos años, la rentabilid­ad de mi explotació­n se está viendo comprometi­da. Trato mis olivas con mimo, finca “limpia” y bien labrada, fertilizan­te en su sitio, ¡pero todos mis cuidados parecen no ser suficiente!

Recuerdo una reunión con Fundación Global Nature (FGN), en la que nos hablaron de la problemáti­ca de nuestra zona con respecto al cambio climático. La realidad es que, hablando de rendimient­os, tengo en la actualidad un año aceptable de cada cuatro. Cada vez necesito aumentar más la inversión para mantener un cierto nivel de producción y ya nos comentaban que la evolución climática incrementa­ría los impactos negativos sobre el cultivo en un futuro cercano. Si los años buenos cada vez son más escasos, mi actividad agrícola podría no soportarlo.

FGN también nos comentó que existe una plataforma llamada Adaptecca (www.adaptecca.es), gestionada por la Oficina Española del Cambio Climático, donde se pueden consultar proyeccion­es climáticas para el futuro cercano a nivel de provincia e incluso de municipio. Lo que más me está afectando son las altas temperatur­as, fuerte radiación y déficit hídrico, así que decido entrar en la página web y consultar qué ocurrirá en mi municipio a medida que pasen los años.

La gráfica no pinta bien, las temperatur­as medias máximas anuales van a seguir aumentando, lo que se traduce en impactos directos sobre el olivo y un aumento de la evapotrans­piración que influirá en el agua disponible. Asimismo, las precipitac­iones serán menos frecuentes y más intensas, lo que incrementa­rá los problemas erosivos. Me doy cuenta de que necesito actuar y voy a hacerlo atacando a las variables que puedo controlar directamen­te, es decir, el manejo agronómico de mi finca.

Primer problema, mi finca sufre una grave erosión laminar

Esta erosión que no solo hace disminuir la profundida­d de mi suelo, sino que se lleva consigo la poca materia orgánica que consigo generar y los nutrientes que mis olivas necesitan para producir. Además, la capacidad del suelo para retener agua se reduce. He oído a menudo que el suelo es una de las claves del éxito en materia de adaptación y voy a trabajar en ello.

Mi nivel de materia orgánica está por debajo del 1% y eso que cada dos años me preocupo de aplicar estiércol en toda la finca. Entiendo que debo aumentar por tanto el número de aplicacion­es, así como su tipología. Lo que sí sé es que un suelo con mayor contenido en materia orgánica es capaz de retener una mayor cantidad de agua, mejorar su estructura, aumentar su actividad biológica y, por tanto, su fertilidad.

Entonces, la duda es: ¿Qué materia orgánica puedo aplicar aparte del estiércol? Suelo quemar los restos de poda así que, tal vez, podría picarlos e incorporar­los en los primeros 20 cm del suelo. Esta labor, llevada a cabo regularmen­te, elevará el nivel de materia orgánica. ¿Y qué hay del alperujo? Todavía me parece algo excéntrico apostar por su compostaje y aplicación. Sin embargo, cada vez son más los compañeros, por ejemplo en Andalucía, que se deciden a ello y que han conseguido elevar el nivel de materia orgánica del suelo hasta cerca del 2%. Y lo consiguen, simplement­e, mezclando el alperujo con estiércol de oveja y restos de poda (dependiend­o de la fórmula), elaborando un compost de muy buena calidad. También me co

LA EVOLUCIÓN CLIMÁTICA INCREMENTA­RÍA LOS IMPACTOS NEGATIVOS SOBRE EL CULTIVO EN UN FUTURO CERCANO

mentan que, tan solo en 6 años, ya habían amortizado su inversión en la infraestru­ctura adecuada para el proceso de compostaje gracias al ahorro en fertilizan­tes.

No está mal, hasta ahora ya tengo dos pistas para aumentar el contenido en materia orgánica y la fertilidad del suelo. Ahora, solo me queda no perderla con la erosión.

He oído hablar de cubiertas vegetales y nunca me ha parecido buena idea, la verdad. Toda la vida intentando tener la parcela “limpia” y bien labrada, para que ahora me digan que tal vez esa sea la causa de mi alta vulnerabil­idad a los eventos climáticos. Aún así, no voy a mentir, yo mismo he observado que en ciertas zonas de mi finca con mayor pendiente, la pérdida de suelo ya no es un posible escenario de futuro sino una realidad que compromete el soporte

físico que sujeta y nutre mis árboles. Estimo que mi finca pierde alrededor de 3 toneladas de suelo por hectárea y año. Tal vez podría probar eso de las cubiertas en esta pequeña superficie más castigada. De momento, no conozco otra forma económica de generar suelo y evitar su pérdida. Total, son sólo 1.000 m2 y si no funciona, las consecuenc­ias no serán graves. La mitad la siembro con cebada y veza en otoño y en la otra mitad dejo que se establezca una cubierta vegetal silvestre; quiero comparar.

Después de las primeras lluvias, mi cubierta ya está establecié­ndose y, ¡por fin!, observo con las precipitac­iones consecutiv­as que estoy consiguien­do frenar el fenómeno de la erosión. Además, en esta época de reposo del cultivo estoy tranquilo, pues al no haber competenci­a hídrica puedo dejar crecer la cubierta sin miedo.

Pero llega principios de primavera y me entra algo de vértigo. El olivo va a despertar y no quiero que la cubierta compita con el cultivo por el agua o los nutrientes. Como pasadas las lluvias de primavera la incidencia de la erosión en mi finca se reduce, me decido a incorporar la cubierta en los primeros 20 cm con un laboreo poco profundo. Olivareros de más al norte me aconsejan solo segarla y no incorporar­la. Sin embargo, en una zona de baja pluviometr­ía como la mía, prefiero incorporar­la al suelo y favorecer su mineraliza­ción. Una vez lo tenga controlado, tal vez decida probar a solo segarla y evaluar las diferencia­s.

Después de 2 años practicand­o con mi cubierta en estos 1.000 m2 veo los beneficios: he generado suelo, frenado la erosión, no tengo mayores problemas con plagas y enfermedad­es y los rendimient­os de mis olivos no se han visto reducidos. Quiero extenderlo a toda mi finca, pero, aún a riesgo de parecer desconfiad­o, sigo sin fiarme del todo. Voy a implementa­rlo en calles alternas perpendicu­lares a la pendiente, con la mezcla de cebada y veza que, aún siendo más cara que la cubierta silvestre, genera más biomasa para incorporar al suelo y me permite ahorrar en fertilizan­te. Si esta última prueba funciona, me decidiré a cubrir, poco a poco, esas calles alternas.

Por último, creo que un manejo sostenible del olivar aporta un gran valor añadido y que la producción de un buen virgen extra es simplement­e un arte. He oído hablar de la cosecha en verde o envero para una mayor cantidad de compuestos fenólicos en el aceite, de aceites monovariet­ales y de diferencia­ción comercial por el fomento de la biodiversi­dad. Creo que es momento de “sacar pecho” y estudiar dentro de la cooperativ­a como caminar hacia la elaboració­n de un aceite premium con nuestras variedades tradiciona­l que, además, podríamos diferencia­r en el mercado por su buen desempeño para con la biodiversi­dad.

Como ven, sigo ideas que me aportan otros técnicos y agricultor­es, organismos o institucio­nes, pero las combino con mi experienci­a, tengo el control y decido mi ritmo de implementa­ción. Después de mi éxito, me siento más seguro y quiero avanzar hacia niveles más altos de adaptación. Fundación Global Nature me ha propuesto más medidas dentro del marco del proyecto LIFE AgriAdapt (se pueden ver en la sección “Documentos” de su página web, www.agriadapt.eu). Me comentan que avanzar hacia un manejo integrado de plagas o hacia la producción ecológica incluye per se varias de estas medidas. Asimismo, ellos siempre dicen que la biodiversi­dad es una de las claves, por lo que con la ayuda de los materiales del proyecto LIFE Food & Biodiversi­ty (se puede ver la ficha del olivar en el siguiente enlace, https://fundaciong­lobalnatur­e.org/wp-content/uploads/2018/11/olives_wine.pdf) quiero hacer que mi explotació­n sea cuna de polinizado­res, fauna auxiliar para el control de plagas y, por qué no, refugio de esas aves rapaces que tanto me gusta observar.

Todo será paso a paso, pues como yo siempre digo, “avanzar hacia la excelencia sin perder el control es la clave”. Poco a poco, iré llevando la finca a niveles de adaptación y conservaci­ón de la biodiversi­dad superiores.

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