Fitosanitarios ecológicos: una alternativa en auge
Son directos, son eficaces y son verdes. Los nuevos tratamientos fitosanitarios se apuntan a las tendencias de un sector, el agroalimentario, que se encamina hacia un nuevo modelo de producción sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Una necesidad urgente del planeta y un compromiso muy presente en las instituciones europeas, que han posibilitado en los últimos años el marco legislativo y las directrices de actuación necesaria para hacer posible la transición ecológica.
LOS FITOSANITARIOS ECOLÓGICOS BASAN SU EFICACIA EN COMPONENTES DE ORIGEN NATURAL QUE ACTÚAN DIRECTAMENTE SOBRE LA PLAGA
El martes 21 de mayo, el Consejo Europeo aprobó una nueva normativa que actualiza la situación legislativa de los fertilizantes. El nuevo reglamento sustituye el de 2003 y se convierte en la máxima referencia legal para el tratamiento de este tipo de productos. Es una noticia relevante por la dirección que el nuevo texto toma de cara a una transición hacia la producción orgánica, en consonancia con el modelo de economía circular y el respeto al medio ambiente que desde las instituciones europeas pretenden alcanzar, pero que no siempre ha contado con el visto bueno de las organizaciones agrarias, preocupadas, también, por la rentabilidad de los cultivos. El acuerdo promueve un mayor uso de materiales reciclados para producir fertilizantes, facilita el acceso al mercado de fertilizantes orgánicos e innovadores, y establece unos niveles máximos en algunos componentes potencialmente contaminantes. Todo en aras de una mayor sostenibilidad.
Avanzando hacia lo orgánico
Lo “eco” está de moda. No cabe duda de que las nuevas tendencias se encaminan en ese sentido, y el olivar es, quizás, uno de los cultivos que tendrá pocos problemas para adaptarse, puesto que desde hace años apuesta por la agricultura sostenible como su sello de calidad e identidad. Cada vez más agricultores se suman a este modelo de producción que en unos años ha pasado de ser una tendencia outsider de las economías locales a consolidarse en las normativas europeas y en sus direc
trices de actuación, en los estantes de los supermercados y, también, en los tratamientos fitosanitarios. Y es que la definición de lo ecológico está cambiando. Cuando antes pensábamos en un sistema de producción ecológica, automáticamente lo identificábamos con la total ausencia de pesticidas y plaguicidas. Se confiaba todo al agrosistema y su capacidad de regularse y encontrar, dentro de su propia biodiversidad, los depredadores naturales de las plagas. El problema, en realidad, no eran los fitosanitarios, sino los químicos que destruían la fortaleza del agrosistema y que afectaban, en última instancia, a la calidad del producto. Las nuevas tendencias apuntan a la proliferación de nuevos fitosanitarios de carácter ecológico, respetuosos con el medio ambiente y los elementos que lo componen. Son los llamados biopesticidas, bioplaguicidas y biofertilizantes, mismas funciones con prefijo ‘bio’ añadido que garantiza su sello de calidad ecológica. Ahora bien, ¿en qué se diferencian de los fitosanitarios de toda la vida?
La importancia del principio activo
La diferencia fundamental entre un fitosanitario ecológico y uno convencional se encuentra en su principio activo. Mientras que los productos convencionales basaban toda su eficacia en componentes químicos creados a base de laboratorio, los ecológicos funcionan a través de sustancias de origen animal, vegetal o bien de componentes cuyo efecto se ha comprobado que no es perjudicial para la fertilidad del suelo ni para la biodiversidad del agrosistema. Son productos que han necesitado de investigación y experimentación para comprobar su eficacia, pero que ahora salen al mercado irguiéndose como la alternativa ‘eco’ adaptada a cada tipo de cultivo. Por ejemplo, para el control de plagas y enfermedades los nuevos fitosanitarios emplean bacterias, virus u hongos que actúan directamente contra cada plaga concreta, sin afectar a las especies presentes en los al
rededores. Para el olivar, uno de los primeros insecticidas naturales que llegó a manos de los agricultores fue el Spintor-Cebo, cuya sustancia activa, el spinosad, proviene de la fermentación de una bacteria presente en el suelo. Desde su lanzamiento al mercado se ha consolidado como un tratamiento efectivo contra la mosca del olivo, al igual que lo está siendo el caolín, otra alternativa ecológica de origen químico pero sin efectos perjudiciales. Otro principio activo cuya eficacia en el olivar ha quedado comprobada es el Trichoderma, un género de hongos de cuyo estudio se han patentado diversos biofungicidas útiles para combatir la verticilosis del olivo y que ha dado pie al desarrollo, también, de tratamientos biofertilizantes. Hoy, frente a la amenaza y preocupación que supone la Xylella fastidiosa, surgen nuevos activos naturales como la piretrina capaces de combatirla.
La legislación europea, guía para la búsqueda de biopesticidas
Pero ¿cómo saber qué sustancias son aptas para su uso ecológico y cuáles dejan de serlo? Para resolver esta disyuntiva existe la legislación europea. El Reglamento 889/2008 de la Comisión Europea, en su Anexo II, establece la lista de productos fitosanitarios autorizados para la agricultora ecológica, distinguiendo sus materias activas en 7 categorías, además de establecer las normas de producción y aplicación ecológica. Cualquier producto que quiera comercializarse bajo la etiqueta “bio”, deberá cumplir lo establecido en la normativa y tener como principio activo alguna de las 27 sustancias enumeradas en la misma. Bajo esta guía deben operar todas aquellas distribuidoras que quieran sumarse a las nuevas tendencias y lanzar sus fitosanitarios ecológicos al mercado. Lo mismo ocurre en materia de fertilizantes, cuyos ingredientes se establecen en el Anexo I de este mismo reglamento. Cada vez más empresas diversifican su oferta para abastecer las nuevas demandas que tanto productores como consumidores exigen en la búsqueda de un producto saludable, diferenciado y respetuoso con el medio ambiente. Una apuesta que resulta un valor seguro de cara al futuro: la venta de biopesticidas va cogiendo ritmo, y se prevé un crecimiento anual del 15% entre 2016 y 2022.
Hacia un nuevo modelo de producción sostenible
El mundo se dirige hacia una nueva revolución verde en un contexto en el que, ante el permanente aumento de la población mundial, se hace más necesaria que nunca. La sostenibilidad, la innovación y la inversión tecnológica se convierten en conceptos fundamentales para el desarrollo de nuevos productos encaminados a proteger los cultivos y al mismo tiempo generar los alimentos necesarios para abastecer la cada vez más amplia demanda global de alimentos. Todo ello teniendo en cuenta las necesidades del medio ambiente y el valor de la biodiversidad como elemento fundamental en los ecosistemas. El proceso es firme y se irá consolidando, poco a poco, con el apoyo de las instituciones, y deberá afrontar en los próximos años la tarea fundamental de alcanzar los mayores ratios posibles de eficacia, seguridad y rentabilidad para, tal vez, algún día, dejar de lado los métodos convencionales y confirmar el reinado de la agricultura orgánica.
LAS PREVISIONES AUGURAN UN AUMENTO DEL 15% ANUAL EN LA VENTA DE BIOPESTICIDAS