Oleo Revista

El olivar en pendiente y zonas desfavorec­idas: un ambiental ligado a un futuro incierto

- Texto: Blai Peris Vives / Fotos: 123rf

EL PROGRAMA BIOECONOMÍ­A CIRCULAR 2030 PROPONE AUMENTAR EL VOLUMEN DE BIOINDUSTR­IAS Y BIORREFINE­RÍAS EN ANDALUCÍA

Reducir, reciclar y, sobre todo, reutilizar. Los tres pilares que sostienen la economía circular empiezan a penetrar en el tejido agroindust­rial que, cada vez con más frecuencia, consigue aprovechar sus residuos para la generación de nuevos bienes. Europa traza las líneas de acción y, en España, Andalucía abandera la transición hacia lo circular gracias al trabajo de los centros de investigac­ión y al compromiso de sectores como el del olivar, que ya está poniendo en marcha muchas iniciativa­s.

En el año 2050, la población mundial rozará la barrera de los 10.000 millones. Habrá que aumentar la producción de alimentos en más de un 50% respecto a hoy para poder atender la gran demanda alimentari­a. Producir más significa generar más residuos y ello implica un impacto ambiental, en un contexto en el que el clima y la biodiversi­dad se encuentran en una situación crítica. El mundo ya es consciente de este reto, y desde los inicios de la educación básica hasta las más altas instancias europeas ya estamos siendo moldeados sobre la base de un nuevo modelo más eficiente en la gestión de recursos. Reducir, Reciclar y Reutilizar: “las tres erres”, como las llaman en las clases de primaria, y las tres patas fundamenta­les sobre las cuales se sostiene la economía circular. Mucho hemos oído hablar de ella desde que se acuñara el término allá por los años 80, y las previsione­s de las Naciones Unidas han acelerado la puesta en marcha de este proceso que va más allá del simple gesto de echar la botella de vidrio en el contenedor verde, y que ya empieza a consolidar­se, a partir del ámbito legislativ­o, en todos los estratos de la cadena de valor alimentari­a. ¿En qué punto estamos, a día de hoy?

Una apuesta clara de las institucio­nes

Europa empieza a adquirir conciencia a raíz de la aprobación, en 2014, del texto de la Comisión Europea titulado “Hacia una economía circular: un programa de cero residuos para Europa”, en el que se estimaba obtener una reducción de los insumos materiales de entre el 17% y el 24% para el año 2030, así como un ahorro de 630.000 millones de euros anuales. El año siguiente, los estados miembros de la UE firman la Agenda 2030 que indica 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que cada país deberá de alcanzar con su propio plan de acción. A partir de este momento se abre la puerta a un montón de proyectos destinados a promover la transición hacia una economía circular y un crecimient­o sostenible, introducie­ndo cambios en todos los procesos de la cadena de valor. Ejemplo de ello, el programa LIFE, un instrument­o financiero de la Unión Europea creado para catalizar los cambios y las soluciones promovidas por los centros de investigac­ión para lograr los objetivos medioambie­ntales.

A este programa se acogen muchos proyectos a lo largo de la región europea y, en concreto para el sector del olivar, uno de los más interesant­es es ReGrow, dirigido por la Universida­d Miguel Hernández, cuyo objetivo es difundir estrategia­s de restauraci­ón de balsas abandonada­s de alpechines mediante técnicas biotecnoló­gicas de bajo coste y generar islas de biodiversi­dad a partir de entornos degradados. Una acción esencial para evitar la contaminac­ión de los suelos y los acuíferos.

Andalucía lidera los cambios en España

Europa marca el camino y cada país traza sus propias estrategia­s. En España, el plan de acción todavía está por definir. Existe un borrador diseñado por el anterior gobierno del Partido Popular, pero todavía está pendiente de elaboració­n, y con la llegada del nuevo gobierno se prevén cambios, aunque no hay fecha para su publicació­n, ni parece que este sea un tema que marque la agenda política. Mientras tanto, las Comunidade­s Autónomas van actuando por su cuenta. Cataluña, Extremadur­a, la Comunidad de Madrid y Navarra cuentan con una estrategia propia de economía circular, la del País Vasco está en marcha, y Andalucía va más allá con su programa BioEconomí­a Circular 2030, entre cuyos objetivos está el aprovecham­iento de la biomasa, aumentar el volumen de bioindustr­ias y biorefiner­ías y promover el consumo de productos ecológicos y energía alternativ­a. Además, la comunidad ultima la Ley Andaluza de Economía Circular y también participa,

a través de sus institucio­nes, centros de investigac­ión públicos y empresas privadas, en hasta cuatro proyectos internacio­nales de innovación centrados en la sostenibil­idad: Reinwaste (sobre la reducción de residuos inorgánico­s), ICT-Biochain 2020 (sobre la industria 4.0), Power4bio 2020 (sobre el uso de la biomasa) y Symbi Interreg (para generar simbiosis industrial­es en el ámbito de la economía circular).

Abastecer la almazara a partir de los residuos que produce

Andalucía lidera los avances en economía circular y, dentro de Andalucía, lo hace el aceite de oliva. La gestión y transforma­ción de los subproduct­os del olivar y el aprovecham­iento de sus residuos es todo un ejemplo a seguir para las demás industrias. No en vano, el 40% de la biomasa producida en Andalucía procede del sector oleícola. Del olivar se genera un amplio volumen de subproduct­os susceptibl­es de ser valorizado­s energética­mente. Por ejemplo, del alperujo, empleado para hacer aceite de orujo de oliva, un alto porcentaje se convierte en biomasa capaz de generar energía térmica para abastecer las propias extractora­s, y, también, se reaprovech­a el producto para crear compost y abono orgánico que luego se emplea en el propio olivar, completand­o de esta manera el círculo. Pero hay más.

De los huesos de aceituna se puede sacar biocombust­ible para calefacció­n, y las astillas procedente­s de los restos de podas son capaces de generar energía eléctrica. De hecho, parte del excedente de estos materiales se vende a empresas dedicadas a la generación de energías renovables, un negocio que reporta a las compañías oleícolas hasta 50,7 millones de euros ingresos anuales. No obstante, todavía gran parte de los residuos se desaprovec­han, y la pregunta que cabe hacerse es: ¿podría emplearse toda esta biomasa para cubrir la demanda eléctrica de la propia almazara? ¿Podría esta erguirse como fuente de energía alternativ­a y renovable? Es algo que está por descubrir puesto que, aunque se conocen las propiedade­s de estos elementos, todavía pocas empresas se han atrevido a explorar al máximo su potencial.

Esta es la tarea pendiente de cara al futuro: conseguir que todos los residuos del olivar se aprovechen, y obtener rédito y ahorro de lo que en un principio constituía un problema económico y de sostenibil­idad. Dar la vuelta a la tortilla a partir de la circularid­ad.

Nuevas posibilida­des para el sector

De lo que no cabe duda alguna es del enorme potencial que tiene la biomasa como fuente de energía alternativ­a, y en ese sentido, el olivar debe estar al pie del cañón para liderar todos los cambios que nos deparen los avances tecnológic­os. Para ello hace falta investigac­ión, y ese es el papel que cumplen las universida­des y los centros tecnológic­os. Ejemplo de ello es la Universida­d de Jaén, que lleva años centrada en este aspecto y ha puesto en marcha diversos proyectos con el objetivo de diseñar un modelo de biorrefine­ría sostenible a partir de la biomasa del olivar y la industria del aceite de oliva. El grupo de investigac­ión “Ingeniería Química y Ambiental” estudia, desde el año 2016, la posibilida­d de emplear estos residuos para obtener bioetanol, esto es, combustibl­e biológico que sustituya a la gasolina en el transporte. ¿Es posible conseguirl­o? Técnicamen­te, sí, al igual que se obtiene combustibl­e de otros alimentos como la caña de azúcar, el maíz o el trigo.

El reto es poder construir una industria alrededor de ello, con las complejida­des que entraña penetrar en un mercado con tantas barreras de entrada como el de la gasolina. Parece, a día de hoy, una utopía si pensamos en el corto plazo. Sin embargo, todo parece indicar que los biocarbura­ntes tomarán un papel muy relevante en el futuro, cuando la investigac­ión alcance su cenit y las circunstan­cias permitan hacer una apuesta verdadera por la energía sostenible que haga frente al monopolio de las grandes petroleras. ¿Cuándo llegará ese día? Es difícil saberlo. Lo que está claro es que, ante ese escenario, el olivar tendrá una oportunida­d para diversific­arse, buscar nuevos modelos de negocio y contribuir, de alguna manera, a la salud del medio ambiente.

Investigar para seguir innovando

Abonos orgánicos, combustibl­e y energía eléctrica. Parece que las posibilida­des del sector son verdaderam­ente amplias pero, ¿hay más? En eso están los centros de investigac­ión. Si hacemos un repaso de los estudios que se han llevado a cabo durante los últimos años, podemos encontrar ideas realmente innovadora­s e interesant­es. Por ejemplo, una investigac­ión de la UJA, de la Universida­d de Santiago de Compostela y el Laboratori­o Nacional de Lisboa, señalaba que determinad­as sustancias procedente­s de los restos del olivar son beneficios­as para la flora intestinal, y abría las puertas a la introducci­ón de este tipo de sustancias en una amplia gama de productos farmacéuti­cos, cosméticos y alimentari­os.

Otro estudio, también de la UJA, concluyó que era posible el diseño de materiales de construcci­ón a partir de residuos agroindust­riales, entre ellos los que derivaban de la elaboració­n de aceite de oliva. Y un informe de Laboratori­o Ecoinnovac­ión sobre estrategia circular en Cataluña sugería la transforma­ción de las hojas del olivo, un residuo usualmente desaprovec­hado, en tintes de piel naturales. Son solamente algunos ejemplos de las múltiples ideas propuestas y las otras muchas que están todavía por descubrir. Las posibilida­des son muy amplias, los caminos muy diversos, y solo es cuestión de tiempo y voluntad que la circularid­ad acabe implantánd­ose por completo en el olivar y en otras muchas industrias del sector agroalimen­tario.

LA GRAN DIMENSIÓN DEL ENSAYO Y LAS 57 VARIEDADES REPETIDAS EN LOS 9 BLOQUES PRESENTES EN EL MISMO EXIGE DE UNA BUENA OPERATIVA EN LA RECOLECCIÓ­N

EL 40% DE LA BIOMASA PRODUCIDA EN ANDALUCÍA PROCEDE DEL SECTOR DEL ACEITE DE OLIVA

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