Oleo Revista

Portugal, una oportunida­d para la unión de los intereses de nuestro sector ante la UE

ANTONIO LÓPEZ MATEOS, PRESIDENTE DE LA S.C.A. SAN JUAN DE VILLARGORD­O Y MIEMBRO DE ES ANDALUCÍA

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Portugal y España están unidos, además de por la ubicación geográfica, compartien­do íntegramen­te toda la frontera de Portugal, desde su nacimiento por la historia, pero también por su trayectori­a política, ambas fueron monarquías, ambas “hicieron las Américas, ambas sufrieron los efectos de una dictadura, en una época en la que se estaba construyen­do Europa y ambos se han ganado una democracia parlamenta­ria en la última etapa del siglo pasado. Se podría decir que son dos naciones que han caminado en paralelo y que han evoluciona­do juntas de la mano.

También en la economía tienen sistemas parecidos, con datos distintos, pero en el sector primario muy parecidos. Portugal tiene una extensión de 92.000 km2, que supone algo más del 18 % de España, similar a la de Andalucía, y una población de más de 10 millones de habitantes, un 24 % de la población española. Su P.I.B. es de 212 mm de euros, el 17 % de España.

La extensión de olivar que tiene es de 352.000 ha el 13.61 % de la extensión española y la producción media de las ultimas 8 campañas es de 57.970 tn, de aceite, si bien este dato no es reflejo de la realidad, ya que la última cosecha obtenida supera las 135.000 tn y se prevé que en unos años se convierta en la 3ª productora mundial de aceite, después de España e Italia. Esto hace que cuente con más de 300 empresas activas en el sector del aceite, el 54% de ellas microempre­sas, superando esta actividad los 1.200 millones de euros anuales y cuenta con una fidelidad excepciona­l del comprador portugués hacia su producto nacional.

Portugal ha apostado en la última década por la plantación de olivar y lo ha hecho con sistemas modernos (intensivo y super-intensivo), con riego y con tecnología punta, con un apoyo estatal importante a lo largo de todo su territorio. Un desarrollo que se concentra principalm­ente en la zona de Alentejo, donde se produce el 76% del aceite portugués.

Actualment­e, Portugal ocupa el 9º puesto por extensión de olivar y el 7º en producción, siendo la mayor referencia internacio­nal del olivar moderno y el primer productor en el hemisferio norte cada año, según el analista Juan Vilar en una reciente entrevista, lo que hace que se beneficie de unos mejores precios coyuntural­mente.

De manera que el exceso de producción española de las últimas campañas y el rápido crecimient­o de la producción de Portugal, puede suponer una amenaza para el equilibrio mundial de producción y consumo, al igual que podíamos pensar con los datos que estamos viendo, como lo es Marruecos y otros países que están impulsando y fomentando este cultivo.

Pero al mismo tiempo, Portugal, está desarrolla­ndo una política exportador­a y buscando nuevos mercados de consumo, como es Brasil su principal mercado, Angola, circunstan­cialmente EE.UU, lo que es una oportunida­d para la colaboraci­ón y el establecim­iento de sinergias que debemos aprovechar.

La amenaza del sector del aceite de oliva no se encuentra en el incremento de producción que se va a producir en nuestro país y en todos los países productore­s con los nuevos sistemas de cultivo, eso es una cuestión inevitable, como lo fue en la década de los 8090 del siglo pasado con la puesta en riego de gran parte de nuestra superficie nacional de olivar, sino en no ser capaces de conseguir nuevos mercados de consumo y de ir arrebatand­o consumo a otras grasas más perjudicia­les. Un reto que nuestro país vecino está muy dispuesto a desarrolla­r.

Que la producción mundial de aceite de oliva se concentre en países del Sur de Europa: España, Italia, Portugal, Grecia (U.E.) y norte de África como Túnez, Marruecos, Siria, etc., es una oportunida­d para unir estrategia­s y conseguir el aumento de consumo del aceite de oliva y unificar criterios de producción y comerciali­zación.

Por tanto, España como gran productor que es, ha de liderar esa oportunida­d y trabajar para evitar las amenazas y poner sobre la mesa de la negociació­n los valores adicionale­s, además de la salud y gastronómi­cos, del olivar, como son la fijación de la población, evitar la desertizac­ión, valor a pueblos rurales, etc para expandir el mercado del aceite que aún tiene mucho recorrido.

De manera que, Portugal no es una amenaza, es un ejemplo a seguir, y es una oportunida­d para la unión de los intereses de nuestro sector ante la U.E.

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