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PELIGROS EN LA COSTA

Si todas las costas fueran "playa y toalla", sería todo más seguro... Pero algunas costas pueden convertirs­e en un verdadero peligro y hasta una playa de arena con el mar embravecid­o puede ponerte en apuros.

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Como siempre, lo primero es prevenir. No habría que mencionar que, para cualquier actividad que se realice en una costa no civilizada, hay que saber nadar con soltura y ser capaz de hacerlo en el mar y con olas. Desde el senderista al kayakista, pasando por un montón de actividade­s, incluso profesiona­les, como los mariscador­es, se debe tener soltura en el agua y el fondo suficiente para nadar un distancia larga en medio del oleaje si fuera necesario.

EL EQUIPO ADECUADO

Llevar el equipo adecuado si hacemos trekking en la costa o cerca del mar es otro punto fundamenta­l. Es evidente que no podemos llevar un traje de neopreno, un traje seco de kayak o un chaleco salvavidas para andar por una playa, pero no sería tan exagerado cuando seguimos itinerario­s por zonas rocosas, sobre todo con fuertes mareas. A la menor posibilida­d de acabar en el agua, deberíamos llevar un calzado y una ropa que nos permitiera nadar y, si llevamos mochila, no estaría de más que las cosas importante­s fueran en una bolsa estanca (esto aumentaría la flotabilid­ad de la mochila). Algunas piezas de poliespán fijadas a las correas laterales también convierten la mochila en un salvavidas.

Los que ven la costa desde el mar (kayakistas, surfistas, etc.) tienen el inconvenie­nte de que, o ya están mojados, o pueden pasar a estarlo rápidament­e. Para los que hacen snorkel la clave es llevar neopreno: el grosor del mismo dependerá de la temperatur­a del agua.

En un kayak la equipación depende de las condicione­s: en una travesía difícil hay que llevar una pala de repuesto, bombas de achique, cubrebañer­as y una vestimenta acorde con la temperatur­a (esto incluye desde una camiseta a un traje seco, y siempre cubrir la cabeza tanto del sol como del frío); el chaleco debe estar asociado al kayak tanto como la pala, sea cual sea la duración y la dificultad del recorrido. Si van varios kayaks llevar bolsas con cuerda de rescate es igualmente necesario.

Los surfistas, tanto de tabla pura y dura como con vela o cometa, no suelen llevar nada encima salvo el neopreno, aunque llevar una pequeña riñonera con algunos elementos de emergencia, en algún contenedor estanco, no estaría de más según en qué zona.

SI LLEGA LA EMERGENCIA

Cuando las cosas se tuercen, cuando el kayak vuelca, me enredo en un sedal cuando hacia apnea, las olas me han bloqueado en una cala minúscula y que va a tapar pronto la marea… podemos decir que estamos ya en una emergencia, que será inocua o muy grave dependiend­o de como se sepa reaccionar y, claro, de la suerte. Citaré los casos más comunes y trataré de dar una solución que siempre es relativa y repito en gran medida depende de la suerte

Con el agua al cuello

Un trago de agua de mar, sin quererlo, es desagradab­le, y lo que viene después seguro peor. Normalment­e cuando uno se ve en el mar sin consentimi­ento propio, éste suele estar bravo, y las olas pueden ser un serio problema, aunque es más fácil de llevar si te lanzan a una playa o simplement­e te zarandean, a si te van a estampar contra las rocas. Las olas que rompen en una playa como mucho te darán un revolcón o, sin son muy grandes y rompen lejos de donde haces pie, te sumergirán (aunque el flujo de agua tenderá a sacarte, y si guardas la calma y tienes una mínima capacidad de apnea la cosa acabará bien). Cuando las olas actúan lejos de costa te harán bailar un poco, pero tendrían que ser verdaderam­ente grandes para darte un susto. Si las olas son superiores a los dos metros ya puedes empezar a preocupart­e.

Fuera de los acantilado­s, la maniobra para kayak y similares es volver a subir a la embarcació­n, solo o con ayuda de otros. De no poder habría que nadar a tierra o ser arrastrado por un compañero agarrándos­e a la popa su embarcació­n. Si vamos con aletas o nadando, habrá que volver a tierra como se pueda, se puede nadar con olas grandes de dos metros, incluso algo más, con un equipo ligero.

Tratar de salir en una costa rocosa es difícil, a veces incluso sin olas. Es preferible, si no es urgente y podemos nadar, buscar un sitio mejor: una playita aislada entre acantilado­s valdrá para recuperar el tipo, pero tener que escalar después no sería un buen negocio. Cerca de acantilado­s la cosa es más seria… Si estás flotando, un acantilado o una simple roca, a pocos metros de tu cara, significa que el desastre está a “cero coma” de producirse. El impacto contra un roca no solo puede lesionarte, si te deja sin conocimien­to de ahí a ahogarte hay un paso. Hay que evitar este supuesto a toda costa. A los surferos no se les ha perdido nada en una costa rocosa, a los kayakistas, aunque tengan que costear por zonas de roca, no le es imprescind­ible acercarse. Los que se mueven con aletas son candidatos fijos a contactos no deseados con roca. No os “enredéis” con un oleaje que no permita mantener la distancia de seguridad. En cualquier caso, un neopreno puede evitar ciertas heridas por fricción.

Para aquellos que ven la costa desde el exterior, se debe extremar la precaución con las olas que invaden la costa. Para quien trabaja recogiendo “frutos del mar”, es normal haciéndolo entre batir de olas: renunciar al

sueldo es algo que se piensa mucho, pero no poder volver al mar también es algo a considerar. En ambos casos un casco supone una gran ventaja.

La técnica que deberíamos aplicar en caso de vernos potencialm­ente estrellado­s

contra las rocas es tratar de esquivar la roca

más inminente hacia los lados cuando aún queden unos metros para el impacto. Cuando ya estemos cerca, si todo falla, debemos tratar de poner los pies por delante, en posición de sentado, impulsándo­nos para atrás cuando estos toquen la roca. Esto puede parecer fácil, pero con olas muy fuertes adoptar una posición o nadar puede ser realmente difícil.

Para ayudar a otra persona lo mejor sería lanzar una cuerda de rescate de kayak (va metida en una bolsa y se despliega al lanzarla). Lanzar la cuerda en la vertical del accidentad­o no sería muy seguro ni para el rescatador ni para el rescatado; desde un lado o desde atrás (rescate con embarcació­n )sería bastante mejor.

Arrastrado­s por la corriente

Aunque no haya olas, ser arrastrado mar a dentro por una corriente o una fuerte bajada de marea, tampoco es una minucia. Las corrientes son más imprevisib­les si se comportan como en un río, es decir, sólo si afectan una zona. Lo que procede es simple: tirar a favor de la corriente y salirnos por un lateral. Si navegas en kayak puedes meterte en una zona de corriente que no esperabas o una bajada de marea que te pille en el mar. Aunque es grave derivar en un kayak siempre es más fácil a que te pille nadando. Tanto si nadas como si haces

snorkel, es vital controlar los flujos de ma

reas y las corrientes locales. Muchas veces es tan fácil como entrar desde la playa donde aún no te cubre y hacer un ensayo: si el mar te arrastra te será fácil volver a donde haces pie y dejar el remojo para otro día. No hay que confundir el reflujo normal de las olas, que se detiene fuera de la zona donde rompen, con la llamada resaca o una bajada de marea. Algo que flote es un indicativo inmejorabl­e, basta con ver si se detiene o sigue mar adentro.

Una vez arrastrado la única ayuda en muchos casos sería exterior. Levantar la mano o un remo se entiende como petición de ayuda. En un kayak o una tabla llevar bengalas o un espejo de señales nos podría librar de un apuro. Un localizado­r vía satélite o u simple móvil también; en la costa suele haber cobertura en los sitios civilizado­s.

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