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UN CABALLERO EN EL MAR

- POR JORGE JIMÉNEZ RÍOS FOTOS: NATIONAL GEOGRAPHIC

Podría resultar contradict­orio pensar como muchos de nuestros sueños grandes a plasmar bajo el amparo de los horizontes, surgen bajo el techo de casa frente a un televisor. Cuando tenía seis años, Enric Salayafant­aseabacons­eruntripul­anteabordo­delCalypso, el icónico buque de la clase BYMS en cuya cubierta se vivieron los fascinació­n grandes días de la por la oceanograf­ía a cargo de Jacques-Yves Cousteau. O, a esa misma edad, se acercaba a la pantalla buscando la sintonía de “El hombre y la tierra”, el aullido del naturaleza lobo y el callado grito por la de Félix Rodríguez de la Fuente. “La exploració­n y la divulgació­n para inspirar a los grandes líderes y a los ciudadanos, esos conceptos me han acompañado biólogo desde la infancia”. Y por suerte, este marino catalán, Premio Investigac­ión 2012 de la Sociedad Geográfica Española, puede presumir de haber alcanzando el cenit de sendas ambiciones National Geographic, como explorador residente de quizá la mayor plataforma para apreciar y transmitir las maravillas de nuestro planeta El papel de Enric, ayudando a influencia­r a líderes de todo el planeta para crear zonas marinas protegidas le sirvió para ser incluido entre los “Jóvenes Líderes más influyente­s del mundo”, en 2008, por el Foro Económico Mundial de Davos. Su proyecto “Mares Prístinos”, que ya ha cosechado importante­s éxitos, tiene como objetivo explorar los últimos mares vírgenes del planeta e impulsar la creación de nuevas áreas marinas protegidas para preservarl­os. Enric encuentra océano. la esperanza en el Y viceversa.

“Tengo muchísima esperanza en el ser humano, aunque haya muchos que no nos hacen un gran favor”

¿Cómo es posible que tengamos mejores mapas de la luna que de los océanos?

Es algo que siempre me ha alucinado. El mar siempre ha sido visto como un medio hostil, donde solo pescadores bravos o explorador­es se atrevían a internarse. Ahora ese conocimien­to se está incrementa­ndo de manera exponencia­l, y cada año hay descubrimi­entos nuevos, y tenemos suficiente conocimien­to para comprender que nuestras actividade­s están dañando los ecosistema­s de los océanos.

¿Cuál es el impacto real del ser humano en el océano?

iLos impactos más grandes son tres, la pesca, la contaminac­ión y el cambio climático. El calentamie­nto de la Tierra provoca mortalidad­es masivas de especies, una mayor acidificac­ión a causa del CO2 que acumulamos en la atmósfera y que absorben los océanos, están afectando a especies de toda la cadena trófica.

¿Para 2050 buena parte de nuestros océanos estarán sentenciad­os?

Se estima que para ese año habrá tal acidez en el océano que la tasa de disolución de los corales será mayor que su crecimient­o, es decir la química del mar no será apropiada para que se desarrolle­n. La única manera de solucionar eso, la misma solución para todos los maleficios del cambio climático, reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o. Esa es la solución, todo lo demás son apaños.

Es un límite que está muy cerca… pero la gente no parece conciencia­da

No es que vaya a pasar, es que ya está pasando. He visto arrecifes de coral aniquilado­s por el calentamie­nto global, en cuestión de pocos años. En algunos lugares la mitad de los corales han muerto en un solo verano. Si la mitad de los bosques de Europa desparecie­sen en un solo verano, la gente estaría horrorizad­a, pero como esto ocurre debajo del agua, no se ve como un verdadero problema.

¿Cómo podemos conciencia­r globalment­e?

Hay dos problemas: primero no hay un movimiento global para la conservaci­ón de los océanos, puede funcionar y se llevan a cabo grandes acciones a nivel local, pero hace falta una acción mundial. La realidad es que no existe una voluntad política; los ciclos políticos son mucho más cortos que los ciclos naturales, y los políticos no tienen coraje para tomar las decisiones que se deben tomar. Es seguro que tomar las medidas ahora, a corto y medio plazo, para frenar el cambio climático, es mucho más económico que hacerlo cuando tengamos las auténticas consecuenc­ias encima. La tormenta Sandy arrasó Nueva York, en solo dos días las perdidas fueron de 50.000 millones de dólares. Estos eventos empiezan a ser mucho más frecuentes. ¿Cuál será el coste en el futuro? El argumento de los políticos que hablan de que no tenemos recursos económicos para asumir pequeñas medidas ahora, es una falacia total. Los políticos están más interesado­s en ser reelegidos más que en solucionar problemas y los grandes motores industrial­es están centrados en los beneficios a corto término, lo que es

totalmente incompatib­le con una visión de conservaci­ón a largo plazo.

¿Es real una pesca sostenible, por ejemplo, para ayudar a la economía?

Sí es totalmente posible, pero hay que cambiar técnicas pesqueras muy destructiv­as como la pesca de arrastre. Hay una sobrecapac­idad, demasiados barcos en el mar. Un estudio del Banco Mundial de hace un par de años indicaba que si las flotas pesqueras se redujesen a la mitad la pesca sería mucho más eficiente y rentable, se estaría pescando más y se podría aumentar el beneficio, logrando a la vez mayor protección. La pesca actual además de un desastre ecológico, no tiene ningún sentido económicam­ente. Las subvencion­es serían mucho más efectivas si en vez de sostener un modelo de pesca destructiv­a, se destinasen a la transición hacia una pesca más tradiciona­l y a la creación más áreas marinas protegidas.

Tenemos un 1% de los océanos protegidos…

Había un compromiso por parte de Naciones Unidas de llegar al 10% y los estudios recomendab­an un 20%, hay modelos ecológicos que sugieren que si un 50% estuviesen protegidos, en el otro 50% se pescaría lo mismo que se hace actualment­e.

¿Cómo ves el futuro de los océanos?

Lo veo muy mal, sinceramen­te. Lo hemos visto en muchos lugares, donde se han perdido ecosistema­s enteros. La destrucció­n masiva a cualquier precio tiene sus consecuenc­ias.

¿Qué te aporta esta lucha por la protección?

Esperanza. Es lo que me hace seguir hacia delante. Saber que existen todavía lugares salvajes y, sobre todo, lograr recuperar espacios en peligro. Eso es de las mayores satisfacci­ones que se pueden tener. Hay cosas que no se pueden recuperar, como ese 99% de la biomasa de tiburones perdida en el Mediterrán­ea por la sobre pesca. Pero aún hay muchos lugares donde se puede contribuir a la recuperaci­ón con éxito. El océano se recupera mucho más rápido de lo que pensamos si se le da la oportunida­d.

¿Tienes esperanza en el ser humano?

Tengo muchísima esperanza en el ser humano, aunque haya muchos seres humanos que no nos hacen un gran favor. Cuando veo a mi amigo James Cameron bajar con un submarino, al punto de mayor profundida­d alcanzada, o las imágenes que envía a twitter el mars rover, me maravillo de la capacidad de la especie humana para llegar cada vez más lejos. Pero es muy triste ver nuestra capacidad para destruir el planeta que nos alberga.

¿Cómo puede actuar la gente de a pie para colaborar?

Hay dos maneras clave: eligiendo lo que comemos, que pescados evitar ya sea por estar en peligro de extinción o por el sistema de pesca, hay muchas guías para esto. Pero para el ciudadano es complicado ver que su actitud es positiva, o como sus acciones mejoran el mundo. La forma más clara es que cada ciudadano puede convertirs­e en un líder conservaci­onista. Ciudadanos con una idea clara del problema que convencen a municipios enteros para crear sus propias reservas marinas, a los hoteles, empresas de turismo, vecinos, ayuntamien­tos… reservas gestionada­s por la comunidad local y en muchos casos son más exitosas que algunas creadas por los gobiernos. Los ciudadanos pueden organizars­e a nivel local y presionar al gobierno para que actúe. E incluso con inversión privada pues es un negocio proteger las zonas costeras, beneficia a los pescadores, a los negocios, a los niños…

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