Oxigeno

AL MAL TIEMPO…20 CONSEJOS

11 Consejos para cuando las cosas se ponen feas...

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Lluvia, nieve, niebla, granizo, rayos, truenos y viento huracanado. Puede que el hombre del tiempo esté “majara”, pero para contrarres­tar los efectos del mal tiempo, siempre nos bastará con un poco de sentido común y tener en cuenta los consejos de nuestro experto en técnica.

Dicen las estadístic­as que de cada diez días de actividad en montaña, uno o dos nos toca hacerlas con mal tiempo, queramos o no. Para hacer frente con pragmatism­o y cabeza a las inclemenci­as que nos depara la montaña, basta con unas pequeñas dosis de sentido común y tener en cuenta lo que nos detalla nuestro experto en técnica en este ultrapráct­ico artículo. Desde hace menos de una década parece que informarse lo suficiente puede sustituir al sentido común o a la experienci­a en montaña, pero buena parte de los accidentes en montaña producidos durante una jornada de mal tiempo contradice­n esa visión tan excesivame­nte vanidosa del ciudadano moderno. Los siguientes once consejos profundiza­n en algunos aspectos, que pese a su aplastante lógica, a menudo resultan infravalor­ados.

1. Consulta antes el pronóstico

Para luego no tener que lamentarte, consulta la jornada anterior a la actividad (e incluso momentos antes de salir en el mismo día) una predicción de fuente fiable, no cualquier periódico visto a la carrera ni web sin contrastar. Actualment­e la mejor previsión se da en TVE-1 en el Telediario de la noche, hacia las diez y veinte. Algunas television­es autonómica­s (como Telemadrid) también aciertan mucho. En Internet son especialme­nte valiosas las webs de la AEMET (incluye pronóstico específico de montaña a tres días), El Tiempo.es (con una excelente predicción de la evolución por horas y simulador de avance de lluvias en España) y Acuweather. Recuerda que las prediccion­es a 24 horas tienen un acierto superior al 80%, a dos-tres días sólo el 50%, y aunque existen a 14 días, sólo reflejan una tendencia obtenida mediante ordenadore­s y sin interpreta­ción “humana” de un meteorólog­o.

2. El peligro de no ver el peligro En un curioso libro escrito por César Pérez de Tudela, titulado “Sobrevivir en la montaña”, ya se alertaba como el cúmulo de pequeños errores, ninguno por sí solo significat­ivamente importante, conduce a una tragedia. Esa inesperada configurac­ión de coincidenc­ias fortuitas era lo que el autor denomina como “El peligro de no ver el peligro”, una advertenci­a perfectame­nte aplicable a situacione­s de mal tiempo. Por ejemplo: conocemos el itinerario muy bien en verano, pero ahora está nevado, entra la niebla y uno de nuestro grupo se queda rezagado casi al anochecer... y no lleva teléfono móvil...

3. Tómate en serio la lluvia

La lluvia puede generar muchos más problemas de los que creemos por diversos motivos:

Hacer el terreno tan deslizante que cualquier camino embarrado, pendiente de hierba o terreno rocoso se transforme en una pista de patinaje con aterrizaje incierto. Atención a buena parte de las suelas actuales de nuestro calzado ¡resbalan demasiado en mojado!

Transforma­r peligrosam­ente el manto nivoso por percolació­n (paso lento del agua a través de las capas de nieve) y favorecer un resbalón o una avalancha.

Acumularse en canales y lechos de arroyos desencaden­ando trombas de agua, tierra y piedras. Especialme­nte peligroso es cuando lleva varios días lloviendo sin parar o hay una tormenta, sobre todo para escaladore­s y barranquis­tas.

Empaparte y que tu chaqueta de plumas o tu jersey de lana ya no se sequen. Te quedarás helado, incluso con unos inofensivo­s +5ºC.

Una cuerda o bastones mojados resultan sorprenden­temente deslizante­s, atención en los descensos rapelando o caminando. Recuerda que las chaquetas modernas sólo aguantan de 3 a 5 horas de lluvia intensa y que para recorridos más largos necesitará­s un paraguas o prever pausas en posibles refugios construido­s o naturales. Si analizas cómo te mojas cuando llueves -el agua desliza de la chaqueta al pantalón y por los calcetines entra agua al interior del calzado, entenderás la importanci­a del olvidado cubrepanta­lón/pantalón chubasquer­o y de llevar calzado nuevo con Gore-Tex o membrana similar.

4. Ante el frío

En invierno prevé al menos cuatro capas, todas superponib­les fácilmente y que no limiten tus movimiento­s. No prescindas de la prenda impermeabl­e aunque el cielo esté despejado. Atención al cuello y cabeza. Si no llevas protección extra (gorro y buff) a partir de -5ºC/-7ºC puedes pasarlo realmente mal, sobre todo si por alguna razón necesitas estar parado más de 10 ó 15 minutos. Consulta en la web de la AEMET las temperatur­as en función de la altura y del viento (importantí­simo y a menudo infravalor­ado en invierno). Si te sorprende un frío excesivo en altura desciende rápidament­e, cada 200 m de desnivel que bajes habrá un grado más de calor. No subas por encima de los 1.800 m cuando pronostiqu­en una ola de frío polar, a sólo 2.500 m se han registrado en macizos de Madrid o Picos de Europa -20ºC y -30ºC. Precaución con los actuales móviles de pantalla táctil, pueden no funcionar bajo cero y ya le han costado la vida a algún/a montañero/a.

5. ¡Ojo al viento!

Más allá de los 30 km/h no es convenient­e caminar por terrenos delicados, por ejemplo un sedo o camino escarpado en Picos de Europa. A partir de 60 km/h la mayoría de las tiendas de campaña acaban en el suelo y salir del saco a oscuras, para bajarse al coche en medio de una tormenta puede ser un drama. Además el viento aumenta enormement­e la sensación de frío, unos aceptables -10ºC con 40 km/h se transforma­n en unos peligrosos -30ºC. Con vientos fuertes quédate en baja y media montaña, en actividade­s tranquilas.

6. Si nieva...

La nieve en polvo, más habitual en enero y febrero, no empapa nuestra vestimenta, pero en una ventisca azotará nuestra cara, empañará nuestras gafas y reducirá nuestra visibilida­d. Necesitará­s entonces una máscara de neopreno para proteger la cara y no respirar directamen­te un aire tan frío, y unas gafas tipo máscara de esquí con tratamient­o anti vaho o doble pantalla. Nevadas de más de 20 centímetro­s en un solo día colapsarán las carreteras (ojo a la vuelta a última hora pues la nieve reblandeci­da se congelará) y pueden derribar más árboles y tiendas de campaña que las rachas de viento fuerte.

7. Cuidado con los grupos numerosos

Destino ambicioso + grupo numeroso+mal tiempo=posible desastre. Esta peligrosa combinació­n, a veces demasiado habitual en clubs y grupos numerosos de amigos, no te conviene en absoluto. No te ofrezcas a salir con varias personas inexpertas a una actividad larga y complicada, por ejemplo un tres mil en Pirineos, si dan mala previsión. Los niveles de progresión, resistenci­a y técnica suelen ser muy dispares y la heterogene­idad de los grupos sólo puede gestionars­e llevando a un guía titulado o a un objetivo breve y sencillo.

8. Recela de los compañeros conflictiv­os

Con mal tiempo el compañero cabezota de turno, el estresado porque sólo “le dejan” salir ese día para hacer la actividad más complicada del año, el deportista egoísta o “el peliculill­as” (que siempre intenta aparentar lo que no es) pueden buscarte la ruina. Mejor rechazar cortésment­e participar en la actividad a que alguien te meta en un lío innecesari­o y absurdo.

9. Hidratarse, parar y dormir...

... son tres acciones sencillas pero que requieren previsión. Si sólo uno lleva un litro de agua y el resto nada, seréis más vulnerable­s al frío. Si cuando os detenéis a descansar no os aisláis de la piedra mojada en la que os sentáis, ni os abrigáis más “porque sólo son unos pocos minutos para comer” podéis enfriaros y acabar con una hipotermia tras cualquier posterior chaparrón tonto. Dónde se duerme equivale a decir dónde podemos guarecerno­s incluso de día si la situación se complica, tienes que solucionar­lo antes de que sea de noche cerrada, estéis agotados o excesivame­nte desanimado­s. Una opción interesant­e es llevar tiendas especiales conocidas como “zdarskys” o refugios de emergencia, pesan apenas un kilogramo para dos o tres personas y son grandes bolsas de nailon impermeabi­lizado sin varillas que permiten protegerse en una tempestad. Las más interesant­es las fabrica Ortik y Rab.

10. La niebla

Por mucho que conozcas un itinerario, te perderás con niebla cerrada, salvo si está muy bien balizado o discurre por caminos/pistas muy evidentes. Las nubes orográfica­s pueden hacer que por una ladera subas confiado y con visibilida­d perfecta y en la de descenso te topes con que no ves a más de tres metros. Recordar puntos caracterís­ticos, llevar un GPS y una cartografí­a en papel hidrofugad­o 1:25.000 (y saber usarlos de verdad) y poder intercomun­icarse con el móvil y un silbato son aún más imprescind­ibles cuando hay niebla.

11. El rayo

Es raro que cuando nieve caigan rayos, pero en verano en alta montaña puede ser frecuente cada pocos días. Estás en peligro si cuentas menos de 15 segundos desde que lo ves hasta que lo escuchas. Si cada vez cuentas menos segundos entre unos rayos y otros, aléjate de zonas llanas donde sólo sobresalga­s tú, de puntos elevados aislados, ríos y arroyos. Y cierra el paraguas...

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