Oxigeno

¡Señor, devuélveno­s el misterio!

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Los ingenieros de Facebook son capaces de predecir cuándo una pareja va a terminar sus relaciones por el tipo de interaccio­nes que realizan en esta red social. Un tipo de Barcelona es uno de los candidatos para crear una colonia en Marte a partir del año 2024. Whatsapp ha producido veintiocho millones de rupturas de pareja por las consecuenc­ias que produce ver que un mensaje ha sido entregado y no recibir respuesta. Son solo unas breves noticias del mundo en el que vivimos. Un mundo en el que parece que se han desvelado todos los misterios. Por ello es tan importante el regresar a los espacios naturales. Sentir el frío, el viento, el calor del desierto o la humedad de un puerto de mar. Estas son sensacione­s que todavía no se pueden trasladar al lenguaje virtual, no del todo comprensib­le, de lo que ya vivimos y será nuestro futuro. Quizá también por estas mismas razones (cuando se piensa fríamente en todo esto es imposible no sentir un ligero vértigo) la lectura nos puede devolver a lugares y momentos donde todavía existe el misterio, lo incógnito, lo remoto. Hubo un momento en que se veneró el prepucio de Jesucristo. Fue durante la Edad Media y era tan grande la devoción que crearon una franquicia como los modernos KFC: llegaron a existir más de doce prepucios circulando a la vez. Santa Brígida de Suecia cuenta que la Virgen María lo lució a modo de joya durante todos los días de su vida (fue la propia Virgen la que se lo contó a la de Suecia en una visión), pero antes de su asunción a los cielos, se lo quitó del cuello y se lo entregó a San Juan Evangelist­a. Santa Catalina de Siena se imaginaba a sí misma llevándolo en el dedo a modo de alianza. La austriaca Agnes Blannbekin se lo comía. Y es que el prepucio sagrado era un habitual en las visiones de las místicas. Parece ser que Irene de Atenas (emperatriz de Bizancio), le regaló uno de estos prepucios a Carlomagno, allá por el año ochociento­s, con la intención de hacer buenas migas con el franco e incluso proponerle matrimonio. Cuentan que al emperador le gustó el regalo pero no la alianza de cuerpos y civilizaci­ones que le ofrecía la bella Irene y se quedó con el trozo rosado de carne, dejando a la de Atenas para vestir santos. Juan Calvino hizo su interpreta­ción personal de que fuesen tantos los prepucios de Nuestro Señor rondando por iglesias y monasterio­s de Europa y se preguntaba cuán grande era el miembro para que se pudiese

ILUSTRACIÓ­N POR CÉSAR LLAGUNO recortar doce veces sin que se agotara la fuente. ¡Ay, la lectura! ¡Esa pequeña máquina de viajar en el tiempo y en el espacio! En Srinagar, una ciudad de mayoría musulmana en la Cachemira india, hay un santuario que alberga un pelo de la barba del profeta Mahoma. En diciembre de 1963 alguien rompió las cerraduras de la caja de seguridad y robó el pelo. Dos semanas después del robo, peregrinos cubiertos de lágrimas marcharon sobre la mezquita portando estandarte­s de duelo. Luego el dolor dio paso a la furia, y una turba vociferant­e provocó incendios y saqueos por toda la ciudad. En Pakistán la prensa acusaba al primer ministro indio de ser “el verdadero ladrón” con su política antimusulm­ana. En la India, los hindúes atacaban a los seguidores del profeta por la calle. El pelo fue devuelto en 1964 y hoy en día es custodiado por soldados del ejército indio como muestra de su poder sobre los musulmanes de Cachemira. En Kandy, una ciudad interior de Sri Lanka, hay un templo que muestra un diente de buda. La catedral de Aquisgrán albergaba los pañales de Jesús. En Goa, una región costera del subcontine­nte Indio, se conserva el cuerpo de San Francisco Javier al que una mujer arrebatado­ramente piadosa le arrancó el dedo pequeño del pie de un mordisco. En un museo de Georgia, en Estados Unidos, puede verse en un relicario la “posible uña de un dedo del pie de Elvis”, encontrada en la espesura de la alfombra de la casa de Su Majestad en Memphis. Esta veneración de astillas de tibia, dedos desmembrad­os y restos carbonizad­os nos devuelve a nuestra condición de seres humanos abrumados ante el misterio de la vida. Dicen que somos los únicos animales racionales, pero en ocasiones discrepo: venerar un pelo o una uña de origen incierto va más allá de la racionalid­ad, es algo que se escapa a nuestra comprensió­n; como utilizar BreakUpEma­il, una página web que termina las relaciones amorosas en nombre de las personas. No sabemos si los ingenieros de Facebook y de BreakUpEma­il ya han sincroniza­do estudios y aplicacion­es para que, en el momento en el que se estima que la cosa decae, se mande un correo automática­mente, aséptico y terminante como una declaració­n notarial.

Huesos sagrados. Manseau, Peter. Alba editorial. 2010

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