Cara Norte del Petit Dru
DIFICULTAD 850 METROS, MD+ Y V GRADO
Más de 850 metros forman esta oceánica pared de un más impresionante obelisco que iba a convertirse en la tercera gran clásica del proyecto imaginado por Rebuffat. Reinando en la Alta Saboya, observando hierático el valle de Chamonix, el colmillo del Dru permite una escalada continua sobre roca siempre que la meteorología y los desprendimientos no sellen el final de la jornada. En invierno adquiere un compromiso mayor si se cubre de hielo o nieve, siendo una pared tan buena como cualquier otra para sufrir los rigores del compromiso. Su primera ascensión no solo iba a requerir de varios intentos, si no de un entrenamiento complejo que Pierre Allain iba a cimentar sobre los cantos del bosque de Fontainebleau. Allain se ataría con Raymond Leininger para bregar durante dos días con un muro que iba a exigirles tanto esfuerzo físico como emocional. Durante la aproximación dos turistas conociendo sus intenciones les despedían con efusividad e inquietud: “Si vuelven… vuelvan con vida”. La aproximación suele hacerse desde la estación de Grand Montets, encarando la cresta de roca en dirección a la ruta, visible desde el principio. Tras otra cresta, más exigente, se desciende al glaciar del Nat Blanc, cruzándolo hasta el comienzo de la ruta, que comienza con una marcada canal de dificultad media. Fisuras y más canales y una disfrutona chimenea van formando la serpiente de roca que concluye en la fisura Lambert, de fácil aseguramiento. Se prosigue por un diedro helado al que tener respeto, antes de continuar sobre terreno fácil, aunque expuesto por el espolón. Los últimos largos son estéticos y sencillos, concluyendo en una canal asequible hasta la cumbre. Son varios los posibles vivacs durante la ruta. El descenso se recomienda por la vertiente sur siguiendo sus líneas de rapel. La roca descompuesta y la imprevisible llegada de una tormenta, las dificultades comunes del proyecto, también se materializan en el Petit Dru.