Fría y virgen en Alaska
Apertura en la noreste del Augustin
Una región remota, todavía al azote de los caprichos meteorológicos de un invierno tardío; una pared severa, inescalada; y una cordada dispuesta a hacer suyo el viejo dicho de que la satisfacción esta en lo que se sufre hasta alcanzar el éxito. El pasado abril, Benjamin Erdmann y Jess
Roskelley llevaban sus ojillos curiosos a la vertiente noreste del monte Augustin, en las afiladas y abrumadoras agujas de Kitchana, donde enfrentándose a tormentas diarias y placas de nieve y hielo poco consolidadas, lograban establecer más de mil metros de nueva ruta que han bautizado, muy al estilo clásico, como la “Erdmann-Roskelley NE Face”. Así, tras algún vivac fantasmagórico, la presencia de seracs muy amenazantes, y mucho terreno mixto de exigencia norteña, tocaban una cumbre que aunque no se levanta mucho más allá de los 2.500 m, bien iba a exigir un alto tributo de fuerzas. “En la cumbre la liberación que sentimos fue extraordinaria: no teníamos que centrarnos en el siguiente paso, en el siguiente agarre, nuestra perspectiva sólo tenía que expandirse para abarcar una panorámica fantástica. La concentración daba paso a la relajación, a disfrutar de la nieve y del atardecer; nuestros pensamientos a la deriva más allá de la escalada y de la montaña hacia esos lugares confortables donde la supervivencia se da por sentado”. Una reflexión hermosa una vez finiquitada la segunda ascensión absoluta de esta cumbre. No iba a ser el único tesoro que encontraran en los dominios del Trident Glacier, pues antes de afrontar la titánica escalada del Augustin, calentaban motores con The Snickle Fritz, más de cuatrocientos metrazos muy deportivos por la arista sureste que divide los dientes norte y medio del Tridente.