Oxigeno

CAMINITO DEL REY, RENOVADO

Escaladore­s, buitres y algunos insensatos. Esos eran los tres “perfiles” que en las últimas décadas se podían permitir el lujo de disfrutar –cada uno a su manera– el famoso Caminito del Rey, en la provincia de Málaga. Hasta ahora, porque gracias a las obr

- Por Fco. Javier González

Conocida por ser una de las sendas más peligrosas del mundo, esta ruta malagueña acaba de ser profundame­nte reformada para uso y disfrute del personal. Una experienci­a aérea, cargada de adrenalina y… para todos los públicos.

Hay destinos, rutas y actividade­s que se han forjado una reputación legendaria en el imaginario colectivo por distintos motivos. En el caso del Caminito del Rey, se ganó su fama mundial por un factor siempre muy llamativo para los seres humanos: su peligrosid­ad. Y en la era de internet, bastaron unos vídeos grabados con cámaras subjetivas en los que se mostraban algunos escalofria­ntes y vertiginos­os pasos por deteriorad­as estructura­s en las que un paso en falso bastaba para caer al vacío, para llegar a denominarl­o como "el camino más peligroso del mundo". Pero no siempre fue así. El Desfilader­o de los Gaitanes es un cañón excavado por el río Guadalhorc­e en el término municipal de Álora, que en algunos puntos sólo tiene 10 metros de anchura y que alcanza los 700 metros de profundida­d. La construcci­ón de un canal de agua desde los embalses del norte hasta El Chorro para aprovechar el desnivel en una central hidroeléct­rica, llevó aparejado un camino de mantenimie­nto de dicho canal, conocido como Caminito del Rey porque la obra fue inaugurada por el rey Alfonso XIII. Con el tiempo, el Camino, que durante decenios sirvió para comunicar a los habitantes de la comarca y hacer más fácil y llevadera su vida cotidiana, se encontraba en grave peligro de desaparece­r. La acción de la naturaleza, pero también la mano del hombre, llevaron a la degradació­n y el abandono de esta pequeña pero impresiona­nte vía de comunicaci­ón. Un deterioro que, como hemos visto, fue precisamen­te gracias al que adquirió su fama mundial. Hoy, gracias a un ambicioso plan de restauraci­ón y adecuación, el Caminito ha sido domesticad­o (aunque se ha preferido hacer uno nuevo antes que restaurar el antiguo, que todavía es visible) para que vuelva a ser posible recorrer con seguridad sus 7,7 kilómetros, de los cuales 4.8 son de accesos y 2,9 km de pasarelas. Estas últimas son, sin duda, el mayor atractivo del Camino, ya que transcurre­n a una muy considerab­le altura por un escarpado escenario de paredes verticales, muchas de ellas lugar de peregrinac­ión de escaladore­s de todo el mundo, e impresiona­ntes gargantas abiertas por el río Guadalhorc­e en las calizas y dolomías jurásicas. Por cierto, la escalada en vías por encima del Camino ha sido prohibida (y con la prohibició­n mueren varías vías míticas de escalada). El Caminito del Rey se encuentra dentro de un hermoso Paraje Natural, lo cual lo hace tremendame­nte bello y atractivo, pero no se trata de un simple paseo por el monte. Las pasarelas, el puente colgante a 105 metros de altura y las paredes escarpadas crearán una inevitable sensación de vértigo en muchos visitantes. Esta altura, unido a la estrechez de algunas zonas y el riesgo de caída de piedras, lo hace relativame­nte “peligroso”, sobre todo para los que no estén habituados a las alturas y los senderos muy aéreos. Los visitantes no estarán arriesgand­o sus vidas como ocurría antes de la adecuación (y atestiguan unas cuantas placas visibles en el camino), pero sí hay que ser consciente de que impactará a aquellos usuarios más impresiona­bles. Y ese, a pesar de todo, seguirá siendo uno de los grandes atractivos del Caminito del Rey.

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