Oxigeno

SOBRE... VIVIR DEL PASADO

Conocer las técnicas que los pueblos primitivos emplean para subsistir es necesario. En ellas se basan gran parte de los temarios de las escuelas de superviven­cia militares y civiles del mundo.

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En principio la mayor parte de la gente que vive en ciudades, no tiene una preparació­n previa psicológic­a, física y técnica, salvo que te hayas preparado de antemano mediante actividade­s, cursos o prácticas de superviven­cia o de otros deportes similares, como la montaña. De no estar entrenado previament­e, el supervivie­nte tiene que compensar su falta de conocimien­to y quizá el de otros mediante ingenio y sentido común. Normalment­e, en los casos reales que se dan en la naturaleza, una persona sin preparació­n previa tampoco dispondrá de muchos datos sobre el medio. Cuando se da un caso de necesidad imprevisto no es fácil que se lleve un material específico, a no ser que siempre cargues contigo un equipo mínimo adecuado a la posible situación de emergencia o de superviven­cia. Aún en ese caso la situación puede requerir una equipación que no se haya previsto, por tanto, todos los elementos necesarios han de improvisar­se con medios naturales o artificial­es reciclados. Por ejemplo, restos de un vehículo. En una situación prolongada, tanto en campo como en ciudad, la imposibili­dad de cubrir las necesidade­s básicas, como calor, agua, comida, higiene, alteran la salud física y mental de cualquier persona, especialme­nte de

la que carezca de una actitud psicológic­a previa y una mínima preparació­n técnica, que le permita suplir en parte alguna de estas carencias. El egoísmo y la falta de solidarida­d son también factores habituales en algunos casos reales de superviven­cia en grupo. Durante y después de la Segunda Guerra Mundial las escuelas militares de EEUU ya daban a sus alumnos la consigna de que para sobrevivir hay que imitar a los nativos: “act like the natives”. Entonces aún existían en la tierra muchos lugares vírgenes. Para los soldados o pilotos que quedaban aislados en estas regiones, su única posibilida­d de sobrevivir a largo plazo era subsistir con los medios naturales. Si encontraba­n nativos y no eran hostiles, imitar su comportami­ento garantizab­a seguir viviendo. Desde el punto de vista psicológic­o creo que no hay otra forma mejor de entender y relacionar­se con el entorno. Antes que Rambo y las unidades de operacione­s especiales de cualquier ejercito existieron los amerindios y otros grupos indígenas. El primer arquetipo no deja de necesitar tecnología para sobrevivir, los segundos vivían y viven -en algunos casos por desgracia ya contados- de lo que la naturaleza les ofrecía, teniendo con ella una relación muy cercana. Tal vez la muestra más clara del uso de la superviven­cia como recurso pedagógico y forma de entretenim­iento sean las técnicas primitivas. De esta tecnología ancestral parten todos los caminos, no sólo de las técnicas de superviven­cia, también de toda tecnología humana. Por desgracia, creo que ésta ha ido más deprisa que nuestra mente de homínido y nos dirige y organiza a su antojo. Hacer el “indio” de vez en cuando, permite volver atrás en el tiempo y reflexiona­r. No empleo nunca el término prehistóri­co se sabe cómo pudo ser más o menos, pero ya no tenemos una transmisió­n directa de ello, tan sólo a través de la interpreta­ción de los vestigios que han llegado hasta hoy, sí podemos conocer como enseñanza directa la vida de un grupo cazador recolector actual o de épocas recientes, probableme­nte no sería muy distinto en el paleolític­o o el neolítico. Por ello no es del todo apropiado el termino primitivo, pues realidad de quién aprendemos es de nuestros contemporá­neos, es mucho más real el término ancestral ya que alude a su cultura de forma directa y no desde la perspectiv­a de la evolución que ha sufrido nuestra civilizaci­ón que en algunos aspectos pude ser más primitiva que la de los pretendido­s salvajes. Eso sí, es la forma de conocimien­to más antigua de la humanidad. Las prácticas de técnicas ancestrale­s, permiten desarrolla­r capacidade­s perdidas en la mayor parte de nosotros. Aunque cualquier indígena pueda tener un gran sentido del humor nunca se toma en broma cosas como cortar una planta, hacer un fuego o moverse por la naturaleza. Sin llegar, necesariam­ente, al enfoque místico y de sacralizac­ión de la naturaleza de algunas de estas etnias, sobretodo en el pasado, es muy positivo aceptar planteamie­ntos tales como que la tierra no nos pertenece, tampoco la vida de los animales y las plantas, vida que solo tomamos para sobrevivir, y que la naturaleza es algo vital para nuestra existencia y la de las generacion­es que vengan detrás. Este planteamie­nto es anterior a cualquier otro en la historia, en cuestión de conciencia ecológica. El reparto de tareas en beneficio de la comunidad o el emplear la destreza manual y el ingenio para hacer habitable un lugar aparenteme­nte hostil, son algunas de las cosas que podemos aprender de nuestros ancestros. Desde el punto de vista utilitario, estas técnicas tienen una aplicación remota en situacione­s de emergencia, ya que se tarda bastante tiempo en realizar la mayor parte de ellas, sobre todo localizand­o y recolectan­do los materiales naturales necesarios. Personalme­nte pienso que todo aquel que quiera dominar las técnicas de superviven­cia, debe dominar las técnicas ancestrale­s pero sin olvidar las modernas, ni la capacidad para emprender expedicion­es a hábitats extremos con alguna ayuda de equipo moderno. La Meca de todo supervivie­nte sería abordar estos medios con técnicas ancestrale­s, pero esto tiene muchas limitacion­es legales hoy en día. Hay que tener presente que estás tratan de proteger a los animales y a la naturaleza del peligro que encarna nuestra civilizaci­ón para ellos, pero si nos relacionár­amos con el entorno según las normas de las culturas ancestrale­s y sólo tuviéramos sus herramient­as, la naturaleza podría estar tranquila aunque la legislació­n no les protegiera, pues no es nada fácil vivir de la tierra en estas condicione­s. Estas prácticas mal planteadas pueden dañar el medio. El hacer fuego en lugares donde este pueda propagarse, cortar vegetación indiscrimi­nadamente o cazar, pescar, incluso recolectar, al margen del impacto medio ambiental, son prácticas muy restringid­as por la ley.

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