MITO Y LEYENDA
En los valles y montes de Aralar habitaron los “gentiles”, los longevos seres de los bosques vascos y navarros de fuerza extraordinaria y poderes mágicos que esculpían piedras a mordiscos y lanzaban grandes rocas por los aires, sembrando
los rasos de la sierra de dólmenes y cromlechs, y tal vez hasta pudieron tallar los relieves de Aralar y sus vertiginosas
Malloas. Las campas de pastos se denominan seles, en relación con los yacimientos dolménicos y los “seres” mitológicos que habitaron las montañas. Los seles están ordenados por mojones (piedra cenizal) y se usaban para subir a
los rebaños en verano en otras épocas, cuando los pastores pasaban largas temporadas en toscas cabañas cerca de los viejos megalitos.