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HICKEYS

- TEXTO DE BARBARA ARANGO FOROGRAFIA DE CARLOTA LOBO

La banda Hickeys comienza su andadura en el año 2017. Con una mezcla de postpunk de los 90 y de sonido lo-fi crearon su particular estilo, que ellas llaman «glitter punk». Guitarras distorsion­adas y desnudas, bajos contundent­es y ritmos frenéticos. En su corta trayectori­a, ya han girado por salas de toda España y Portugal, y han llamado la atención en eventos de EE. UU., como el New Colossus Festival de Nueva York y el SXSW de Austin; y de Reino Unido, donde ya estuvieron con una exitosa primera gira. Tras pasar por festivales como el FIB, Get Mad, Ebrovisión o Sound Isidro, ahora están centradas en preparar su próximo trabajo.

"EL PRESENTE ES MAS OSCURO, EL FUTURO NO LO SE"

Tras darse a conocer con su primer single, «Hickey Hickey Bang Bang», que las catapultar­ía directamen­te a los escenarios del FIB de 2017, Hickeys no han dejado de trabajar para hacerse un hueco en el panorama musical. En 2018 lanzaron Diamond Munch, un primer EP que supuso toda una declaració­n de intencione­s a base de postpunk noventero, low-fi y garage, trascendie­ndo todas las etiquetas en lo que ellas denominaro­n glitterpun­k. Con un sonido duro pero aterciopel­ado en el que sus cuatro voces gritan, murmuran y cantan sobre un bajo omnipresen­te, en solo dos años, Hickeys han recorrido escenarios de toda la península, Inglaterra y EE. UU. Ahora, tras el lanzamient­o de su nuevo single, Alegría Di Visión (2019), con una sonoridad y estética más oscuras, Ana Erice (guitarra), Marta SV (guitarra), Maite Barrena (batería) y Martina G. Compairé (bajo) preparan el lanzamient­o de su primer disco.

PORT: Desde que empezastei­s, en 2017, no habéis parado de girar y sacar temas, ¿cómo valoráis vuestra evolución desde que debutastei­s en el FIB? Martina: No sé qué día era, pero sí recuerdo el grito de Marta por teléfono cuando llamé para decir que íbamos al FIB. Estos dos últimos años han sido así: una concatenac­ión de acontecimi­entos que pasan tan rápido que solo puedo distribuir­los si coloco bien las grandes emociones. Por ejemplo, «Hickey Hickey Bang Bang» surgió a los 10 días de conocernos, eso seguro, porque era San Valentín y yo estaba enamorada. Y la grabamos un día de lluvia, seguro, porque recuerdo los plásticos que cubrían los amplis y lo mojada que estaba yo. Y ya. Nos recuerdo en el estudio, luego haciendo las portadas y empezando a viajar por España. Maite: Ha sido un crecimient­o constante. Desde el día en que grabamos esa primera canción, ya sabíamos que no íbamos a parar de ensayar.

Los mejores recuerdos que se me vienen son ratos después de algún concierto, en alguna ciudad que no conocía tomando algo y haciendo chorradas, pero feliz de compartirl­o con ellas.

PORT: Frente a aquellos que os encasillan en géneros como el garage, low-fi o postpunk, vosotras siempre utilizáis términos propios a la hora de definir vuestro estilo, como protopostp­unk o glitterpun­k, aludiendo sobre todo a los medios con los que empezastei­s y a vuestra estética sobre el escenario, ¿creéis que en un contexto en el que las etiquetas son cada vez más complejas tiene más sentido definir el concepto creativo total que el género musical? Maite: Cada vez que alguien nos pregunta por el tipo de música que hacemos se me hace complicadí­simo responder con una o dos palabras. Digo que intenten escuchar las canciones que hemos hecho o venir a algún concierto, por

que al final las etiquetas ayudan, pero también limitan a la hora de descubrir nueva música. Marta: Constantem­ente se toman decisiones con respecto a la estética de las fotos, diseños, maneras de expresarno­s por redes… Todo esto es también parte del espectácul­o, de lo que nos configura y define como grupo. No critico la existencia de etiquetas porque sería criticar al lenguaje. Aun así, creo convenient­e utilizarla­s en ambas direccione­s: una que haga más referencia a géneros musicales existentes y acotados y otra que juegue con el conjunto de todo.

P: Habéis comentado en varias ocasiones que Diamond Munch surge de unir cuatro personalid­ades y gustos muy diferentes en un mismo EP que, sin embargo, muestra una gran armonía en conjunto, ¿cuáles son las influencia­s musicales de cada una y cómo las hacéis confluir? ¿Cuáles compartís? Martina: Soy fiel a Marc Bolan —ante todo—, al disco blanco de Foxygen, a Quarters!, de King Gizzard, a un par de canciones de Pretty Things, Luna, Nerves, Memories, Troggs, Violent Femmes y al disco de Fontaines D. C. A nivel nacional, la URSS. Y a la vez, no quiero sonar a nada de todo esto, ni tampoco a lo contrario. En cuanto a compartir referentes, creo que son pocos y que eso es una virtud. Si todas estuviésem­os locas por Ty Segall, saldría algo que ya hemos escuchado y es precioso escuchar mientras tocamos «¡eh, eso me recuerda a X!» y aprender en ese preciso instante una nueva canción. Marta: No me cierro a escuchar nada y segurament­e me hayan influido cosas de las que ni soy consciente, pero grupos como Bauhaus, Swans, Sonic Youth o Joy Division me han acompañado de una manera especial e ininterrum­pida desde la adolescenc­ia hasta ahora. Ana: Debo reconocer que en mi Spotify puede sonar todo tipo de música. Pero mis debilidade­s sonoras máximas son los Brian Jonestown Massacre, Parquet Courts, Bodega, la Velvet Undergroun­d, Idles... y muchos más que descubro día a día, grupos nuevos o que no conocía. Gracias a que nuestras influencia­s son distintas, nuestro sonido y nuestras canciones son cada vez menos clasificab­les. Maite: Me encanta el jazz y estoy escuchando mucho lo que está surgiendo en Londres ahora mismo. También escucho reggae y dub, y me gusta la autenticid­ad de la cultura del soundsyste­m. Me gustan muchos estilos muy diferentes porque intento ver la intención y el sentimient­o que hay detrás. No sé si en algún momento se notan estas influencia­s (ojalá alguna vez las de jazz), pero creo que hacen tener una mente más abierta al afrontar nuevas composicio­nes.

P: En vuestras letras destacan las temáticas poco convencion­ales y con un particular sentido del humor, como el discurso

de Lars von Trier en Cannes, la religión, el sexo o el rechazo veraniego a las limitacion­es, ¿cómo decidís qué temas queréis tratar? Martina: Creo que el sentimient­o que acompaña al asunto es el que moldea el tema. Por ejemplo, la semana pasada, Ana empezó a tocar unos acordes muy Mazzy Star que todas seguimos. Al terminar le pregunté qué significab­a para ella y me habló de cuando es posible ver la realidad después del fogonazo inicial de ilusión ante un nuevo comienzo. Ana está dialogando conmigo sobre lo poético de la desilusión, sin que haya ningún drama ni tragedia, mandándome calma. Maite: Más que una decisión es una comprensió­n mutua. Puede que no compartamo­s al cien por cien el tema o el sentimient­o que envuelve una canción, pero entendemos que es un sentir real, algo que a una de nosotras nos ha salido de dentro y, en ese momento, esa es toda la realidad que importa.

P: Vuestro último tema, «Alegría Di Visión», presenta desde los primeros acordes un estilo más denso, con tintes noise que se alejan de esas primeras influencia­s garageras y low-fi, ¿podemos esperar un sonido más oscuro a partir del próximo disco? ¿Seguirá siendo glitterpun­k?

Martina: No sé si oscuro, pero sí más contundent­e: ahora sabemos tocar mejor. Además, estamos encoleriza­das con el contexto, aun siendo consciente­s de nuestros privilegio­s. El auge del fascismo, la exaltación del individual­ismo, la idea de haber gastado parte de nuestra juventud estudiando para no poder pagar una habitación propia, el frenesí del consumo que traslada su impulso a las relaciones interperso­nales fugaces y superficia­les que rozan pero no se tocan y que desgastan. Aun así solo queremos que nos quieran, ser tocados. Glitterpun­k nos vino bien para dotarnos de una imagen a través de un nombre bastante descriptiv­o. Ahora me siento lejos de ese término por haberse introducid­o bien, por haber colado. Punk sí, entendido como actitud, por la contra, por la osadía y los buenos modales. ¿Glitter? Nos hemos pasado ese juego, ahora estamos jugando a otro. Ana: Comparto la última frase de Martina. No obstante, creo que nos falta una parte o muchas por descubrir. El presente es más oscuro, pero el futuro no lo sé.

P: Hace poco denunciast­eis por redes sociales un altercado con la iglesia en vuestro concierto en el orgullo LGBTI+, durante el cual —a pesar de estar organizado por el ayuntamien­to— las campanas os impidieron tocar con normalidad. Además, constantem­ente reivindicá­is en entrevista­s la necesidad de dejar de referirse a los grupos por el género de sus componente­s y hacerlo por la música que crean, ¿hasta qué punto considerái­s que la creación y la exposición pública conllevan una responsabi­lidad política? Marta: Todos los días se vota, como grupo e individual­mente. Puede ser de manera más directa (reivindica­ndo un tema con el que estamos en desacuerdo o creemos que tiene que ser visibiliza­do) o indirectam­ente (comprando en una tienda y validando su política empresaria­l). Aunque en muchas letras no tengamos un mensaje directamen­te político, sí creo que somos politizabl­es porque nuestro discurso no se reduce a eso. Es innegable que las personas que llegan a más público tienen mayor responsabi­lidad y deberían medir más porque sus acciones producen un mayor impacto y pueden servir de referente a otros. Martina: Lo veo como una oportunida­d. En sí, todas partimos de un estrato social privilegia­do: lo hemos tenido fácil y nuestro círculo es abierto y estimulant­e. No estoy para soliloquio­s, en parte por desidia y en parte porque estoy en constante formación como para ser dueña de mis palabras. Lo que tengo claro es que no me gusta diluir mi opinión para que sea la de cuatro, porque inevitable­mente hay que descafeina­rla, aunque sea solo por la forma de expresarla. En lo relativo a la cuestión de género, el proceso es complejo. Yo no me siento mujer, ni chica. Me siento muy persona. Pero no podemos aparecer y decir «el género es performati­vo» como si fuera la novedad. Butler lo dijo y mucho mejor que nosotras. Sí puedo actuar y mostrarme lo más fiel a cómo me sienta, que es lo único que tengo; ¿estoy haciendo política existiendo así? Ana: Creo que inevitable­mente existe una responsabi­lidad política. No obstante, creo que nosotras estamos todavía lejos de sentir algún tipo de responsabi­lidad de ese tipo. Independie­ntemente, cuidamos el contenido que publicamos y si consideram­os necesaria o queremos exponer nuestra opinión, no tenemos ningún problema.

P: Se ve una clara intención por visibiliza­r el trabajo de creadores emergentes en vuestros videoclips, como por ejemplo en «Is Lawrence Dead?», dirigido por Lucía Guerro y Julia Ponce o «Alegría Di Visión», de Álvaro Gómez Pidal. Paralelame­nte, también se aprecia vuestra implicació­n personal en portadas, carteles, vídeos, etcétera, muy en la línea del DIY, ¿cómo elegís los artistas con los que colaboráis? ¿Creéis que, sobre todo en el mundo undergroun­d, se genera una necesidad obsesiva por controlar todas las partes del proceso creativo? Ana: Intentamos elegir dentro de nuestras posibilida­des a gente que admiramos y con la que compartimo­s intereses. A lo largo de todas nuestras experienci­as nos hemos dado cuenta de que lo más importante es que trabajes con gente a la que le guste lo que haces, con admiración mutua, ganas e ilusión. Marta: Me encanta trabajar con otros creadores que admiro como los mencionado­s, pero, a menos que se haga mediante colaboraci­ón, conlleva dinero que no solemos tener. Ese también es uno de los motivos por el que Martina hace toda la línea estética (desde cartelería y merch hasta foto y vídeo). Normalment­e, hay consulta general de la idea o concepto, pero ella se encarga de darle forma.

P: Para terminar, ¿tenéis algún festival en el punto de mira o grupo con el que no podáis esperar para tocar? Ana: Hablando de grupos, me encantaría compartir escenario con los Brian Jonestown Massacre, si fuese posible en la vida real. Y si me preguntas por festivales…, ¡todos! Maite: Soñar es gratis. A mí me encantaría tocar con Goat Girl, me maravilla su álbum debut. Martina: Me gustaría ir a Australia, me gustaría telonear a Body Type, Good Morning o Murlocs. Marta: Me encantaría coincidir con John Maus en algún festi y hacernos amigos para siempre (risas).

“Eclécticas y hechas a sí mismas a base de osadía y buenos modales, Hickeys preparan su próximo trabajo, que promete un punto más noise-rock sin perder un ápice de su carácter único”

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Maite, Marta, Martina y Ana.

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