5 JAIRO BARBOSA DE SOUSA
Jairo Barbosa es uno de los trabajadores más veteranos de Mercado Novo. Al frente de su taller de metalistería desde hace 45 años, Jairo está encantado con el proyecto de revitalización puesto en marcha recientemente. El edificio está incorporando comercios y espacios con la identidad local como eje. Restaurantes, productores de cerveza e incluso un espacio de arte, son algunas de las novedades de Mercado Novo.
El lago de Pampulha es el epicentro de la modernidad brasileña. Desde sus orillas, en 1943, un tsunami barrería muchas de las convenciones y esquemas de la arquitectura vigentes hasta ese momento. El tesón del entonces alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, unido al trazo audaz y vanguardista de Oscar Niemeyer, conseguirían influir en la arquitectura internacional con apenas cinco edificios. Cinco ejemplos pequeños en tamaño, pero tan descomunales en fuerza e innovación que, a día de hoy, siguen siendo inspiración para muchos.
Niemeyer tuvo claro desde el principio que el proyecto de Pampulha era la oportunidad perfecta para crear un lenguaje local y usar elementos más cercanos a la realidad brasileña. Al arquitecto carioca, que a sus 33 años ya había trabajado con Le Corbusier en la construcción de la sede del Ministerio de Educación en Río de Janeiro, le inspiraba la naturaleza. «Me atraía la curva liberada y sensual de la nueva tecnología del hormigón armado, pero también la de las iglesias barrocas de Brasil». Frente a la arquitectura racionalista europea o americana, que él consideraba marcada por la austeridad del ángulo recto, optó por crear una arquitectura diferente basada en la sensualidad y el movimiento.
Curvas caprichosas, grandes muros de cristal, estructuras de hormigón inusuales, rampas y formas espirales. En los edificios del complejo de Pampulha aparecen por primera vez muchos de los elementos que definen la obra de Niemeyer.
De todos los edificios del complejo, la Casa de Baile y la iglesia de San Francisco de Asís son sin duda los más icónicos. El primero, construido en una isla artificial conectada por una pasarela, tiene la forma de una serpentina sobre el agua, evocando la danza y la diversión.
La iglesia, por su parte, sorprendió a todos con sus muros curvos y una ornamentación totalmente inusual, más cercana a la arquitectura industrial que a la religiosa. Supuso tal desafío al conservadurismo de la época que la iglesia católica se negó a bendecirla hasta 1959. Como contraste, solo un año después de ser edificada, fue el primer edificio moderno del país declarado monumento nacional.