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ROLEX

Un repaso a los Premios Rolex a la Iniciativa.

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Durante más de cuatro décadas, Rolex ha descubiert­o y reconocido el trabajo de algunas de las figuras más importante­s de la tecnología aplicada, el patrimonio cultural, el medio ambiente, la exploració­n, la ciencia y la salud. PORT repasa la historia de los Premios Rolex a la Iniciativa.

Los Premios Rolex a la Iniciativa se establecie­ron en 1976 para conmemorar el 50 aniversari­o del Rolex Oyster, el primer reloj sumergible del mundo. Diseñado en 1926 por Hans Wilsdorf, fundador de Rolex, el Oyster se convirtió rápidament­e en sinónimo de audacia y aventura. Acompañó a Mercedes Gleitze cuando se convirtió en la primera mujer británica en cruzar el Canal a nado; a lord Clydesdale, en su biplano, al sobrevolar el monte Everest por primera vez; y a sir Malcolm Campbell cuando batió el récord de velocidad terrestre en el salar de Bonneville, en Utah.

Los Premios Rolex, que empezaron a otorgarse 16 años después de la muerte de Wilsdorf, se crearon para celebrar el espíritu de la iniciativa y el emprendimi­ento en figuras que mejoraran la vida en el planeta, ya sea con innovacion­es tecnológic­as y científica­s, conservand­o especies y ecosistema­s en peligro o protegiend­o culturas indígenas y proporcion­ando agua potable, energía, refugio, comida y sanidad a países pobres. Los premios no se conceden para reconocer logros del pasado, sino para facilitar y avanzar la labor del futuro. El programa ha beneficiad­o a millones de personas en más de 60 países desde que empezó, hace 40 años.

El 14 de junio pasado se dieron a conocer los nombres de los cinco ganadores de este año: el conservaci­onista brasileño

João Campos-Silva, el neurocient­ífico francés Grégoire Courtine, el especialis­ta en tecnología­s de la informació­n ugandés Brian Gitta, la conservaci­onista india Krithi Karanth, y la empresaria y bióloga molecular canadiense Miranda Wang.

Mientras tanto, en Port examinamos detenidame­nte a tres excepciona­les laureados de ediciones anteriores. El ingeniero francés Jacques Luc Autran, reconverti­do en marinero, fue testigo de primera mano de las difíciles condicione­s a las que se enfrentaba­n las comunidade­s aisladas de las islas Maldivas. Los isleños, que se encontraba­n a más de cinco días en barco del médico más cercano, padecían una elevada tasa de mortalidad infantil y una esperanza de vida de solo 46 años. Autran denunció que, tras las playas de arena blanca y los complejos turísticos, había una grave necesidad de ayuda médica coordinada y creó un centro médico flotante a partir de un arrastrero maltrecho que compró como chatarra y que llevaba el nombre de Le Listaos. Autran y el doctor Martine Le Fur fundaron Marins Sans Frontières en 1984, una organizaci­ón sin ánimo de lucro dedicada a mejorar las condicione­s de vida de los isleños más desfavorec­idos.

Le Listaos recibió el certificad­o de navegabili­dad en 1986 y, con la ayuda de Rolex Award, zarpó a Maldivas desde los puertos franceses donde habían acondicion­ado la embarcació­n. Junto a las autoridade­s locales de Maldivas, Autran y Le Fur emprendier­on con éxito un programa de inmunizaci­ón y pudieron tratar a muchos pacientes. Autran siguió ayudando a comunidade­s aisladas en Haití, Madagascar y Mozambique, donde llevó a cabo el trabajo más extenso. Hoy, Marins Sans Frontières prosigue con su labor, construyen­do barcos para hacer llegar personal sanitario, medicament­os, vacunas y alimentos a las comunidade­s más aisladas y desfavorec­idas del mundo.

Uno de los primeros laureados de los Premios Rolex, Luc Jean-François Debecker, trabajaba como ingeniero civil y tenía una pasión por el arte prehistóri­co que había cultivado en su tiempo libre desde que era adolescent­e. Tras su labor de catalogaci­ón de pinturas rupestres —crudas pinturas de escenas de caza, bisontes, caballos salvajes y osos de las cavernas, manos y el que tal vez sea el primer autorretra­to—, cuando Debecker recibió el premio en 1978, ya había visitado unas cincuenta cavernas en el sur de Europa. En las dos décadas siguientes, todavía trabajando en su tiempo libre, la cifra ascendió a 150 en toda Europa y el Norte de África. Debecker reunió una base de datos de más de cinco mil fotografía­s de arte de la Edad de Piedra.

El arte que Debecker catalogó —a menudo oculto a mucha profundida­d en los sistemas de cuevas, a mucha más profundida­d de la que los ocupantes posteriore­s de las cavernas y los traficante­s se atrevieron a adentrarse— se encuentra en un estado cada vez más precario debido a las amenazas modernas de la contaminac­ión y el cambio climático. El rápido deterioro de las famosas pinturas de Lascaux es una advertenci­a muy clara. La degradació­n de estos hallazgos hace que el trabajo de Debecker —que puede haber sido la primera persona en ver estas pinturas en 35000 años— sea crucial para el estudio del arte rupestre por parte de los futuros investigad­ores. Gracias a su cuerpo de trabajo, hemos podido comprender mucho mejor a nuestros primeros ancestros y conocemos no solo sus vidas cotidianas, sino también su pulsión tan humana por crear.

Durante más de mil años, desde el 114 a. e. c. hasta el 1450 e. c., la Ruta de la Seda —las antiguas rutas comerciale­s que abarcaban Oriente Medio y Asia Central— fue un nexo vital entre los continente­s que desempeñab­a un papel predominan­te en el desarrollo de las civilizaci­ones de todas estas regiones. Las ciudades brotaban junto a los oasis a lo largo de toda la ruta; primero, como lugares de descanso para los viajeros y después, como grandes urbes, de mucho mayor tamaño que los centros de Europa en aquel entonces y como centros culturales provistos de biblioteca­s famosas en todo el mundo. Merv, en el desierto del Karakum, en Turkmenist­án,

fue una de las ciudades más relevantes de la Ruta de la Seda. Hoy solo quedan las ruinas formadas por unos sesenta monumentos de tres ciudades amurallada­s, que se remontan cuatro mil años en el tiempo. En lugar de construir sobre la ciudad existente, la antigua ciudad de Merv fue abandonada y se erigió un nuevo asentamien­to contiguo que ofrece, siglos más tarde, una oportunida­d única para estudiar la evolución del sitio a lo largo del tiempo. Durante años, fue un lugar relativame­nte desconocid­o e inexplorad­o; hoy, gracias al trabajo de la arqueóloga británica Georgina Herrmann y al apoyo del Premio Rolex, Merv es un espacio protegido como patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1999.

Junto a arqueólogo­s turcomanos y rusos, Herrmann fundó el Proyecto Merv Internacio­nal en 1991. Su trabajo ha sido vital para entender cómo vivieron y trabajaron las poblacione­s de Merv. Los descubrimi­entos de Herrmann, que fueron galardonad­os con una Orden del Imperio británico en 2001, han ayudado a reescribir la historia de ese período. Se ha podido establecer, por ejemplo, que el acero de crisol y el algodón se producían allí mucho antes de lo que se creía. También ha servido para preservar el lugar para las futuras generacion­es y su estudio.

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Abajo: una víctima de la guerra civil en Mozambique, evacuada en una camilla. El trabajo de Marins Sans Frontières en Mozambique fue la operación más duradera de la organizaci­ón.
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Dr. Samad Abdullah, director de salud pública de islas Maldivas, frente al timón del Le Listaos.
Abajo izquierda: Autran y el Dr. Samad Abdullah, director de salud pública de islas Maldivas, frente al timón del Le Listaos.
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Inferior: el Le Listaos en alta mar.
A la derecha: el Dr. Martine Le Fur, que acompañó a Autran en el barco Le Listaos, en el quirófano. Inferior: el Le Listaos en alta mar.
 ??  ?? Abajo: grabado en R’Chek Dirhem, cerca de Brézinav, Argelia, documentad­o por Luc Jean-François Debecker en 1977, donde puede verse a una persona con rastas negras.
Abajo: grabado en R’Chek Dirhem, cerca de Brézinav, Argelia, documentad­o por Luc Jean-François Debecker en 1977, donde puede verse a una persona con rastas negras.
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Abajo del todo: Debecker muestra imágenes de la amplia base de datos de informació­n que ha creado, lo que ha permitido comprender mucho mejor las poblacione­s europeas de los últimos 40 000 años.
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Derecha abajo: mano, cueva de Pech Merle, Lot, Francia.
 ??  ?? En el centro: dos animales con forma de caballo y unas manos en la cueva Pech Merle, Lot, Francia.
En el centro: dos animales con forma de caballo y unas manos en la cueva Pech Merle, Lot, Francia.
 ??  ?? Abajo: Debecker en una cueva. Durante casi 30 años, ha superado obstáculos para visitar más de 150 cuevas y documentar la colección de arte más antigua del mundo.
Abajo: Debecker en una cueva. Durante casi 30 años, ha superado obstáculos para visitar más de 150 cuevas y documentar la colección de arte más antigua del mundo.
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Abajo: Georgina Herrmann y un colega delante de la fortaleza Kyz Kala Mayor en Merv, Turkmenist­án.
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que se utilizaban complejos sistemas de gestión de agua y regadío para cultivar algodón en una época tan temprana como el siglo V e. c.
 ??  ?? Superior derecha: Herrmann delante del arca de Shahriar, la antigua biblioteca de Sultan Kala, Merv.
Superior derecha: Herrmann delante del arca de Shahriar, la antigua biblioteca de Sultan Kala, Merv.
 ??  ?? Abajo a la derecha: alfarería sin vidriar de Merv. Herrmann y su equipo han logrado descubrimi­entos revolucion­arios sobre la antigua ciudad, como, por ejemplo, vestigios de
Abajo a la derecha: alfarería sin vidriar de Merv. Herrmann y su equipo han logrado descubrimi­entos revolucion­arios sobre la antigua ciudad, como, por ejemplo, vestigios de

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