Carta del Director
Cuando planeábamos los contenidos del número que ahora tiene en sus manos, pensamos que sería bueno pedir a un puñado de expertos que nos ayudasen a descubrir cuáles son los retos económicos, laborales, sociales y culturales que plantea lo que se ha dado en llamar la Cuarta Revolución Industrial. En el exceso de información en el que vivimos a diario resulta complicado abstraerse, situarse, establecer prioridades, saber el qué, decidir el cómo. Tras leer sus reflexiones, parece claro que no estamos solo ante un cambio de modelo económico y laboral. Esta nueva revolución digital y tecnológica supone un cambio de cultura, de filosofía de vida, de manera de mirar y entender, un cambio en el que resulta difícil prever cómo transformará nuestras vidas, por no hablar ya de las vidas de nuestros hijos y de nuestros nietos. Para que no se nos venga encima como un tsunami, necesitamos tomar posiciones serias, reflexivas y, por qué no, también entusiastas. Posturas que nos ayuden a discernir, como individuos, si queremos 'comprar' todo lo que nos quieren 'vender'. El nuevo modelo -el de los robots, el de la Inteligencia Artificial-, del que tan poco sabemos, exige nuevos líderes, también en política, que establezcan un diálogo social y no solo económico o tecnológico; que nos ayuden a entender esta nueva realidad donde hay cosas que van a tanta velocidad que no podemos ni intuirlas, mientras otras, como las sangrantes desigualdades sociales que existen en el planeta, ni se mueven, o si lo hacen es a cámara muy lenta.
Como protagonista de nuestra portada queríamos, como siempre, un hombre comprometido con su tiempo. La publicación de su duodécima novela, La decadencia de Nerón Golden, nos despejó el camino hacia Salman Rushdie. Su visión demoledoramente satírica de la sociedad estadounidense, desde la llegada de Obama a la Casa Blanca a su relevo por Trump, no es el único tema de la entrevista. El escritor nos demuestra que ni las amenazas de muerte del integrismo islámico ni vivir diez años a la sombra han conseguido dinamitar su sentido del humor y su brillante inteligencia.
El periodismo, incluso el cultural, sigue unas vías de investigación que, en muchos casos, incluyen grandes y agradables sorpresas. Le pasó hace unas semanas al periodista Txema Ybarra. Tenía pensado escribir sobre el nuevo espacio que el estudio del arquitecto Juan Herreros había diseñado en el Triángulo del Arte de Madrid. Un espacio que albergará una colección de arte privada. Así, sin más, el tema era muy atractivo por la interesante trayectoria de Herreros. Pero tras la puerta de ese ‘espacio desconcertante' se topó de bruces con una de las colecciones de arte callejero y urbano más importantes de Europa, con muchos de los 300 cuadros aún sin colgar, incluso con los propietarios de la colección subidos a las escaleras, martillo en mano. El resultado de esta experiencia en exclusiva para Port lo retrató Fernando Andrés y lo cuenta con buena letra el periodista. En un número cargado de preguntas, llaman la atención las declaraciones del arquitecto que, interrogado sobre el papel del arte, lo define como “el termómetro más fiable para entender lo que tiene sentido en cada momento, porque sabe hacer las preguntas adecuadas antes que nadie”.