Una colección sorpresa
Visitamos la colección Solo de arte callejero a pocas semanas de su apertura.
Sabíamos poco más que el estudio Herreros había habilitado un espacio expositivo para una colección de arte contemporáneo en el número 5 de la plaza de la Independencia, junto a la Puerta de Alcalá, y hasta ahí acudimos, preparados para lo que fuese. La insistencia periodística había conseguido abrir la puerta del inmueble, pero eso era todo. “Ya lo veréis cuando estéis dentro. Los clientes son muy reservados”, nos decían para tranquilizarnos. Así que entramos a ciegas. El límpido cielo seco de Madrid dio paso a la penumbra de un estrecho vestíbulo. Refulgía con luz propia un inmenso cuadro que parecía de Roy Lichtenstein pero que en realidad lo firma D*Face, un maestro del grafiti británico que se divierte 'homenajeando' a otros. Sobre un andamio, un chico con barba, pantalón de chándal y camiseta blanca se peleaba con unos focos, mientras una chica pelirroja con pantalón vaquero y camiseta de tirantes tapaba la puerta con papel kraft para evitar miradas indiscretas. Mejor era avanzar.
Tras subir unas escaleras metálicas, el arquitecto Juan Herreros nos condujo a un nudo de pasillos y salas abiertas a la calle Serrano. Antes de seguir había preguntas sobre las que volver. Detrás de una escalera de obra un personaje femenino de dibujos animados, azul y de generosas proporciones, se abrazaba a las rodillas. En la otra esquina, entre dos cuadros apoyados en el suelo, aparecía sentado con las manos extendidas hacia atrás otro muñeco de mayor tamaño y aspecto aún más inquietante; su cuerpo negro partido en dos mostraba en un lado sus órganos internos de colores fluorescentes. Aunque no teníamos ninguna información en la que basarnos, no era lo que esperábamos.