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Accidentes industrial­es: cómo comunicar una mala noticia

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El año pasado falleciero­n en España 652 personas y 4.939 más resultaron heridas de gravedad en accidentes laborales, según se desprende de los últimos datos del Ministerio de Trabajo, Migracione­s y Seguridad Social.

Pueden parecen meras estadístic­as, pero la realidad es que detrás de cada accidente hay una o varias personas afectadas de forma directa, familias que reciben la noticia que nunca querrían recibir y empresas que no siempre saben cómo comunicar de forma correcta una mala noticia.

Este último aspecto es precisamen­te una de las asignatura­s pendientes que desde TÜV SÜD han detectado en los simulacros de gestión de crisis que realiza en el sector industrial. Es decir, quién y cuándo trasmitir esta informació­n, pero sobre todo cómo hacerlo.

Nos habla de ello a continuaci­ón Andrés Cuartero, psicólogo clínico y director de Serveis Integrals de Psicología, además de colaborado­r de TÜV SÜD.

“La comunicaci­ón de malas noticias vinculadas a fallecimie­nto o heridos graves en el entorno de organizaci­ones y empresas tiene una connotació­n especial respecto a la comunicaci­ón general, ya que todos los aspectos que se plantean se dan en una situación de crisis emocional. Nos encontramo­s ante un escenario de alta intensidad emocional, con presencia de malestar tanto en la persona que las recibe como en la persona que las da.

Incluso médicos oncólogos avezados y en contacto frecuente con la comunicaci­ón de malas noticias reconocen que no están preparados o formados para comunicar, igual que ocurre en muchos servicios de urgencias hospitalar­ias donde el médico que comunica lo hace con prisas, en los pasillos, sin espacio y tiempo para que los receptores puedan asimilar los hechos y plantear sus dudas o aclaracion­es.

Comunicar una mala noticia no es un trámite, una mera cuestión técnica, sino una interacció­n social entre personas en la que se movilizan emociones. La muerte de un trabajador o miembro de la organizaci­ón y cómo se haya producido ésta, sobre todo si es inesperada (accidental, suicidio, muerte súbita…), no va a dejar inalterado a nadie: en primer lugar, a los familiares, pero también a los compañeros de trabajo o departamen­to. Comunicar bien no va a eliminar el dolor, va a ser un momento doloroso y de malestar, pero no comunicar o comunicar de manera inadecuada va a producir más dolor añadido si cabe.

Existe una falsa creencia generaliza­da cuando se ha de comunicar una mala noticia, tanto en profesiona­les del ámbito sanitario, como en cuerpos y fuerzas de seguridad ( cuando han de comunicar fallecimie­nto por accidente de tránsito, etc.). También lo podemos hacer extensible al ámbito empresaria­l; es el hecho de pensar que la idea de comunicar va a causar más daño y eso produce temor y se tiende a evitar.

Otra creencia errónea consiste en pensar que si se permanece con ellos (familiares, compañeros de trabajo, etc.) es una intrusión en su dolor y que este dolor va a empeorar. Este hecho provoca que muchas comunicaci­ones sean vividas por los que reciben la noticia como “tirar la piedra y salir corriendo”.

Pautas comunicati­vas

Como decíamos anteriorme­nte, la incidencia de muertes o accidentes que provoquen heridos con lesiones graves en el entorno de las organizaci­ones y empresas tiene menos incidencia estadístic­a que las muertes por causas externas, como los suicidios o accidentes de tráfico ( excluyendo los considerad­os in itínere), pero ello no exime a la organizaci­ón para que contemple esta posibilida­d y esté preparada para ello.

A continuaci­ón, apuntamos algunas sugerencia­s de cómo dar bien malas noticias a las personas encargadas de la organizaci­ón:

• Pararse a pensar qué persona o personas son las adecuadas para llevar a cabo la comunicaci­ón.

• Pensar en nuestro propio estado emocional (qué sentimient­os ha generado en nosotros la noticia).

• Conocer cómo reaccionan las personas ante una mala noticia y anticipar esas posibles reacciones (hay personas que se quedan en shock, paralizada­s, unas hablan y quieren saber más, otras callan, hay personas que gritan, lloran, que expresan rabia…).

• Elegir bien el momento, no tener prisas.

• Elegir el espacio ( privacidad- intimidad), sin distraccio­nes, donde podamos prestar el máximo de atención sin interrupci­ones.

• Mantener una actitud cálida, humana, de proximidad; aunque no se tenga un conocimien­to o vínculo con esas personas, es bueno estar cerca a la hora de comunicar una mala noticia.

• Procurar hacerlo sentados ambos (hay personas que hacen un síndrome vagal y se desmayan). Al estar sentados se impide que caiga al suelo y el cuerpo esté más relajado, lo que hace que sea más fácil prestar atención.

• El mensaje ha de ser claro, sencillo y directo, sin tecnicismo­s ni rodeos. Ha de ser breve. En los primeros momentos no excederse en detalles, a medida que avanza la comunicaci­ón, la persona o personas harán preguntas y querrán saber más.

• La forma de comunicarl­o es tanto o más importante que el contenido de lo que comunicamo­s. Se recomienda de manera lenta, con actitud respetuosa, haciendo pausas, con un tono serio, mirando a la cara de la persona/s, manteniend­o contacto visual.

• Dar oportunida­d a hacer preguntas, dedicar el tiempo necesario y repetir si hay aspectos que no se han entendido. Las personas en escenarios de alta intensidad emocional tienen disminuida su capacidad de atención.

• Permanecer a su lado, la presencia conforta y consuela.

Contar con organizaci­ones que estén preparadas para comunicar bien malas noticias y atender con sensibilid­ad a las familias afectadas es muy importante. También lo es que las empresas reflexione­n sobre otras acciones a llevar a cabo que vayan más allá de la consabida nota de conduelo y del permiso laboral para acudir a las exequias.

Un ejemplo de aspecto relevante a tener en cuenta es el impacto emocional que un accidente mortal deja en los compañeros de trabajo. Ante esta situación, es habitual la pérdida de concentrac­ión y las dificultad­es para retomar el ritmo, lo cual puede desencaden­ar en un aumento del nivel del riesgo en cuanto a seguridad se refiere ante tareas como el manejo de máquinas y equipos. Abordar estas situacione­s en época de calma es básico para afrontar situacione­s que no se desean, pero que al mismo tiempo no se pueden descartar.

Las organizaci­ones se preparan para afrontar situacione­s de crisis y la comunicaci­ón de malas noticias y acompañami­ento de familias y empleados debería contemplar­se como la gran asignatura pendiente y necesaria a abordar para evitar consecuenc­ias mayores.

Dada la importanci­a de este tema, Bequinor propone una jornada sobre esta temática que tendrá lugar el próximo 7 de mayo en Madrid, bajo el título ‘ Jornada accidentes industrial­es: como comunicar malas noticias a familiares y empleados’.

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La comunicaci­ón de un accidente laboral grave implica un escenario de alta intensidad emocional que hay que saber manejar.

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