Mateu ya no es un colega
Semana del ‘Sufre mamón'. Lo que pasa en el césped queda en el césped. Ese mantra es una mentira más elegante que Antognoni, el fantasioso centrocampista de la Fiorentina que conquistó el Mundial 82 en el Bernabéu. Es hasta posible que una patada se le guarde a un rival para el partido de la segunda vuelta. La vitamina para la memoria no es necesaria para el futbolista, encargado de reservar en su nevera particular un agravio verbal, un regate o un pescozón.
En la hierba se vive otro partido, una jungla de sílabas en todas direcciones, expuestas más en carne viva desde que los operadores de televisión cuentan con un departamento de lectura de labios, subtítulos y ciencia-ficción. Al margen de todo esto parecía Mateu Lahoz, el estandarte de una manera de arbitrar en la que se mezclan con éxito el colegueo y la ley. El árbitro valenciano, un casco azul en el pasto, exhibe naturalidad y yoga para pisar los cristales rotos.
LA PRIMERA EXPULSIÓN
Todo saltó por los aires esta semana cuando expulsó a Canales, a Canales sí, por un diálogo que consideró inapropiado. Mateu Lahoz, el mismo que pregunta a Piqué por los niños en un córner y llama a los jugadores por su nombre, desenfundó para expulsar al bético por dos amarillas en unos segundos. Era la primera roja que le mostraban a Canales en 460 partidos como profesional.
El almacén verbal fue tibio. Tras un 'si me sigues hablando, te expulso' del árbitro, el futbolista respondió "si no puedo hablar, entonces no me preguntes más por cuestiones personales". La roja fuera de catálogo no fue una más en la selva del fútbol. Ambos protagonistas han recurrido a los comunicados para explicar el incidente, una modernez que se podría convertir en moda.
ADIÓS AL BUEN ROLLO
La pistola humeante indica que Mateu Lahoz colgó por un día el hábito de colega, se abrigó en el reglamento y castigó al futbolista, que pensaba que el colegiado del buen rollo le iba a responder con un comentario sobre el colegio, la declaración de la renta o el cambio climático. Canales no llevaba en la espinillera un termómetro para valorar el humor del trencilla, como se ponía en el siglo XX.
El asunto es que Canales se perderá hoy uno de los partidos más importantes de la temporada. Sobre gustos ya se sabe, pero el incidente ha colocado a Mateu, parece que para entusiamo de algunos que le estaban esperando (un deporte nacional), en el saco de los demás árbitros. No hay mantras en el fútbol.
El árbitro colgó por un día el colegueo para expulsar a Canales
El incidente coloca al juez de la naturalidad en el saco de los demás