LA LLAMADA DE LA TRIBU
MARIO VARGAS LLOSA 311 PP., 18,90 €
Cuando uno es Premio Nobel de Literatura, ostenta una dilatada carrera con un puñado de obras notables y tiene 82 años puede permitirse escribir lo que quiera. Pero si, además, el ensayo obedece a una reflexión intelectual —de un intelectual de verdad— sobre aquellos autores y obras que le hicieron recorrer el camino que transita desde el marxismo juvenil hasta el liberalismo doctrinario más radical hay que quitarse el sombrero. Más allá de ideologías, de filias y fobias, llegar a los últimos recodos del camino con esta lucidez extrema merece el aplauso generalizado. Vargas Llosa explica en el capítulo introductorio de este volumen la decisiva influencia que tuvo en él la lectura del ensayo de Edmund Wilson, Hacia la Estación Finlandia, en la que se relata el devenir de la ideología socialista desde que Michelet estudió italiano para poder leer a Vico, hasta que Lenin llegó a la mencionada estación de San Petersburgo, el 3 de abril de 1917 para liderar el proceso revolucionario en Rusia. El proyecto de realizar un trabajo similar trazando la evolución de las ideas liberales a través del pensamiento y los libros más significativos se concreta en este libro. El trasvase ideológico del autor no fue abrupto, como pudiera parecer, sino paulatino. Del marxismo y del existencialismo pasó a una revalorización de los sistemas democrá- ticos ayudado y convencido por las as lecturas de autores como George ge Orwell, Albert Camus y Arthur ur Koestler. Pero, de forma mucho ho más desmoralizadora, cuando do pudo constatar la práctica del soocialismo real en Cuba y la Unión ón Soviética en sendos viajes. Vargas as Llosa lo califica como auténtico co trauma. La firma del manifiesto de protesta contra la encarcelación del poeta cubano Heberto Padilla le significó la acusación de estar al servicio de la causa imperialista y la prohibición permanente de pisar suelo cubano. A nivel personal —aunque aquí no se recoge— también se tradujo en su separación ideológica y personal de otro Nobel, García Márquez. La defensa del individualismo se convierte en un mantra a lo largo del libro, algo tan defendido en la corriente liberal frente a la llamada de la tribu. Cierto es que la necesidad de los individuos y ciudadanos de encontrar amparo y solidaridad en el grupo ha propiciado este tipo de ideologías totalitarias —a juicio del autor—, la tendencia al irracionalismo del ser humano —en palabras de Karl Popper—. Los fanatismos que anidan en el «espíritu tribal», llámense nacionalismo, comunismo, o radicalismo religioso han sido, como demuestra la historia y recoge el autor, el origen de las mayores matanzas de la humanidad. Con estas premisas se propone trazar su propia biografía intelectual dedicando las páginas del libro a llevarnos de la mano a través de la lectura de las principales obras de Adam Smith, Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, Raymond Aron y Jean-François Revel. No es mala selección si el objetivo final es, que lo es, avalar la causa del liberalismo abrazado después de la decepción del marxismo juvenil. Reconoce que en su evolución hasta abrazar una ideología tan opuesta a su anterior etapa tuvo una influencia decisiva su residencia en el Reino Unido durante varios años a finales de la década de los sesenta, dedicado a la docencia en Londres. Con posterioridad pasó otros once años y, durante este período, coincidió con el gobierno de Margaret Thatcher, de la que se considera firme admirador de su proceso de privatizaciones y desmantelamiento de las reformas laboristas. Lectora y admiradora de Von Hayek y de Karl Popper subyugó a Vargas Llosa que compartiesen como libros de cabecera sus respectivas obras: La Sociedad Abierta y sus Enemigos