Declaración de intenciones
Ha llegado el verano y con él lo mejor de nuestra cultura mediterránea, atlántica, cantábrica. Qué afortunados por vivir en un país tan diverso y poder gozar de playas, montañas, mesetas, ríos y pastos; de chiringuitos, verbenas y fiestas populares. Por hacer vida al aire libre y, como país latino, salir fuera, hablar, conversar, comunicarnos.
Dicen que el calor encrespa los ánimos y promueve violencias, guerras y revoluciones. Confiemos en que no sea así y en que no prenda la mecha en nuestros bosques y paisajes gracias a las abundantes lluvias y nieves de los pasados meses.
Los idus de junio nos han traído importantes cambios políticos, sociales e incluso deportivos. Quizás ha llegado el tiempo de serenarse y sestear, con todo lo de sanamente reparador, físico y emocional que tiene el descanso para quienes puedan, efectivamente, tomarse un respiro.
Ojalá sea este un verano de fuegos creativos, hospitalarios y amatorios. Propicio a encontrar un rincón, sea al sol o a la sombra, a la luz de la luna, de las velas o las lámparas, para gozar del placer de un buen libro; esos libros que no tenemos tiempo de leer durante el resto del año; libros por descubrir, para soñar, viajar, pensar, aprender. Libros que nos abran la mente y engrandezcan el espíritu. Un libro nunca suele defraudar.
Como prometimos en el número anterior, hemos incluido cuadernos de actividades para los lectores más pequeños a fin de que no solo descansen del chorro de vital actividad física, sino que se vean conquistados por las posibilidades de los cuentos. Feliz verano, feliz julio y agosto, felices lecturas.