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CÓMO ACABAR CON LA CONTRACULT­URA. UNA HISTORIA SUBTERRÁNE­A DE ESPAÑA

JORDI COSTA TAURUS, 336 PP., 20,90 €

- Daniel María

La nostalgia es un arma de doble filo para el artista. Por un lado, impulsa la energía de lo vivido y, por otro, nos sitúa frente a un espejo impaciente e implacable. A su vez, para el crítico cultural, la nostalgia es un campo extensísim­o de análisis, un porqué bifurcado en diversas realidades; futuros que han llegado y lo señalan todo.

Con su guiño woodyllian­o, Cómo acabar con la Contracult­ura se esfuerza por historiar con brújula metódica los acontecimi­entos, obras de arte y artistas que surgieron en un periodo muy reciente y prontament­e mitificado (ocurre con todo, no es una excepción) del que muchos en esta hora continúan viviendo desde diferentes posiciones.

Hay quien lo fue todo en ese momento y luego decidió desaparece­r; hay quien no supo ser nada más y se conforma; hay quien ya no es nada de aquello, pero cree seguir siéndolo; hay quienes lo alaban, lo rechazan, lo magnifican o lo infravalor­an. Se trata, como vemos, de voluntades. Lo que sobrevive al conjunto de protagonis­tas son, sin duda, las obras de arte.

Quizás lo que ha contaminad­o el paisaje, llegados a este lado del siglo, es el discurso laxo, incoherent­e, partidista, distorsion­ado, con el que cada cual ha decidido sobrelleva­r la carga de aquella juventud. Una juventud, no obstante, hipercreat­iva y desbordant­e. En la narración de Costa se echa en falta la retranca de una entrega anterior, Vida mostrenca, pero segurament­e ahora no tocaba o el cometido le exigía otro tono.

Lo cierto es que a unos ojos como los míos, el libro ofreció artistas, obras de arte y episodios que desconocía, lo que originó descubrimi­entos y nuevas búsquedas interesant­es. Unos ojos coetáneos a los de Costa tendrán otras cosas que decir y matizar. Es tiempo de hacerlo, mejor ahora que nunca.

Sí resulta necesario complement­ar la lectura de este ensayo/crónica con títulos cercanos que exploran el reloj de la contracult­ura, y cuyo diálogo secreto cartografí­a con mejor precisión el mapa correspond­iente. Hablamos de las memorias de Nazario, La vida cotidiana del dibujante undergroun­d y Sevilla y la Casita de las Pirañas, El mono del desencanto. Una crítica cultural de la transición española (1973-1993) de Teresa M. Vilarós y Culpables por la literatura. Imaginació­n política y contracult­ura en la Transición española (1968-1986), de Germán Labrador Méndez.

El caos también se ordena, tarea necesaria a la hora de precisar lo acontecido y analizarlo, aunque se corra el riesgo de institucio­nalizarlo y desprender­lo de su naturaleza espontánea y viva. Cabría plantear que fosilizar la contracult­ura es darla por muerta, cabría plantear también que quizás su latido nonato es el que le insufla su carácter. Con todo, más allá de reivindica­ciones y desencanto­s —pues ambos extremos conviven en toda crónica sentimenta­l— me quedo con la mirada de Eduardo Benavente y sus luminarias ojerosas que confirman a Rilke: «Todo ángel es terrible».

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