EL LEGADO DE STEPHEN HAWKING
Una de las parejas de la noche son Manuel Valls y Susana Gallardo, ella con traje pantalón color burdeos. Están los grandes señores de siempre, las élites catalanas que cortan el bacallà y que aprovechan una de las pocas ocasiones en que se permite ir de largo. Al igual que el año pasado, veo las mismas caras con un aire familiar (las mismas narices, las mismas mechas, el mismo estilo). También hay mucha planta trepadora (el copy no es mío, es de Sergi Doria) y hay la sensación generalizada de que la consellera Laura Borràs no ha hecho bien en dar plantón al ministro de cultura, José Guirao, a la alcaldesa Colau y a los popes planetarios. Un veterano periodista me dice que ha bajado mucho el souflé del procés entre los propios indepes, pero pocos se atreven a decirlo en voz alta.
En mi mesa, aparte de Doria, están Manel Manchón y gente de Crónica Global; un tipo de Diari de Girona que no abre la boca; Andrés Guerra, que se retira antes de hora en plan Ceniciento, ya que tiene tele a las 7,30 con el nuevo programa de Alfonso Arús; una veterana periodista del mundo del periodismo y otras colaboradoras del grupo Hearst. Yo, como Peñafiel, valgo más por lo que callo que por lo que cuento, y no revelaré aquí a un par de jóvenes famosillas de las que me cuentan anécdotas que dejan clara su mala educación a la hora de dar plantón a sesiones de fotos en que estas periodistas involucraron a fotógrafos, diseñadores, sets, maquilladores, etc... Petardas (no encuentro otra palabra). Tampoco a un veterano profesor de la Escuela de Periodismo de Barcelo-
na que solía piratear trabajos de sus alumnos para publicarlos como si fueran propios.
El ganador es Santiago Posteguillo, ampliamente conocido por el público por sus novelas de romanos y esta vez ha novelado la vida de Julia Domna, una emperatriz romana del siglo II d.C. que parecer ser los tenía bien puestos. Ganas de leerlo aunque mi directora, que es una envidiosa, se reserva siempre el privilegio de entrevistar al ganador. La finalista es Ayanta Barilli, hija de Fernando Sánchez Dragó que aparte de guapa, parece que ha escrito una muy loable opera prima.
El otro premio del que les quiero hablar es el Herralde de novela, que se falló otro lunes el 5 de noviembre (editores: ¿no podrían hacer los festejos en viernes? Así la noche cunde más. Por la mañana se anunció, en rueda de prensa, a los ganadores: Cristina Morales por Lectura fácil y la finalista Alejandra Costamagna por El sistema del tacto.
Por la tarde, hay cóctel sofisticado en el restaurante Saint-Rémy y como no hay nada que me guste más que ir por la zona alta de la ciudad, para allá que me voy, parapateada tras un enorme paraguas, ya que llueve a cántaros.
Nada más llegar, diviso a lo lejos a Miguel Ángel Hernández, valor seguro de Anagrama y que en su día fue finalista del ídem de novela. Me lanzo en sus brazos (literariamente hablando, no en plan lagarta) para decirle cuánto me gustó su última obra, El dolor de los demás. Va acompañado de un amigo, el también escritor Leo Cano que, curiosamente, sale haciendo de sí mismo en la novela. Toni Hill sigue aún de promo por bibliotecas y clubs de lectura por sus estupendos Tigres de cristal, mientras Álvaro Colomer toma notas para cotillear con su quisoquero de cabecera.
Me cruzo con las agentes Mónica Martín, Gloria Gutiérrez, Carina Pons, con la editora de la casa, la estupenda Silvia Sesé, con Julián Viñuales, que anuncia la salida de su editorial Libros del Kultrum...
Jorge Herralde preside la reunión desde un trono al que voy a postrarme y rendirle mis pleitesías. No me atrevo a arrodillarme de manera literal, pues hace unos años, en Madrid, en la presentación de un libro de Javier Alonso Osborne, hice amago de plongeon ante el añorado Forges, y este puso tal cara de horror, que no me he atrevido a hacerlo más. Pero ¿qué puede hacer una ante los grandes?
La ganadora, Cristina Morales —de la que recomiendo absolutamente sus Malas palabras, sobre Santa Teresa, aunque sea de la competencia (Lumen)—, aparte de lista y guapa, ahora resulta que sabe bailar danza contemporánea, ya que forma parte de la compañía Iniciativa Sexual Femenina, y del centro de creación La Caldera.
Ya veo que no me voy a comer una rosca (masculina), y como tengo el gaznate seco y estoy hambrienta, me lanzo en plancha a las bolitas bolitas de foie, mientras le doy la lata a Laura Gamundi. Fuera sigue lloviendo a cántaros
Magdalena París (c) de las fotografías: Arduinno Vannucchi.