EL CHICO QUE NUNCA EXISTIÓ
Islandia. 1918. El joven Mánni Steinn ya ha aprendido a sobrevivir gracias al cine y, ahora, con el cine en los ojos combate la guerra y la gripe. Mánni se busca la vida y en esa carrera también su cuerpo entra en juego. No hay moralina cuando se ejerce la libertad de resistir con el cuerpo que nos es propio. Sjón arma esta novela como una ofrenda a la memoria de su tío Bósi, que falleció de SIDA en 1993. Y a quien lo lee ofrenda su talento narrador. La poética de Sjón es sensorial: ruidosa y armónica a la vez, por ello El chico que nunca existió es una novela sin ambages y sin sordidez; porque se acostumbra a aludir la sordidez cuando se lee lo desconocido o lo que siempre ha provocado curiosidad.