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Este 3 de agosto se celebra el centenario del nacimiento de la escritora británica Phyllis Dorothy James, autora de una notable serie de novelas policíacas.
Desde joven ambicionó dedicarse a la escritura, pero se vio obligada a abandonar sus estudios a los 16 años por la mala situación económica de la familia.
En 1941 contrajo matrimonio con Connor White, un estudiante de Medicina que acabó trabajando para el Ejército. Sin embargo, los estragos de la Segunda Guerra Mundial llevaron a Connor a una institución mental y Phyllis, madre de dos hijas, empezó a trabajar en el ministerio de Asuntos Exteriores.
Allí empezó a desarrollar su carrera literaria y,en 1963, publicó su primera novela, Cubridle el rostro, protagonizada por el policía de Scotland Yard, Adam Dalgliesh, su personaje más conocido, que también protagonizó Un impulso criminal (1963), Muertes poco natura
les (1967), Mortaja para un ruiseñor (1971), La torre negra (1975), Muerte
de un forense (1977), Sangre inocente (1980), Sabor a muerte (1986) e In
trigas y deseos (1989). Algunas de ellas fueron adaptadas a la televi
sión.
También creó el personaje de Cordelia Gray, investigadora privada que aparece en las novelas: No apto para mujeres (1972) y La calavera bajo
la piel (1982). En 1980, el éxito de Innocent Blood (1980) le abrió el panorama internacional y le permitió dedicarse plenamente a la escritura. Ganó numerosos premios, la Orden del Imperio Británico, una baronía y un escaño vitalicio en la Cámara de los Lores.
Aparte del género policíaco, hizo incursión en la novela futurista con The Children of Men (1992), una novela futurista ambientada en un mundo sin niños, adaptada al cine por Alfonso Cuarón. En 1999 publicó un libro de memorias La hora de la verdad: un año de mi vida y su última novela, La muerte llega a Pemberley (2011), una reinterpretación en clave de novela negra de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen.
Su obra diseccionó la moderna sociedad británica, así como los claroscuros de la condición humana. Su capacidad para entender los vericuetos de la moderna sociedad británica y los claroscuros del alma humana le permitieron afirmar: Cuando escribo sobre un asesino, soy el asesino .
QL. © Smalltown Boy.