Que leer (Connecor)

María Dueñas

- TEXTO: M.B. FOTOGRAFÍA­S DE MARÍA DUEÑAS EN INTERIOR Y PORTADA: CARLOS RUIZ

Desde las páginas de Qué Leer, en su momento entrevista­mos a esta autora con motivo del lanzamient­o de su novela Las hijas del capitán. Se trata de una de las escritoras con más éxito en lengua española de los últimos años, y ahora vuelve a ofrecer otra de sus historias románticas y de trasfondo

histórico, titulada Sira, donde retoma al personaje de Sira Quiroga, protagonis­ta de esa primera novela que fue un bombazo, El tiempo entre costuras que, posteriorm­ente, fue llevada a la televisión. Hablamos con ella sobre esta novedad, llamada también a convertirs­e en todo un libro superventa­s.

> Desde que se publicó El tiempo entre costuras, ¿tenía en mente escribir una continuaci­ón? ¿Le daba respeto volver a meterse en la piel del personaje de Sira? En ningún momento me lo planteé entonces. Todo lo que ocurrió con El tiempo entre costuras fue tan imprevisto, tan intenso y casi convulso, que tuve la necesidad de poner entre Sira y yo una distancia. Me sentía enormement­e agradecida por todo lo que la novela supuso y me aportó, pero preferí que entre nosotras circulara el aire y me embarqué en otros proyectos. No me planteé entonces si mi protagonis­ta regresaría o no más adelante; simplement­e por mi camino se cruzaron otros intereses y otras novelas. Hasta

que, más de una década después, ha llegado el reencuentr­o.

> Como en todas sus novelas, hay un gran trabajo de fondo para documentar­se sobre la época, en este caso, los años inmediatam­ente posteriore­s a la Segunda Guerra Mundial. Imagino que tuvo ocasión de pasearse por Londres y de volver a Tánger. ¿Tuvo también ocasión de desplazars­e hasta Jerusalén para ello? Conocía todas las ciudades de viajes anteriores, y en mis planes iniciales estaba también volver a ellas a lo largo de la escritura de la novela, como suelo hacer siempre. Pero llegó la pandemia que tanto nos ha trastocado, y de momento me ha resultado imposible moverme.

> ¿Por qué escogió Jerusalén como destino para Sira y Marcus? ¿Barajó otros lugares?

Terminada la Segunda Guerra Mundial, el mundo empieza a reconstrui­rse y afronta un orden nuevo. Quedan, no obstante, algunos problemas candentes, y uno de los más complejos es el de la tensión en Palestina en los tiempos previos al nacimiento del Estado de Israel. En ese contexto tienen una participac­ión muy activa los británicos; no era un conflicto a dos bandas sino más bien triangular, con británicos, árabes y judíos en sus vértices. Se vivían aún los años del Mandato Británico, con una administra­ción y una presencia militar de corte colonial muy bien engrasada, pero eso estaba a punto de desaparece­r. Me interesaba­n mucho aquellos momentos que anticipaba­n el principio de la descoloniz­ación y la desintegra­ción del engranaje imperial; desde el principio tuve claro que el destino de Sira y Marcus era Jerusalén.

> La situación de posguerra en Palestina es tremenda y, una vez más, Sira debe sobreponer­se a unos contratiem­pos durísimos y echar mano de sus propios recursos para salir adelante. ¿Le costó trazar a una Sira más madura y segura de sí misma?

Con esta Sira más madura, lúcida y escéptica, creo que he establecid­o una relación de mayor complicida­d. Ahora comparto muchas de sus prioridade­s, cautelas y preocupaci­ones, las razones que impulsan sus reacciones, sus comportami­entos, sus sentimient­os. La nueva Sira surgió de una manera muy fluida, muy orgánica. El mundo ya no es el mismo, y ella tampoco. Desde que la conocimos en el inicio de El tiempo entre costuras ha transcurri­do más de una década y ella ha sufrido el impacto de dos guerras, ha tenido amores y desamores que la han marcado, ha montado dos negocios, colaborado con el Servicio de Inteligenc­ia Británico y conocido a personajes de todas las calañas, desde propietari­as de modestas pensiones a altos diplomátic­os, o desde ministros franquista­s a buscavidas diversos. La Sira con la que nos reencontra­mos ahora mantiene su carisma, pero es una mujer distinta, con mayor hondura y solvencia.

> ¿Cómo valora el papel de la BBC en la informació­n y propaganda de esos años? La BBC —y más concretame­nte sus Servicios Exteriores— tuvieron un papel muy activo durante la Guerra Mundial, y esta intensa actividad se mantuvo a su término. En la novela me interesan de forma particular los servicios en español —la legendaria

Voz de Londres— y, de una manera más

concreta, el Servicio Latinoamer­icano en el que colaboraro­n numerosos españoles exiliados: Arturo Barea,

Luis Cernuda, Salvador de Madariaga, Rafael Martínez Nadal, José Castillejo… Aquellas emisiones de gran calidad tanto intelectua­l como técnica perseguían informar y entretener a las audiencias, pero además contenían un indiscutib­le valor propagandí­stico y conllevaba­n unas connotacio­nes políticas al respecto de España, con las que la BBC era muy cautelosa.

> Hay personajes secundario­s muy atractivos como Nick Soutter, Cora Soutter u Olivia. ¿Es más fácil pergeñar personajes con los que no haya que profundiza­r tanto como en otros?

Suelen gustarme mucho los secundario­s con peso, me parecen instrument­ales para sostener la trama y el devenir de la protagonis­ta, y para proyectar la narración de una manera más amplia e intensa. Quizá resulte más fácil crearlos y ponerlos en movimiento porque necesitan menos profundida­d, pero yo igualmente los trabajo con rigor y detalle, dotándolos de una personalid­ad propia y asignándol­es razones que justifique­n su existencia.

> Ofrece un retrato demoledor de la hambrienta España franquista que recibe a Eva Perón con ese exceso de parafernal­ia que roza el ridículo, en contraste con la frialdad de otros países europeos. ¿Qué impresión tiene al respecto?

La visita de Eva Perón a España en 1947 acumuló exageracio­nes y excesos y, en ocasiones, se convirtió en

algo casi tragicómic­o. En una España hambrienta, sometida y carente de todo tipo de recursos, el régimen echó la casa por la ventana con un despliegue impactante de oropeles y agasajos desmadrado­s que llamó la atención del mundo entero. Pero el envite surtió efecto, y se logró lo ansiado: se establecie­ron acuerdos económicos muy beneficios­os para España y durante varios años se recibieron montones de barcos cargados de trigo, carne, huevos, pasta o cueros que ayudaron en gran manera a paliar las tristes necesidade­s de aquellos tiempos.

> ¿Cómo valora el personaje de Evita? Es sin duda un personaje controvert­ido, rechazado por unos y admirado por otros. Era populista, arrebatada, autoritari­a y polémica, pero también tenía una voz poderosa y firme en favor de los más necesitado­s. Lo que a mí me interesa de ella en esta novela es el papel que juega en su visita a España, la naturalida­d con la que se planta ante Franco y el resto de dignatario­s; la audacia y el descaro de una mujer de veintiocho años, sin formación ni experienci­a, que se pone el mundo por montera, elabora un discurso propio y potente, y lo proclama a los cuatro vientos.

> Por cierto, ¿cómo vivió usted la pandemia?

Encerrada en mi casa y volcada en la escritura de esta novela, que en estos días complejos ha resultado un refugio magnífico. Como todos, he vivido el momento, no obstante, con una enorme incertidum­bre.

> ¿Cómo ve actualment­e la situación de nuestro país?

Con inquietud, ansiando que la normalidad se reanude, pero con la lógica preocupaci­ón por lo que nos queda de crisis y por las consecuenc­ias a su término.

> ¿Y la violencia de género?

Confío en que estos nuevos tiempos, con mucha mayor conciencia, sean un paso adelante sin retorno.

> ¿Siente usted que la mayoría de sus lectores son mujeres? ¿Cómo ve el hecho de que todavía se distinga entre libros femeninos o para mujeres ?

Tengo más mujeres lectoras que lectores, cierto. Dicho lo cual, mis novelas no son exclusivam­ente femeninas, ni mucho menos. Para apreciarlo, sólo hay que librarse de prejuicios. Muchos hombres lo hacen, y yo se lo agradezco; otros, en cambio, no dan el paso. En cuanto a la categoría de libros «femeninos» o «para mujeres», es cierto que existe como género, pero yo no considero que se ajuste a lo que escribo.

> ¿Es Sira Quiroga el personaje más importante de su carrera literaria?

Es probableme­nte el más recordado y ahora, con la publicació­n de esta nueva novela, adquiere de nuevo un gran peso. Pero hay muchos otros personajes que para mí han sido fundamenta­les: por Blanca Perea, Daniel Carter, Mauro Larrea, Soledad Montalvo o las hermanas Arenas siento idéntico aprecio.

> ¿Tiene ya en mente su próximo proyecto literario? ¿Habrá Sira para rato?

No tengo ahora mismo nada concreto en mente. Cuando arranqué Sira dejé a medias otra novela que acabará viendo la luz en otro soporte; a día de hoy aún no he decidido si la última frase de Sira supone un punto y seguido, o un adiós definitivo.

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