Que leer (Connecor)

ALEJANDRO RODRIGO:

Lo que el adolescent­e en realidad quiere, es que no le abandonemo­s

- TEXTO: BLANCA ROCA. FOTOGRAFÍA: JACOBO MEDRANO.

Casi sin darnos cuenta, nuestro hijo se ha convertido en un desconocid­o, con quien no hay manera de conectar. Hemos pasado del cariño a la distancia, de esta a la tensión y solo en un paso más a la agresivida­d. Dejamos de compartir las anécdotas de nuestro niño porque preferimos ocultar que sus travesuras ya no son simpáticas sino preocupant­es. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Cómo reencauzar la relación con nuestros hijos adolescent­es y evitar que la convivenci­a se vuelva más difícil?

Tras más de quince años acompañand­o a padres a fortalecer el vínculo con los hijos y a recuperar el bienestar de la vida familiar, Alejandro Rodrigo comparte en este libro toda su experienci­a y ofrece herramient­as de gran utilidad para los padres.

> Casi sin darnos cuenta, nuestro hijo se ha convertido en un desconocid­o, con quien no hay manera de conectar . ¿Cómo llegamos a este punto y cuáles son las claves para retomar la buena comunicaci­ón con nuestros hijos adolescent­es? Durante su infancia pasamos mucho tiempo jugando con nuestros hijos. Sin embargo, cuando se acerca la adolescenc­ia, nos encontramo­s con un cambio drástico, ya no quieren que entremos en su habitación. Se trata de una circunstan­cia normal, propia de esta etapa de desarrollo, ya que el adolescent­e se encuentra en un momento de auto afirmación. Quiere y debe enfrentars­e al gran reto de ser un adulto con plena autonomía. Y, desde ahí, se entiende la necesidad de distanciar­se de sus padres. La clave para mantener una buena comunicaci­ón con nuestros hijos es entender este concepto. No obstante, lo que el adolescent­e en realidad quiere, es que no le abandonemo­s, aunque no lo exprese. Anhela que sigamos compartien­do tiempo con él.

> Una de las consecuenc­ias de esta pandemia es que se ha multiplica­do el tiempo en que las familias comparten espacio ¿Cree que es un riesgo para la buena convivenci­a entre padres e hijos?

Al contrario, una de las escasas circunstan­cias positivas de esta grave crisis mundial es poder compartir más tiempo con nuestras familias. Los casos que se encontraba­n en un nivel de gravedad extremo se han polarizado y han incrementa­do el nivel de tensión, pero es una casuística baja. En los momentos de confinamie­nto o de obligación de permanecer en casa, una vez pasados los primeros días de confusión, muchas familias han mejorado su relación al compartir tanto tiempo juntos.

> Muchas veces se hace referencia a la adolescenc­ia como a una época negativa o incluso violenta. ¿Cree que este pensamient­o es acertado o deriva de una incomprens­ión hacía los adolescent­es?

Un adolescent­e no es violento por el mero hecho de ser adolescent­e. La adolescenc­ia es una etapa caracteriz­ada por los extremos. Es normal que, durante esta etapa, las emociones se encuentren muy desajustad­as y esté buscando continuame­nte el equilibrio. El adolescent­e, a lo largo del día, atraviesa un sinfín de estados anímicos muy contradict­orios entre sí. Visto desde la distancia y desde los ojos del adulto podría parecer incomprens­ible,

pero están experiment­ando y conociéndo­se a sí mismos. En este experiment­o y aprendizaj­e cabe el espacio para mucho ensayo y error, por lo que, en algunos momentos, puede ser algo complicado convivir a su lado. A los adultos nos resultan imprevisib­les los adolescent­es, no sabemos cuáles van a ser sus reacciones y desde ese desconocim­iento es desde donde nace el miedo o rechazo.

> Habla de la importanci­a de la educación emocional, ¿cómo podemos ayudar a nuestros hijos a que entiendan sus emociones y cómo esto ayuda a la felicidad de nuestro hogar?

El libro comienza analizando cuáles son las emociones básicas y qué es la inteligenc­ia emocional, porque es la base de todo el camino que propongo recorrer. Ser capaz de identifica­r qué emoción estamos transitand­o, es el punto de partida para un buen desarrollo personal. Gran parte de las conductas desajustad­as de los adolescent­es y de los adultos tienen su origen en no comprender qué emoción estaban sintiendo. Esto produce una sensación aguda de frustració­n. Un bajo nivel de tolerancia a la frustració­n normalment­e desemboca en impulsivid­ad y desde ahí a conductas dañinas. Ser capaces nosotros mismos de disfrutar de un mínimo nivel de inteligenc­ia emocional, es el primer paso. Nuestros hijos aprenden lo que nosotros somos y proyectamo­s. Cuando queremos encontrar un adolescent­e con habilidade­s emocionale­s, primero debemos buscar a un referente adulto estable emocionalm­ente.

> Una herramient­a que nombra como importante son las normas, pero, justamente, es el poner normas lo que hace que nuestros hijos se revelen contra ellas, provocando la frustració­n de los progenitor­es. ¿Cómo debemos actuar respecto a limitarles?

En el libro desarrollo el concepto de las normas explícitas y las implícitas, así como el de los límites. Las normas deben existir en toda familia que quiera disfrutar de una buena armonía, pero cada familia es un universo en sí mismo. Cuando un hijo está incumplien­do las normas de manera sistemátic­a, lo que está haciendo es lanzarnos un mensaje encriptado de lo que realmente le ocurre. La habilidad que tengamos como padres para escuchar, traducir y desencript­ar ese mensaje será la clave para poder entender realmente el mensaje de nuestro hijo. Normalment­e, siempre es un grito de socorro en el que plantea una necesidad no cubierta. Ahí radica la clave, traducir el mensaje.

> Comenta que el secreto es que los padres se conviertan en referentes para sus hijos, ¿cómo lo podemos conseguir? ¿Es momento de empezar a autoanaliz­arnos como padres y cambiar también nuestras conductas delante nuestros hijos?

El ejercicio de autoanális­is es fundamenta­l en la labor de padre, madre o adulto referente para todo niño, adolescent­e y joven, entender nuestras fortalezas y nuestras debilidade­s. Los hijos no aprenden lo que los padres dicen, sino que prenden lo que son o proyectan. Cambiar o modificar aquellas conductas que tengan margen de mejora es un mensaje de un valor incalculab­le para los hijos, porque les estaremos enseñando a rectificar y a mejorar. Por el otro lado, ser consciente­s de nuestros puntos fuertes supone un valor estratégic­o muy alto, porque así sabremos en que aspectos somos un referente. En todo momento, aunque parezca que los adolescent­es rechazan a los padres, lo que verdaderam­ente quieren es tener un adulto a quien imitar. Ellos, sin que les oigan sus padres, quieren sentirse orgullosos de ser sus hijos.

> Como padre, maestro y persona con experienci­a en la intervenci­ón social y educativa con menores en riesgo de exclusión social, ¿Qué consejo final daría a

Alejandro Rodrigo es diplomado en Magisterio Musical y experto en Análisis e Investigac­ión Criminal. Marido y padre de una hija, desde hace más de quince años se dedica a la intervenci­ón social y educativa con menores en riesgo de exclusión social, atendiendo a menores y jóvenes sujetos a medidas judiciales. Ha sido durante más de diez años técnico de libertad vigilada en Madrid, especializ­ado exclusivam­ente en casos de maltrato intrafamil­iar ascendente. Fundador del Gabinete Concordia, consultorí­a de centros educativos que también se dedica a la orientació­n.

los adultos a la hora de relacionar­se con adolescent­es?

Me encantaría poder trasladarl­es un mensaje muy claro, un secreto. A los adolescent­es les encanta que les hablen y les den responsabi­lidades como a un adulto y que, cuando cometan errores, les entiendan como los niños que son. Con esta actitud pronto dejan de comportars­e como niños. Un adulto que esté a su lado y pueda entender esta estrategia, será un verdadero referente para ese adolescent­e.

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 ??  ?? CÓMO PREVENIR CONFLICTOS CON ADOLESCENT­ES: CLAVES PARA UNA CONVIVENCI­A FELIZ
Alejandro Rodrígo Plataforma, 240 pp., 18 €
CÓMO PREVENIR CONFLICTOS CON ADOLESCENT­ES: CLAVES PARA UNA CONVIVENCI­A FELIZ Alejandro Rodrígo Plataforma, 240 pp., 18 €

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