EL CORAZÓN NOVELESCO DE JAVIER MARÍAS
La última obra de Javier Marías, extensísima, jalona una impresionante trayectoria narrativa que ya ha rebasado la cincuentena de años y que tuvo en 1992 un punto de inflexión definitivo.
Hay años que marcan el destino de un autor de forma trascendente. El de Javier Marías, nacido en Madrid, en 1951, fue 1992, cuando disfrutó de un colosal éxito con Corazón tan blanco; se trataba de su séptima novela, de la cual la editorial Alfaguara presentó una edición conmemorativa por el 25 aniversario. En ella se incluyó, en un estuche, dos volúmenes en pasta dura: la novela y el dossier «No he querido saber», con seis textos del autor sobre su libro, imágenes del manuscrito original, reseñas de la recepción del libro, entrevistas, artículos de especialistas en la obra de Marías y una carta inédita dirigida a él de Juan Benet sobre la obra.
El título del dossier era alusivo al inicio de aquella novela: «No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados». Admitió en su momento el autor, con un recuerdo borroso, que al mirar la fecha de terminación de la escritura, que pone siempre al final de cada libro, la acabó en octubre de 1991, es decir, a los cuarenta recién cumplidos.
La novela tuvo en sus primeros cuatro años un gran éxito de ventas, que ha alcanzado los 2.300.000 ejemplares vendidos en todo el mundo, muy en especial gracias al empujón publicitario del que disfrutó en Alemania, debido al programa de televisión El cuarteto literario, emitido el 13 de junio de 1996, y a una reseña de Paul Ingendaay en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, y a los parabienes del crítico literario germano más popular, Marcel Reich-Ranicki. Semejantes elogios acabarían por materializarse en un éxito de ventas hasta alcanzar el número uno en las listas de los más vendidos en Alemania.
Los números son de vértigo: Corazón tan blanco se ha traducido a 37 idiomas con presencia en 44 países. Ha tenido más de veintidós ediciones en el formato habitual de la colección Narrativas Hispánicas de la editorial Anagrama. Más adelante, en la edición en 2006 en la colección Debolsillo, de Random House Mondadori, se añadió un prólogo de Elide Pittarello, en el que explicó los orígenes de la novela, relacionando «su primer latido» con la visualización en televisión de la película Macbeth, de Orson Welles, de uno de cuyos diálogos toma el título: «My hands are of your colour; but I shame to wear a heart so white» (Mis manos son de tu color; pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco).
El protagonista y narrador de la novela, Juan Ranz, traductor e intérprete de profesión, en su viaje de novios en La Habana, asomado al balcón, es confundido por una desconocida que espera en la calle, y sin querer escucha una conversación de hotel. A partir de entonces «presentimientos de desastre» envolverán su matrimonio. Y como trasfondo aparece el pasado del protagonista, aludiendo a que su padre hubo de casarse tres veces para que él pudiera nacer. Un argumento este que mereció el Premio de la Crítica, el Prix l’Oeil et la Lettre y el IMPAC International Dublin Literary Award 1997.
Estos agasajos de lectores y críticos literarios llegan hasta el día de hoy, hasta la reciente novela Berta Isla (2017), que obtuvo el Premio de la Crítica, el Premio Dulce Chacón de Narrativa Española y el Premio Lettura 2018 de Il Corriere della Sera (Italia). La obra contaba cómo desde muy jóvenes se conocieron Berta Isla y Tomás Nevinson en Madrid, que muy pronto deciden convivir. Hacia el final del libro, por cierto, aparece una cita de Charles Dickens hablando de que «cada corazón palpitante es un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado». Otro corazón, treinta años después.
MATAR O NO MATAR
Tomás es medio español y medio inglés, y por diversos asuntos que tienen que ver con su profesión hace que la Corona se fije en él, lo que provocará que sobrevenga una situación desgracia en que se incluye una desaparición. «Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él, mayor que él. Pero también ella se había hecho mayor por su cuenta, en su ausencia, era muy joven cuando se casó», leíamos en aquella ocasión. Y ahora hay una suerte de continuación con Tomás Nevinson, que estas semanas ha gozado de una impresionante acogida por parte de la crítica especializada, que la ha tildado en ocasiones de la mejor obra de Marías.
«Una excelente recreación de ambientes y el sólido desarrollo de la historia completan la excelencia de esta conseguida novela. Una obra de cuidada estructura y prosa», escribió por ejemplo Jesús Ferrer desde el suplemento de libros del periódico La Razón. La obra cuenta la peripecia de dos hombres, uno en la ficción y otro en la realidad, que tuvieron la oportunidad de matar a Hitler antes de que éste desencadenara la Segunda Guerra Mundial. A partir de este hecho, Javier Marías se plantea la siguiente suposición: si esos hombres quizá debieron disparar contra el Führer, ¿cabe la posibilidad de hacerlo contra alguien más? Como dice el narrador de Tomás Nevinson, «ya se ve que matar no es tan extremo ni tan difícil e injusto si se sabe a quién».
No será la única referencia a tal cosa, pues desde la primera página ya leemos: «Yo fui educado a la antigua, y nunca creí que me fueran a ordenar un día que matara a una mujer. A las mujeres no se las toca, no se les pega, no se les hace daño...» De esta manera, Tomás Nevinson, el marido de la Berta Isla que habíamos conocido cuatro años atrás, cae en la tentación de volver a los Servicios Secretos tras haber estado fuera; el caso es que se le propone ir a una ciudad del noroeste para identificar a una persona, medio española y medio norirlandesa, que participó en atentados del IRA y de ETA diez años atrás. El encargo procede de su ambiguo exjefe Bertram Tupra, que ya, mediante un engaño, había condicionado su vida anterior.
Muy al comienzo, ya surtje la referencia del personaje ficticio, de corte fílmico. Así las cosas: «Recuerdo una vieja película de Fritz Lang, era de 1941, estaba hecha en plena Guerra Mundial, cuando ni siquiera los Estados Unidos habían intervenido y parecía imposible que Inglaterra resistiera sola contra Alemania». Se trataba de un intento de asesinar al dictador germano, protagonizado por un «cazador» que lo tenía en su mira mediante un rifle de precisión, pero al final su disparo no impactaba con su objetivo.
TRASFONDO HITLERIANO
De ahí Marías pasa al terreno meramente literario y también real, pues habla de un autor que él conoce bien por haberlo publicado hace unos pocos años en su editorial Reino de Redonda. Nos referimos a Friedrich Reck-Malleczewn –(1884-1945), militar y médico hasta que lo dejó todo para consagrarse a la música y la literatura–, del que se dice en Tomás Nevinson que en «una jornada imprecisa de 1932» coincidió en un restaurante muniqués con Hitler,«que extrañamente llegó solo, sin sus acostumbrados matones y guardaespaldas». Un caso que podría emparentarse con el de otro insigne escritor.
Y es que, exiliado en Londres tras huir del avance del nazismo a comienzos de los años treinta, Stefan Zweig decide plantearse su primera obra de carácter comprometido pese a estar relacionada con sucesos del siglo XVI. Al escritor vienés le interesa un trasfondo común a ambos periodos, el de la represión de las libertades y la personificación de una voz contraria a la barbarie: el erudito eclesiástico Sebastian Castellio frente al déspota dominador de la ciudad de Ginebra, Jean Calvino. De forma subliminal, Zweig, por medio de un
personaje histórico admirado, se enfrentaba al criminal de su tiempo, Adolf Hitler. El resultado: Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia, que hablaba de cómo el totalitario Calvino convirtió «una república democrática en una dictadura teocrática», y del humilde y sabio Castellio, único denunciante del asesinato en la hoguera del científico y astrólogo español Miguel Servet.
Pues bien, algo similar hizo con Historia de una demencia colectiva (1937) Reck-Malleczewen, otro texto que denuncia cómo un fanático y criminal puede llegar a erradicar cualquier forma de libertad con excusas religiosas o políticas. ¿Estaba hablando del modo en que, en 1534, en la alemana Münster, el sastre anabaptista Bockelson se erigió en «profeta» y consiguió enloquecer la ciudad, promulgando «el retorno a la pureza de la religión cristiana», en una recomposición que implicaba una sociedad utópica basada en la poligamia obligatoria, en los asesinatos a quien osara contradecirlo o incluso en la antropofagia? Se diría que, a tenor de lo que le pasó a este autor, que conocíamos por su Diario de un desesperado, en realidad parecía describir el terror de su propio periodo vital. Y es que Reck-Malleczewen escribió este texto en plena Alemania nazi –enseguida fue requisado– y, tras sufrir una delación anónima, fue detenido y llevado a Dachau, donde moriría pocos meses antes de la liberación del campo.
Se podría crear así un vaso comunicante entre la etapa nacionalsocialista y este capítulo tan poco conocido, «el más singular, el más horroroso», que mantuvo en vilo dos años a una ciudad, la cual se cerró al mundo exterior por completo con el beneplácito de «artesanos, notables, patricios y algunos gentileshombres». La serie de iniquidades que describe Reck-Malleczewen de forma ejemplar sorprendía a todo lector que se acercara a esta locura colectiva, en una edición que se complementaba con epílogos de Quirino Principe y la segunda esposa del escritor, que destaca una frase memorable de su marido, perteneciente a una carta de sus días finales: «Si queréis honrar mi memoria, pagad el mal con el bien».
VIVIR OCULTO Y REGRESAR
Y realmente esta última frase podría colocarse simbólicamente en la obra protagonizada por Nevinson, pues no deja de ser una novela que se balancea en asuntos que tienen que ver con la bondad y la maldad, con todo tipo de opuestos más allá del matar o no matar: estar oculto y regresar, por ejemplo, como le sucede al personaje, que tras doce años escondido y sin dar señales de vida, incluso para su mujer, vuelve si no con ella, al menos instalándose muy cerca de ella.
De esta manera, si ya con Berta Isla conocíamos una historia donde eran preponderantes los conflictos de corte sentimental, los que tienen que ver con el campo del espionaje, los relacionados con la lealtad o la traición, todo ello trufado de enigmáticas desapariciones, en Tomás Nevinson se sigue en esta línea. La novela nos lleva, pues, a la España de 1997, cuando Tomás se dispone a su misión de encontrar a un individuo con antecedentes que le relacionan con dos bandas como la española ETA y la norirlandesa IRA. Para seguir con la mirada siempre certera del crítico Ferrero: «En un entorno histórico marcado por el terrorismo crece una intriga que se interroga continuamente sobre si el fin justifica los medios. El protagonista iniciará esta historia con un arraigado desencanto vital, para ir avanzando hacia la renovada dignidad que le proporciona su trascendental misión».
Pero más allá de su argumento de misterio y tratamiento sociohistórico, tenemos algo que la unanimidad de los que reseñan libros en los medios de comunicación ha señalado, esto es, el estilo de la prosa de Marías, tremendamente cuidado, fiel a sus rasgos narrativos habitual, con sus largas frases y extensos párrafos, verdaderos torrentes de información y recreación de caracteres personales y lugares significativos. Por algo el autor, sobre todo de manera harto intensa en el año 2020, parece que estuvo entre los candidatos posibles para que se le otorgara el Premio Nobel de Literatura.
© Fotografía de portada: Klaus Holsting. © Interior: Bernardo Pérez/El País.