El misterio de las mareas
La autora superventas María Oruña regresa a la novela con una de sus habituales historias de misterios y asesinatos. Hablamos de esta y revisamos sus anteriores obras.
o es casualidad que la última obra de María Oruña (Vigo, 1976) empiece con un epígrafe de la autora por antonomasia del suspense narrativo, la inmortal y siempre de actualidad Agatha Christie: «¿Es que pretende decirme, inspector, que éste es uno de esos casos que encontramos en las novelas detectivescas, en que un hombre es asesinado dentro de una habitación cerrada en la cual nadie ha podido entrar?», se lee, en efecto en la obra de 1939 de la autora británica Navidades trágicas.
Y es que Oruña ha concebido un crimen también en un sitio cerrado, esta vez marítimo. Así, en Lo que la marea esconde presenta la siguiente trama: la presidenta del Real Club de Tenis de Santander, una de las mujeres más poderosas de la ciudad, ha aparecido muerta en el camarote de una goleta que con unos pocos invitados surcaba las aguas de la bahía al anochecer. La situación era la siguiente: el compartimento estaba cerrado por dentro, tanto la extraña herida que presenta el cuerpo de la empresaria como el misterioso método utilizado para perpetrar el asesinato resultan inexplicables y todos los invitados a la fiesta parecen tener motivos para haber acabado con su vida.
De este modo surge el misterio, pues nadie puede haber salido o entrado de la nave para cometer el crimen o escapar. Todos se preguntan quién ha matado a
Judith Pombo, cómo y por qué, y a ello se le invita al lector, que entrará en uno de esos thrillers en que todos son culpables e inocentes a la vez. De resolver el caso se encargará Valentina Redondo, quien además de enfrentarse al caso más enigmático de su carrera deberá luchar contra un sorprendente e inesperado golpe en su vida personal.
La escritora, que desde joven conoce a fondo Cantabria, donde ha ambientado la serie de novelas «Los libros del Puerto Escondido», todas publicadas en Destino, tiene en Redondo a su personaje fetiche desde que debutara con Puerto escondido (2015), que ha sido traducido al alemán, al francés y al catalán; le siguieron Un lugar a donde ir (2017) y Donde fuimos invencibles (2018): todas historias de misterio cuyos protagonistas son los paisajes cántabros y el equipo de la teniente mencionada, que se ha ganado la admiración de cientos de miles de lectores. La última novela de Oruña hasta la fecha era El bosque de los cuatro vientos, pero ahora con Lo que la marea esconde recupera la serie Puerto Escondido.
UN PUERTO ESCONDIDO
«Cuando todos los planes se desmoronan, cuando se termina el amor y comprendes que ya nada será igual, comienzas un discreto viaje hacia el abismo. Es una caída imparable y silenciosa. No quieres que nadie te ayude a levantarte porque crees sentirte mejor en la oscuridad, como si ya solo pudieses estar a salvo en tu propia y rutinaria pesadilla.» Así da inicio esta novela en que vemos a un personaje, Pablo, que se había sentido así no mucho tiempo atrás, hasta el punto de querer cometer suicidio por haber tenido la desgracia, por culpa de un accidente de esquí, de quedarse a los veinticinco años parapléjico, cuatro años atrás, en el corazón de los Alpes franceses.
Así, tenemos a este joven observando, sorprendido, el interior de la goleta donde se encontraba navegando y donde iba a cenar en solo unos minutos. En esa embarcación, que la Real Sociedad de Tenis de la Magdalena había restaurado, La Giralda, de unos treinta metros de eslora por ocho de manga, de dos palos y cuya botadura se había celebrado con una gran fiesta, va a suceder el crimen. «Comenzaba un suave mes de junio y a través de las evocadoras ventanas de la nave Pablo pudo comprobar que surcaban suavemente las aguas de la bahía y que estaba a punto de anochecer.»
Sin embargo, esa suavidad y placidez se verá sometida a lo imprevisto, como ocurre de forma inherente en el género negro, del que Oruña sabe mucho tras sus renombrados éxitos, empezando con su triunfal debut con Puerto escondido, que nos contó una tragedia del pasado, fruto de la ambición, de la pasión, de la traición y de la locura, que estallaba en el presente con imprevisibles consecuencias. En aquella historia, Oliver, un joven londinense heredaba una casona colonial, Villa Marina, en el pueblecito costero de Suances, en Cantabria. En un momento dado, en las obras de remodelación, se descubría en el sótano el cadáver emparedado de un bebé, al que acompañaba un objeto que resultaba completamente anacrónico. Tras este descubrimiento comenzaban a sucederse diversos asesinatos en la zona que ponían en jaque a la Sección de Investigación de la Guardia Civil y al propio Oliver, que iniciaba un denso viaje personal y una carrera a contrarreloj para descubrir al asesino.
UNA TRAYECTORIA CÁNTABRA
A continuación, en Un lugar a donde ir, Oruña daba continuidad a este territorio con un Suances donde había habido varios asesinatos; entre ellos, el de una joven hallada en las ruinas de una construcción medieval, ataviada como una princesa medieval. Entonces comienzan a ocurrir más asesinatos en la zona que parecen estar indisolublemente unidos a la muerte de la misteriosa dama medieval. Mientras Valentina Redondo y su equipo investigan los hechos, Oliver Gordon, ayudado por un viejo amigo, buscará el paradero de su hermano Guillermo, desaparecido desde hace ya dos años.
En Donde fuimos invencibles vimos a Redondo que estaba a punto de empezar sus vacaciones, pero algo insólito sucedía otra vez en Suances: el jardinero del antiguo Palacio del Amo aparece muerto en el césped de esa propiedad. Después de permanecer mucho tiempo deshabitada, el escritor americano Carlos Green, su heredero, decide instalarse en el lugar donde vivió su juventud. Pero la paz que busca se ve truncada por ese terrible suceso, y parece que alguien ha tocado el cadáver; en paralelo, Carlos confiesa que en los últimos días ha percibido presencias inexplicables a la razón, y a todo ello ha de enfrentarse Valentina, pese a que es absolutamente escéptica en torno a lo paranormal. Con ello Oruña
Por último, en El bosque de los cuatro vientos la autora llevaba al lector a comienzos del siglo XIX, cuando el doctor Vallejo viaja de Valladolid a Galicia junto con su joven hija, para servir como médico en un poderoso monasterio de Ourense. Allí descubren un mundo y unas costumbres muy particulares y vivirán la caída de la Iglesia y el fin definitivo del Antiguo Régimen. La hija, interesada en la medicina y la botánica pero sin permiso para estudiar, luchará contra las convenciones sociales que su época le impone sobre el saber, el amor y la libertad y se verá inmersa en una aventura que guardará un secreto de más de mil años. La acción entonces se traslada a nuestros días, con un antropólogo que trabaja localizando piezas históricas perdidas que se pone a investigar una leyenda. Al empezar con ello, en la huerta del antiguo monasterio aparece el cadáver de un hombre vestido con un hábito benedictino propio del siglo XIX, lo que lleva al personaje a internarse en los bosques de Galicia en busca de respuestas. Todo lo cual es una invitación indirecta al lector, para que haga lo propio y llegue a asombrarse al hallar la identidad el culpable.
a historiadora británica Helen Castor, especializada en la Inglaterra medieval, profesora y miembro del Sidney Sussex College de la Universidad de Cambridge, es muy conocida en su país por su faceta radiotelevisiva y ganadora del premio English Association’s Beatrice White, uno de los galardones más destacados de la literatura inglesa. En el año 2020 nos hicimos eco de la publicación, también en Ático de los Libros, de su extraordinario Lobas. Las vidas de cuatro grandes reinas medievales.
Ahora vuelve con una biografía de Juana de Arco, cuya luz sigue brillando con fuerza en el firmamento de la historia europea desde distintas ópticas políticas: heroína para nacionalistas, monárquicos, liberales, socialistas, la derecha, la izquierda, católicos, protestantes, el régimen de Vichy y la Resistencia francesa. Es una figura recurrente y un motivo repetido en el arte, la literatura, la música y el cine. El proceso de narrar su historia y convertirla en un mito comenzó en el momento de su aparición en la vida pública. Durante su corta existencia fue tanto un objeto de fascinación como un motivo de polémica vehemente, igual que lo ha sido desde entonces.
La vida de Juana de Arco está muy bien documentada, en una época en la que eso solo ocurría en casos muy contados. En términos relativos, sus contemporáneos utilizaron tanta tinta y tanto pergamino para hablar sobre ella como papel e imprentas se han empleado en siglos posteriores.
La autora nos sumerge en la Francia de 1412, cuando el país se encuentra inmerso en una larga y sangrienta guerra con Inglaterra y, además, está dividido entre borgoñones y armagnacs. Ambos bandos aspiran a hacerse con el trono durante la regencia del enajenado Carlos VI.
Sola en los campos de Domrémy, una joven campesina oye las voces de san Miguel, santa Catalina y santa Margarita, que le encomendaron ayudar al delfín a hacerse con la corona francesa, derrotar al enemigo inglés y deshacerse de los traidores borgoñes. Contra todo pronóstico, la muchacha se persona ante el delfín Carlos, el heredero desposeído del trono de Francia, y lo convence de que Dios le ha encomendado la misión de ahuyentar a los ingleses de su reino. Ataviada con una armadura y con el pelo corto, como si fuera un hombre, una adolescente normal y corriente se transforma en una guerrera y capitanea un ejército para liberar al pueblo de Orleans del asedio inglés.
A partir del relato de testigos contemporáneos y de las fuentes bibliográficas, el volumen empieza con la batalla de Azincourt (1415), para entender mejor esos años tan tumultuosos, el cambio de perspectiva de los distintos personajes históricos de la época, así como la crisis en que se movía la identidad francesa a nivel político, geográfico, histórica y espiritual.
La autora ha querido contar la historia hacia adelante, y no al revés, y englobar las circunstancias de cada personaje, de la fe religiosa y de la maquinación política que la convirtieron en una excepción única a las normas que gobernaban las vidas de la demás mujeres. Como ella misma señala, «Una de las razones por las que conocemos tan bien su historia es porque su vida está muy bien documentada, en una época lejana en la que eso solo ocurría en casos contados. En términos relativos, sus contemporáneos utilizaron tanta tinta y tanto pergamino para hablar sobre Juana de Arco como papel e imprentas en han empleado en siglos posteriores. Han sobrevivido crónicas, cartas, pomas, tratados, actas y libros de cuentas».
Helen Castor nos brinda una perspectiva que difiere de la que todos conocemos: un relato en el que la misma Juana no aparece durante los primeros catorce años de su vida y con el que conocemos datos de su familia y de su infancia al final de la historia, y no al principio. El resultado es una historia extraordinaria de un personaje único.
Como todos los libros de Ático de los Libros, se agradece la cuidada edición, las notas, la bibliografía, las ilustraciones y el índice onomástico. Un acierto.