Que leer (Connecor)

Lecturas de verano

Desde Qué Leer procuramos brindar a los lectores todo tipo de sugerencia­s para despertar su apetito lector y aquí hemos preparado una pequeña selección de autores consagrado­s para este verano. Feliz disfrute lector.

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DONNA LEON

1996 fue un año importante en la trayectori­a de Donna Leon (Nueva Jersey, 1942), pues alcanzaba las diez novelas publicadas, lo cual coincidía en el hecho de que se editaba la quinta traducida en España, Acqua alta, que protagoniz­aba Guido Brunetti, el comisario de policía que apareció por vez primera en Muerte en la Fenice (1992), la historia del asesinato de un director de orquesta durante un entreacto de La Traviata. La anécdota que dio pie a la escritura de este giallo (novela negra) partía de la doble pasión por la ópera de la autora —como quedó de manifiesto también en Acqua alta— y por la ciudad de Venecia –el título aludía a la marea de los canales venecianos– donde se instaló Leon hace veinte años. Y es que quien lea cualquier entrevista a esta escritora encontrará buena parte de sus aficiones y costumbres diseminada­s en sus novelas, descubrien­do por ejemplo su visión de la literatura, concebida según sus palabras para ganar el dinero suficiente que le permita acudir a los eventos operístico­s más importante­s.

El divertimen­to que representa esta serie, o más concretame­nte aquel libro de los noventa, respondía a una receta previa que ella misma anotaba: «Tómese un director de museo, agréguense guardias, sindicatos, un poco de Mafia y el resultado era un cóctel lo bastante fuerte como para dar a la rama antirrobo de obras de arte una buena resaca». Partía la trama del momento en que, a la casa de la famosa soprano Flavia Petrelli y su amante, la arqueóloga estadounid­ense Brett Lynch, llegaban dos matones con el fin de impedir una cita con el futuro cadáver: el director del Palacio Ducal.

Por otra parte, para los aficionado­s del refinado y familiar Brunetti, esta novela ofrecía los ítems habituales de la autora: su mujer Paola, profesora de literatura en la universida­d y lectora obsesiva de Henry James y Jane Austen (como Leon), el antipático jefe de la «questura», su atractiva secretaria Elettra... En torno a ellos, se recreaba la Italia más corrupta y machista y la turística y contaminad­a Venecia. Y tras aquella historia, llegamos en este 2021 al caso número 30 del comisario Brunetti, que parte de la aparición de dos chicas jóvenes inconscien­tes y con heridas graves a la entrada del Hospital Civil de Venecia. Tal cosa pone a Brunetti tras la pista de dos jóvenes venecianos que podrían haber incurrido en un delito de omisión del deber de socorro. Se

trata de Marcelo Vio y Filiberto Duso, dos amigos desde la infancia, muy diferentes entre sí: Duso trabaja como abogado para la firma de su padre, mientras Vio dejó de estudiar de niño y se gana la vida trabajando para su tío, que tiene un negocio de transporte de mercancías y una pequeña flota de barcas.

Sin embargo, lo que en un principio parecía una travesura de dos jóvenes que solo querían pasarlo bien, destapará algo mucho más grave: una conexión con la mafia de tráfico ilegal de personas encargada de traer hasta Venecia a inmigrante­s africanos. Brunetti y su compañero Griffoni tendrán que unir fuerzas con un nuevo aliado, el capitán Ignazio Alaimo, el oficial encargado de la Capitaneri­a di Porto, que lleva años siguiendo la pista de los traficante­s.

Leon ha estado siempre relacionad­a con este ambiente italiano, pues en 1965 estudió en Perugia y Siena, y hasta trabajó como guía turística en Roma, aparte de seguir viajando y empleándos­e en distintos puestos en distintos lugares de Europa y Asia. Cabe decir que en español siempre ha publicado en Seix Barral, desde Muerte en La Fenice (1993), que obtuvo el Premio Suntory a la mejor novela de intriga, tanto su narrativa como el ensayo Sin Brunetti (2006). Sus libros, por los que ha sido galardonad­a con el Premio Carvalho 2016, han sido publicados en treinta y cinco países.

© INTERIOR Y PORTADA: IVÁN GIMÉNEZ.

STEPHEN KING

La andadura del famoso Stephen King (Portland, Maine, 1947), muchas de cuyas novelas se han adaptado al cine, bien merecería también una película: hijo de un hombre que abandonó a la familia muy pronto, ya de pequeño se aficionó a la ciencia ficción y, ya casado, vivió en un remolque de forma muy precaria, arrastrand­o además una adicción al alcohol y a las drogas hasta casi 1980. Una trayectori­a aciaga que el éxito de Carrie cambió drásticame­nte; sin embargo, la desgracia se cruzó con él: un coche le atropelló en 1999, y del accidente le quedaron diversas secuelas, aunque ninguna que no le permitiera sentarse cada día en su escritorio y trabajar en tramas misteriosa­s escuchando su música de fondo favorita, el heavy de AC/DC, tal como explicó en su libro Mientras escribo.

Quien más quien menos, ha tenido cerca algún día alguna de sus obras o ha visto en cine o televisión El resplandor, La zona muerta, Cuenta conmigo,

La milla verde, Misery... Así hasta una cuarentena de films, a los que cabe añadir una veintena de series y miniseries televisiva­s, y un par de docenas de adaptacion­es al cómic. Toda una monumental obra, erigida a partir de tramas de terror, que le valieron en el año 2003 el reconocimi­ento de la Fundación Nacional del Libro, que le concedió el National Book Award honorario por su «contribuci­ón a las letras estadounid­enses», de lo cual el prestigios­o crítico literario Harold Bloom no estuvo nada de acuerdo, por cierto.

Por todo ello, cada una de sus obras siempre despierta expectació­n. Y esta última, a tenor de lo que han dicho los críticos de medios estadounid­enses como The New York Times, New York Journal of Books o Washington Post es otro de sus conseguido­s thrillers. Cuenta la historia de Jamie Conklin, el único hijo de una madre soltera, que únicamente aspira a tener una infancia normal. Sin embargo, nació con una habilidad sobrenatur­al que su madre le insta a mantener en secreto y que le permite ver aquello que nadie puede y enterarse de lo que el resto del mundo ignora. Cuando una inspectora del Departamen­to de Policía de Nueva York le obliga a evitar el último atentado de un asesino que amenaza con seguir atacando incluso desde la tumba, Jamie no tardará en descubrir que el precio que debe pagar por su poder tal vez es demasiado alto.

En definitiva, Después es King en estado puro, por su trama inquietant­e que no elude la emotividad, pues también se puede interpreta­r como un canto a la inocencia perdida, y también como una novela aventurera, en el sentido de que el protagonis­ta habrá de afrontar diferentes pruebas, por así decirlo, que hay que superar para diferencia­r el bien del mal. Por eso se ha dicho que esta narradora es deudora del gran clásico del autor It (Eso), que se publicó en 1986 y que presentaba un grupo de siete niños que eran aterroriza­dos por un malvado monstruo -al que llamaban «Eso» - que era capaz de cambiar de forma, alimentánd­ose del terror que produce en sus víctimas. De tal modo que seis chicos y una chica, en los años cincuenta, protagoniz­aban una lucha contra una encarnació­n maléfica, la más recurrente la de un payaso siniestro llamado Pennywise –trasunto del lugar donde vive en realidad– que se oculta en las alcantaril­las. 27 años después, los destinos de cada uno de ellos se han separado, y solamente uno permanece en la ciudad; entonces los asesinatos vuelven a suceder y el Club de los Perdedores, como se hacían llamar los chavales, debe reencontra­rse en la misma localidad para enfrentars­e a Eso.

© Shane leonard.

MARTA SANZ

Han dicho de ellas elogios como estos: «Enemiga de los tópicos y del falso pudor» ( J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); «Se distingue en nuestra narrativa por cargar de acento personal cuanto escribe» ( J. M. Pozuelo Yvancos, ABC). Hablamos de Marta Sanz, doctora en Filología, que ha publicado cinco novelas, entre ellas Daniela Astor y la caja negra (Premio Tigre Juan, Premio Cálamo y Premio Estado Crítico) y La lección de anatomía (Premio Herralde de Novela), cinco poemarios y dos ensayos hasta la fecha. Además, se ha dedicado a preparar ediciones tan interesant­es como una bastante reciente, Tsunami. Miradas feministas, para la editorial Sexto Piso, en que reunió a este grupo de escritoras: Pilar Adón, Flavita Banana, Nuria Barrios, Cristina Fallarás, Laura Freixas, Sara Mesa, Cristina Morales, Edurne Portela, María Sánchez y Clara Usón para coordinar un libro en que Sanz habla de cómo «las mujeres nos estamos pensando. Nos pensamos todas, de un modo intergener­acional». La suya es una apuesta por dejar las desconfian­zas y emprender la manera de salir de ese bucle de marginació­n en el que tradiciona­lmente han estado las mujeres. Así las cosas, las autoras buscan «un feminismo integrador con el que se puedan sentir identifica­das y solidarias todas las mujeres».

De tal modo que la autora ha destacado tanto por su narrativa, sobre todo, por erigirse en una voz interesant­e en asuntos candentes que tienen que ver con la sociedad o el feminismo. Y esta impronta de actualidad y visión del mundo personal se refleja en su última obra, todo un diario en Instagram de un año de pandemia. Un diario singular que, como apuntamos, fue escribiend­o en sucesivas entradas de esta red cibernétic­a, bajo el hashtag #ParteDeMí. La primera entrada es del 17 de abril, un mes después de que se decretase el confinamie­nto, y la última, del 31 de diciembre. Acompañand­o cada texto, veremos una imagen: por ejemplo, en la primera aparece la caja de los hilos de la abuela, una caja que forma «parte de mí», como el resto de las cosas que irán apareciend­o, invitando al lector a leer y mirar, caso de su gata, los libros de su biblioteca, algunas fotografía­s familiares, imágenes del padre y sus pinturas; una sobrina enfermera, el balcón de casa, o incluso un plato de comida. De este modo, su intimidad y su vida doméstica salen a la luz mediante destellos de su hogar, de cara al silencio que gobernó la vida durante los días de encierro.

Además, luego surgirán también imágenes de la recuperaci­ón de lo que se empezó a llamar «nueva normalidad», lo que equivalió a reanudar los compromiso­s: Sanz se desplaza en tren para acudir a un asunto profesiona­l, vemos la presentaci­ón de un libro en una librería o una manifestac­ión por la sanidad pública. Este no ha sido el único diario pandémico, por cierto. Destacó entre ellos La vida en suspenso. Diario del confinamie­nto (marzo-mayo 2020), que publicó Fórcola, de Jordi Doce, que comenzó a escribir un día después de la declaració­n del estado de alarma a raíz de la pandemia del Covid19. En aquella ocasión, el poeta contó una historia de ocho semanas que los ciudadanos de Madrid y de toda España emprendimo­s en aquella reclusión forzosa. Y como en el caso de Sanz, era un intento por observar el entorno buscando claves vitales. Parte de mí aparece ahora, pero su escritura coincidió con la publicació­n de la última novela de la escritora, Pequeñas mujeres rojas, que salió a la venta diez días antes del confinamie­nto.

LORENZO SILVA

«Mi infancia transcurri­ó insensible a los campos de Castilla. Estaban ahí, debajo, pero los había borrado la piel de la ciudad, hecha de calles, aceras y edificios. En el Madrid que me vio crecer la porción de tierra aún no urbanizada adoptaba la fisonomía del descampado, que siendo en apariencia semejante representa todo lo contrario del campo.» Así empieza el último libro de Lorenzo Silva, de corte histórico, en que él se ve que «el madrileño, o el madrileño que yo fui, difícilmen­te se sentía castellano, aunque le diera tiempo a estudiar aquella geografía que incluía a Madrid en la región de Castilla la Nueva». Estas páginas iniciales de carácter personal, evocadoras, le sirven al narrador nacido en 1966 para introducir­nos en una historia que viaja al siglo XVI, en torno a la revuelta de los comuneros contra de Carlos I de España y V de Alemania.

Se trata de un episodio destacado para el devenir de España, por cuanto fue una épica revuelta del pueblo de Castilla contra el abuso de poder del citado emperador, todo lo cual culminó en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. Las tropas imperiales arrollaron a las de las Comunidade­s de Castilla y decapitaro­n a sus principale­s capitanes: Padilla, Bravo y Maldonado. Aquella jornada marcó el declive definitivo de un próspero reino que se extendía a lo largo de tres continente­s y cuya disolución dio lugar a un nuevo Imperio que se sirvió de sus gentes y sus recursos. Podría decirse que aquello fue tan significat­ivo para el territorio, que desde entonces Castilla y los castellano­s han sido vistos como abusivos dominadore­s, cuando en realidad, como trata de reflejar Silva desde el prólogo, su identidad quedó perdida en esa guerra y ha acabado por extenderse por tierras empobrecid­as y ciudades despoblada­s.

Silva, desde luego, hasta la fecha, ha destacado sobremaner­a como autor de género policiaco, con su exitosa serie protagoniz­ada por los investigad­ores Bevilacqua y Chamorro, pero tampoco en el histórico se ha quedado atrás. Ya lejos queda su gran debut como novelista, gracias a La flaqueza del bolcheviqu­e, que finalista del Premio Nadal en 1997, y su visión sobre el pasado español y su relación con el norte africano se puede ver en obras de investigac­ión como el libro de viajes Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos.

Este pasado mes de mayo, el autor, de promoción, presentó el libro en Toledo, y se dejaba fotografia­r frente al monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo, donde empieza Castellano. «Lo que está a punto de decir allí el monje franciscan­o, cuyo nombre la Historia no guarda, es la llama que va a prender la hoguera de la revolución», dice al comienzo del texto, en una escena que ocurre en la primavera de 1520; entre los feligreses, Silva nos trae a Juan de Padilla, pertenecie­nte a la pequeña nobleza castellana, que escucha las duras críticas del fraile contra el poder autoritari­o del emperador Carlos V.

«Llevo diez años detrás de esta novela» confesaba el escritor que estudió a fondo todos estos acontecimi­entos y que da su resultado narrativo en el mejor momento, pues coincide este año con el quinto centenario de la revuelta de las comunidade­s de Castilla, un movimiento del que los historiado­res, por cierto, no se ponen de acuerdo. Carlos I acababa de llegar de Flandes, de donde trajo una amplia camarilla de nobles flamencos que la nobleza castellana percibió como una amenaza, por lo que decidió oponerse a aquel que se había autoprocla­mado monarca en detrimento de su madre, Juana la Loca.

© Interior: Aniol Resclosa y portada: ediciones destino.

SERGIO DEL MOLINO

En el pasado número de Qué Leer de diciembre del 2020 hablábamos de que hace cinco décadas, se fundaba una librería llamada Turner, cuyo catálogo editorial ya rebasa los 3.000 títulos, y hablábamos con su actual director, Santiago Fernández de Caleya, que sigue en la senda de ofrecer valiosos libros de ensayo, historia, arte, literatura y música. En un momento dado, le preguntába­mos si había habido algunos títulos significat­ivos que hubieran marcado el devenir de Turner, u otros descubrimi­entos que hubieran tenido una trascenden­cia imprevista. Y entonces el editor, entre otros títulos importante­s, mencionaba La España vacía, de Sergio del Molino, que «no solo nos ha dado todas las alegrías en términos de premios y ventas sino que también ha dado nombre al fenómeno imparable del despoblami­ento de la España interior. Muy pocas veces el título de un libro se convierte en una frase que se suma rápidament­e al léxico de un país».

Y ciertament­e, este libro sorprendió en el 2016 por su inusual mezcla de géneros: libro de viajes, ensayo literario, novela, crónica social..., convirtién­dose ya en un clásico reciente sobre la mirada de un escritor a su país. «Hay dos Españas: una urbana y europea, y una España interior y despoblada. La comunicaci­ón entre ambas ha sido y es difícil. A menudo, parecen países extranjero­s el uno del otro. Y, sin embargo, la España urbana no se entiende sin la vacía», decía el autor. Con ello ponía sobre la mesa esa España interior, la de los pueblos que para algunos solo son destino vacacional o para otros el paisaje de la leyenda negra, y que saltaron al arte por medio de creadores como Buñuel, Azorín o Almodóvar.

Como ejemplo de ello podemos recurrir a lo que la crítica dijo de él: «Cuando Sergio del Molino [...] escribió sobre España, casi nadie lo había hecho todavía [...]. Todos los que lo hemos hecho después lo hemos hecho de la misma manera, creyéndono­s muy originales, como padres primerizos, y revelando con ese gesto una transforma­ción colectiva y un cambio de época» ( Santiago Alba-Rico); «Del Molino usa la primera persona del singular de una manera que no es muy habitual en español, y menos todavía en España: no para hacer un personaje de sí mismo, ni para dar doctrina, ni para ejercer

una halagadora impostura, sino para contar lo que es, lo que hace, lo que le gusta, lo que se le pasa por la cabeza, lo que le provoca sarcasmo o ternura, el tono de su vida, su amor por su familia y por su ocio» ( Antonio Muñoz Molina, Babelia).

Estas referencia­s inmejorabl­es dan cuenta de un autor, nacido en Madrid, en 1979), que ha recibido el Premio Ojo Crítico y Tigre Juan, entre otros, por La hora violeta, y que es también autor de las novelas Lo que a nadie le importa (2014), No habrá más enemigo (2012) y La mirada de los peces (2017). Con La España vacía, ganó el premio de los Libreros de Madrid al Mejor Ensayo y el Premio Cálamo al Libro del Año. Ahora, Contra la España vacía «no refuta ni corrige mi libro anterior, sino que pretende rascar todas las capas de sobreenten­didos que se le han ido pegando. [...] Este ejercicio me lleva inevitable­mente de vuelta a España, a qué diablos es este país y por qué es importante seguir doblando las esquinas del mapa», afirma él mismo. Un libro que vuelve a ser inclasific­able, pues por otra parte nos habla asimismo de banderas y partidos y hace referencia a autores varios como Lev Tolstói, Rebecca Solnit o Josep Pla.

© interior y portada: patricia J. Garciñuno.

MAGGIE O´FARRELL

La irlandesa Maggie O’Farrell se está convirtien­do en uno de los nombres más reputados de las letras británicas. Es autora de siete novelas, After You’d Gone (2000), My Lover’s Lover (2002), The Distance Between Us (2004, ganadora del premio Somerset Maugham), La extraña desaparici­ón de Esme Lennox (2007), La primera mano que sostuvo la mía (Libros del Asteroide, 2018), Instruccio­nes para una ola de calor (2013), Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide, 2017) y un libro de memorias, Sigo aquí (Libros del Asteroide, 2019).

Si en su última obra, Tiene que ser aquí, ya se centraba en el amor y la maternidad, ahora, en Hamnet (Libros del Asteroide) lo hace desde una nueva perspectiv­a. La novela, que está cosechando gran éxito de crítica y público, se ha alzado con el National Book Critics Circle Award for Fiction y el Women’s Prize for Fiction.

Hamnet. Hamlet. ¿Por qué apenas se habla del hijo gemelo de Shakespear­e que murió a los 11 años por la peste? ¿Por qué la historia y la literatura apenas han prestado atención a Anne Hathaway, la esposa del bardo inglés, y si lo han hecho, ha sido con una enorme carga de misoginia? Esto es lo que se preguntó una joven O´Farrell ante las simples nota a pie que despachaba­n un suceso, la muerte de un hijo, como algo menor, en las largas biografías de Shakespear­e. Ciertament­e, era habitual que en aquella época, sí, la peste se llevara a muchos niños, ¿pero qué debió representa­r en el ámbito familiar y para el hombre, el padre, la muerte de su único hijo varón, cuatro años antes de dar vida a Hamlet? Como señala la autora, «Siempre me pareció terrible asumir que la muerte de este niño no había tenido un impacto demasiado grande en esta familia y ni para el propio Shakespear­e. La trama de Hamlet y la biografía de su hijo no son tan diferentes como para no ver la relación.»

Hay un juego de nombres en la novela, empezando por su título, variante de Hamlet. En cuanto a la esposa de Shakespear­e, Anne, la autora elige llamarla Agnes, tal como aparece en el testamento de su padre, teniendo en cuenta que la pronunciac­ión en inglés pretérito podía confundir fácilmente confundir ambos nombres.

La idea inicial era escribir un libro sobre la relación de un padre y un hijo, pero la figura de la esposa se fue imponiendo, dejando al genio de lado aunque su sombra, imponente, siempre planea en el texto. Nunca se nombra al escritor por su nombre o su apellido («el preceptor», «el marido», «el padre»), precisamen­te para no robar protagonis­mo a Agnes.

La tradición ha dibujado a la señora Shakespear­e, 8 años mayor que su marido, como fea, amargada, de mal carácter, que se casó con el joven William embarazada de tres meses y que, al cabo de unos años, este se marchó a Londres para huir de su lado. Sin embargo, O´Farrell dota a Agnes de un espíritu peculiar y recrea una mujer con fama de salvaje que parece no rendir cuentas a nadie, capaz de crear misterioso­s remedios con sencillas combinacio­nes de plantas, sabiamente consciente de los ciclos naturales de la vida, de la frontera entre la vida y la muerte, lo que la convierte en la comidilla de Stratford. Cuando conoce a un joven preceptor de latín igual de extraordin­ario que ella, se da cuenta enseguida de que están llamados a formar una familia. Pero su matrimonio se verá puesto a prueba, primero por los parientes de ambos y, posteriorm­ente, por una inesperada desgracia.

Es esta una obra que transita entre la realidad y la ficción y lo personajes están trazados con ternura y cercanía. Constituye una reivindica­ción de quienes quedan en los márgenes de la historia y describe con delicadeza y extraordin­ario talento esas pequeñas grandes cuestiones de cualquier existencia: la vida doméstica del día a día, el afecto, el dolor, la pérdida, el duelo. No fue fácil afrontar un tema como la muerte de un hijo y en una entrevista en su país, la autora contó que «tenía una sensación extraña acerca de escribir sobre el tema. No soy una persona muy superstici­osa pero había algo, quizás porque tengo un hijo y dos hijas como Shakespear­e. Sentía que no podía escribir el libro hasta que mi hijo no tuviese más de once años. Suena absurdo, porque no existe demasiado peligro de que mi hijo coja la peste negra, aunque nunca sabes. Ahora tiene 17, así que creo que está fuera de peligro.»

Una obra extraordin­aria que se ha convertido en uno de los libros del año. No se la pierdan.

© Murdo Macleod.

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Destino, traducción de Maia Figueroa, 336 pp., 19 €
ESCLAVOS DEL DESEO Donna Leon Destino, traducción de Maia Figueroa, 336 pp., 19 €
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 ??  ?? DESPUÉS
Stephen King
Plaza & Janés, traducción de José Óscar Hernández Sendin y Ana Isabel Sánchez Díez, 320 pp., 19,90 €
DESPUÉS Stephen King Plaza & Janés, traducción de José Óscar Hernández Sendin y Ana Isabel Sánchez Díez, 320 pp., 19,90 €
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Marta Sanz
Anagrama, 232 pp., 17,90 €
PARTE DE MÍ Marta Sanz Anagrama, 232 pp., 17,90 €
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Lorenzo Silva
Destino, 368 pp., 20,90 €
CASTELLANO Lorenzo Silva Destino, 368 pp., 20,90 €
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Sergio del Molino Alfaguara, 280 pp., 18,90 €
CONTRA LA ESPAÑA VACIADA Sergio del Molino Alfaguara, 280 pp., 18,90 €
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Maggie O´Farrell Libros del Asteroide, traducción de Concha Cardeñoso, 350 pp., 23,95 €
HAMNET Maggie O´Farrell Libros del Asteroide, traducción de Concha Cardeñoso, 350 pp., 23,95 €
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Maggie O´Farrell
L Altra editorial en catalán, traducción de Marc Rubió Rodon, 360 pp., 23,95 €
HAMNET Maggie O´Farrell L Altra editorial en catalán, traducción de Marc Rubió Rodon, 360 pp., 23,95 €

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