Declaración de intenciones
Estimados lectores:
Segundo mes de un año que, de momento, parece encaminarse hacia la discordia, el conflicto y un cambio climático fruto de la estupidez humana.
En este número encontrarán unas páginas sobre las novedades de San Valentín y, cual abuela Cebolleta, ha recordado cómo hace años, cuando era editora en el sello Plaza & Janés (actualmente parte de Penguin Random House), quien esto escribe se ocupó durante un breve período de tiempo de la colección de novela rosa entonces existente, Cisne. Las sucesoras de Corín Tellado, básicamente anglosajonas.
Todos los títulos tenían una venta estable y regular (sueño de cualquier editor) y las lectoras eran fieles seguidoras de esas historias que podían desarrollarse en los Highlands escoceses, en la época de la Regencia o en plena Edad Media. Con el paso del tiempo, el abanico geográfico-temporal se fue ampliando y a las características citadas, se añadieron colecciones con un toque de fantasía, de terror, de vampiros, con armadores griegos o amantes italianos, en definitiva noches de seda y pasión e incluso, de temática LGTBIQ y guiños a la maternidad.
Hasta que llegaron las mundialmente exitosas Cincuenta sombras de Grey, de E.L. James, que en España lanzó Grijalbo en 2011. El llamado porno para mamás rompió moldes en numerosos sentidos, desde las cifras de venta hasta las películas o la estética de las portadas.
Me explico: hasta entonces, las portadas de novela romántica estaban protagonizadas por un sujeto musculoso, despechugado, melena al viento, cuyos hercúleos brazos sujetaban y/o abrazaban a una damisela al borde del desmayo, también melena al viento, entre tímida y deseosa. A mayor desparrame (por decirlo así) de uno u otro, mayor éxito de ventas aunque lo llamativo del caso es que las lectoras forraban las portadas para que en ámbitos públicos no se adivinara qué estaban leyendo.
En un momento dado, en Plaza & Janés se decidió probar este tipo de imágenes por otras más elegantes: una flores en un jarrón, una sinuosa cortina ante una ventana abierta… Pero no funcionaron. Las lectoras protestaron de tal manera, que se volvió al diseño tradicional. Hasta que la hexalogía de James puso de moda portadas de fondo negro, con un elegante nudo de corbata, unas esposas o una máscara veneciana. Unas portadas que ya no necesitaban ser escondidas y que se han leído en todas partes.
Feliz febrero y felices lecturas, cualquiera que sea su color.