Revista Traveling

Montevideo

El Carnaval más Largo del Mundo

-

Texto y fotos: Jose A. Muñoz

El Carnaval, un periodo donde podemos ser quienes queramos por unas horas, soñar despiertos y disfrutar de otras vidas como diría Joaquín Sabina en su canción “La del Pirata Cojo”.

Durante 40 dias y 40 noches junto al Río de la Plata, Montevideo se engalana para vivir el carnaval más largo del mundo.

Vamos a viajar a una preciosa ciudad del hemisferio sur, al otro lado del mundo donde en febrero es verano y el tango suena en cada esquina, un lugar capaz de enamorar al que la visita y donde la gente en carnaval vive intensamen­te esta fiesta tan familiar y popular. Las gentes se echan a la calle y la ciudad se prepara para vivir una de sus mayores fiestas del año.

En Montevideo, el carnaval dura 40 días, siendo el más largo del mundo. Hay que distinguir dos partes importante­s la primera son las Llamadas o desfiles y la segunda son las Chirigotas, más parecido al estilo gaditano donde se cantan canciones con cierto sarcasmo sobre temas actuales o personajes famosos.

Esta fiesta se inaugura con un desfile que se realiza por la avenida 18 de Julio, en el que participan las agrupacion­es del carnaval (parodistas, murgas, humoristas, revistas y agrupacion­es de negros y lubolos), carrozas, cabezudos, las reinas del Carnaval de las Llamadas y Escuelas de Samba. Una semana después se realiza la máxima fiesta de la colectivid­ad negra de Uruguay: el Desfile de Llamadas, donde los protagonis­tas son miles de tambores que tocan el ritmo del candombe, mientras recorren la calle.

Durante más de cien años los carnavales en Uruguay se festejaban con bailes de disfraces, juegos de agua, cabalgatas por la ciudad, sin la presencia de la colectivid­ad afrodescen­diente. En 1750 se registra la llegada al puerto de Montevideo del primer barco (de origen inglés) tratante de esclavos de origen africano. El dolor, los maltratos físicos y psíquicos que recibieron estas personas generaron poco a poco, en su intimidad, un canto lastimero que acompañaro­n con el toque del tambor para danzar en recuerdo de su tierra perdida, África. Según Antonio Plácido, en su obra Carnaval: evocación de Montevideo en la historia y la tradición, la incorporac­ión definitiva de las comparsas de negros en los desfiles de Carnaval fue en 1870, y hacia 1876 aparecen las comparsas de negros y lubolos, similares a las que conocemos actualment­e.

Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, el Carnaval se convirtió en uno de los más largos del mundo hasta completar los cuarenta días. Durante todo febrero y parte de marzo las agrupacion­es actúan en escenarios llamados tablados, y en el concurso oficial en el Teatro de Verano Ramón Collazo.

Para conocer bien los Carnavales de Montevideo, voy a tratar de explicar las distintas partes en que se dividen los desfiles o llamadas:

En cada comparsa desfilan primero el portaestan­darte, luego llegan las banderas y detrás un conjunto de artilugios de fantasía compuesto por lunas, estrellas, medialunas y luces que son portados por jóvenes enmascarad­os para alumbrar el paso de la comparsa en la noche. Estos íconos hacen referencia al islam, la religión que tenía la mayoría de los esclavos africanos antes de ser traídos al Río de la Plata.

Luego viene el cuerpo de baile (mujeres y hombres con trajes vistosos o sensuales) que realizan una danza intensa y apasionada. Enseguida aparece el gramillero, el hombre más viejo de la comparsa. Representa al brujo o curandero de las tribus africanas, que curaba con yuyos y “gramillas”. Luce barba de algodón, sombreo de copa, levita negra, anteojos, bastón y maletín en su mano emulando al “doctor” del Montevideo colonial. Va acompañado de la mamá vieja que emula al ama de llaves en las residencia­s del Montevideo colonial. Imita a su “mercé” en ritmo de candombe, luciendo ropas obsequiada­s por ésta. Camina con una sombrilla, un abanico y una canasta, a veces repleta de humeantes pastelitos. El abanico o la sombrilla eran los elementos con que su amita se cuidaba del cálido sol y el aire marino en los paseos dominicale­s. Viste largos trajes y amplias polleras con grandes lunares o pintas. Después viene el escobero o escobiller­o, que es el encargado de barrer con su escobilla las ondas negativas y la hierba mala que puede tener la calle mientras la recorre anticipánd­ose al cuerpo de baile y a la cuerda de tambores. Algunos utilizan un bastón en vez de una escobilla y lo adornan con cintas o listones. De su cintura penden dos cueros de los que cuelgan espejitos, cuentas de colores y cascabeles utilizados como amuletos para alejar a los espíritus malignos. Justo delante de los tamboriler­os desfilan las vedettes, incorporac­ión relativame­nte moderna a este desfile, pues comenzó en 1948

De acuerdo a la reglamenta­ci—n o cial, cada comparsa que participa del des le de llamadas debe contar con: • Treinta y seis tamboriler­os, debiendo tener los conjuntos un mínimo de 12 chicos, 12 repiques y 12 pianos. • Una vedette

• Cuatro portabande­ras

• Una medialuna

• Dos estrellas

• Dos escoberos

• Un portaestan­darte

• Dos gramillero­s

• Dos mamas viejas

• Quince personas de cuerpo de baile El conjunto puede tener como máximo 150 integrante­s Son muchas las comparsas que des lan en este carnaval donde la luz, la vistosidad de los trajes y sobre todo el ruido de los tambores hacen que sea imposible borrar de la mente la experienci­a vivida.

Una de mis mejores experienci­as fue el poder entrar en el “backstage” de una de las comparsas mientras se maquillaba­n, se vestían y ensayaban antes de salir. Pude hablar con algunas de las personas e invadirme del espíritu del carnaval.

Sencillame­nte fueron unos momentos increíbles, además de poder valorar el inmenso trabajo que hay detrás de un evento como éste.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain