Y el modernismo
Por Rosario Alonso
Melilla, ciudad española del norte de África, sorprende al visitante que espera encontrar una ciudad-fortaleza ligada a la historia militar española en la que la defensa y lo defensivo son los protagonistas. Pues bien, más allá de los muros, fuertes, fosos y baluartes típicos de las plazas fuertes, Melilla es una ciudad contemporánea con un patrimonio modernista de los mejores de España, el segundo mejor para ser exactos, tras Barcelona.
En una superficie, especie de semicírculo de 12.33 km2. cuatro culturas (cristianos, musulmanes, hebreos e hindúes) cohabitan en histórica armonía y respeto e imprimen a la ciudad un mestizaje, una fusión de culturas, un exotismo, contraste y diversidad, es decir haciendo de la variedad su principal riqueza.
No vamos a hablar de “Melilla la Vieja” y sus cuatros recintos fortificados y defensivos levantados entre los siglos XVI-XIX, que también son muy dignos de una visita y de un artículo, sino que hemos optado por su menos conocido “Ensanche Modernista” debido al aumento considerable de su población desde principios del siglo XIX. El modernismo, tan en boga en otras ciudades españolas como Barcelona o Valencia, fue el modelo elegido para su ensanche y un arquitecto catalán discípulo de Gaudí, ENRIQUE NIETO, su principal artista.
Otros arquitectos e ingenieros como Emilio Alzugaray, Eusebio Redondo, José de la Gándara, Fernando Guerrero Strachan o Droctoveo Castañón contribuyeron, con numerosos centenares de edificios fieles a los estilos del modernismo, art-decó, clasicismo y eclecticismo, a la consolidación del llamado “triangulo de oro” de Melilla. Éste abarca el espacio que delimitan la Avenidas de los Reyes Católicos y Juan Carlos I con el Parque Hernández y la Plaza de España. Se trata de un Museo Arquitectónico al aire libre marcado por la originalidad de los ornamentos, los motivos geométricos y vegetales en puertas y ventanas, rejas, detalles florales, curvas, formas cóncavas, rostros de mujer, siluetas de animales en las fachadas de casas, palacios, edificios oficiales, cines, comercios, etc.
Puede considerarse 1909 como la fecha en la que comienza la auténtica renovación modernista de Melilla coincidiendo con el establecimiento de forma permanente de
Enrique Nieto en la ciudad, hecho que a su vez coincide con su creciente industrialización y la necesidad de una nueva concepción urbanística.
Sus primeras obras: Confitería el Gurugú, El Casino español, El Telegrama del Rif, La Cámara de Comercio, La Casa Tortosa o antiguo Economato Militar de 1914, La Reconquista, El Edificio Melul, dan paso a unos edificios de carácter historicista como Capillas, La Sinagoga “Or Zourah” de 1924, La Casa de los Cristales, El Acueducto o El Cine Nacional.
Su evolución hacia el Art-decó se refleja en El Edificio Nieto de 1930, La Casa Botella, El Café California o el bellísimo Palacio de la Asamblea de 1940-1947.
La increíble Mezquita Central es una mezcla de arte califal y nazarí con motivos ornamentales de oriente en la que destaca su enorme cúpula.
Obras de otros artistas de este periodo son La Casa Cohen de Emilio Alzugaray, más académico y clásico que Nieto; La Iglesia del Sagrado Corazón del autor fetiche de la burguesía melillense, Fernando Guerrero Stachan; o El Monumental Cinema Sport, estilo art-decó de Lorenzo Ros Costa.
Espero haberles despertado la curiosidad de conocer la Melilla más desconocida: la modernista.