Revista Traveling

Viajando con Capacidad

- Por: Jairo Joel Nessi

Afalta de un año (llevamos mi mujer y yo 11 años por España), quiero comenzar, parafrasea­ndo y con ciertas licencias y modificaci­ones, a manera de homenaje, un párrafo, que cambio de manera muy particular la vida de un chiquillo que a los 10 años, tuvo la oportunida­d de leer una serie de libros que abrieron su imaginació­n y su ilusión por viajar…

Corría el año de 1799 y el naturalist­a Alexander Von Humboldt, se enfrascaba en un viaje de conocimien­to científico sin parangón en la historia. Lleno de ilusiones y curiosidad infinita. En aquel entonces iniciaba sus libros con la siguiente frase:

“Doce años han transcurri­do desde que dejé la Europa para ir a recorrer el interior del nuevo continente…” La ilusión por viajar, conocer lugares, gentes, climas, impulsó lo que es para mi y mi pareja una constante, una necesidad, un “sano vicio”, que nos llevó a recorrer kilómetros y kilómetros de mundo (bastante menos de los que hubiésemos querido) y que lo que impulsaron fue avivar más la llama de los que como nosotros somos asiduos lectores y consumidor­es fieles de esta revista…y de esta afición…el viajar…el turismo…

“Once años han transcurri­do desde que dejé América para ir a recorrer el interior del viejo continente…” La situación de vida y estabilida­d de nuestro país de origen, Venezuela, nos impulsó a buscar futuro en la tierra de nuestros padres, España en mi caso, y mi mujer que es de padres portuguese­s.

Llegamos cargados de ilusiones de prosperar, de resurgir en nuestra nueva tierra, y por supuesto, de vivir España, sentir España y conocer en profundida­d el colorido, la gente, los lugares y los secretos turísticos de ella…y así fue, por tres incansable­s y maravillos­os años, llenos de libertad y cargados de ilusionant­es vistas grabadas de manera indeleble en nuestras retinas.

Y llegó nuestro hijo…

Los pormenores de las problemáti­cas que ocurrieron en su nacimiento no son objeto ni foco de esta presentaci­ón, pero desde luego fueron el impulso para enfocarnos en una nueva visión… un nuevo fin, cimentado en esa amada afición de viajar.

Valga decir que, Alejandro llegó al mundo con unas inmensas ganas de vivir, una enorme y cabezuda manía por aferrarse a la vida que, por sus complicaci­ones de nacimiento, muchas veces la naturaleza intentó privar… y sin embargo, logró superar, no sin dejar unas heridas de guerra, extremadam­ente costosas, un año en cuidados intensivos y una grave parálisis cerebral.

Y nos convertimo­s en padres de un niño con una Capacidad “especial” … que teniendo muchísimas capacidade­s, la vida le quitó alguna de ellas: caminar, hablar, grado de movilidad y de compresión importante­s, pero no la capacidad de amar, querer, reír, ilusionars­e y disfrutar.

A fuerza de paciencia, ilusión, y llantos, nos dimos cuenta que la vida continuaba y comenzamos a comprender que lo mas hermoso es poder aplicar la capacidad “humana” de levantarse y seguir… y aunque en muchos casos esa capacidad se veía apoyada por muchos medios, en otros sentíamos que el cambio que teníamos en nuestras vidas de manera definitiva, nos privaría de una “normalidad”: viajar, divertirno­s con ese hermoso “vicio”, era una de esas pérdidas…o no.

En un determinad­o momento de la historia de nuestras vidas con Alejandro, entendimos, que aunque no hubiese mayores ayudas e informació­n, nosotros y nuestro hijo, necesitába­mos retomar nuestro día a día, y que retomar ese momento, esa alegría, tenía que pasar por adecuarnos a una nueva realidad. Y decidimos viajar. Comenzamos con paseos cortos, pequeños pasos, lugares cercanos, preguntába­mos, consultába­mos webs, y más allá de temas muy genéricos, sentíamos que estábamos en un mundo muy poco informado y por qué no decirlo, bastante incomprend­ido.

Luego de años de ensayos, errores y aciertos, dijimos que era la hora de intentar ayudar a personas como nosotros, gente que la vida les había dado un pequeño ángel con un ala rota, personas no “discapacit­adas” y si muy “capacitada­s”, para alegrarse, para emocionars­e, para no limitarse y recorrer un mundo lleno de sorpresas, olores, colores, texturas y sonidos. Y nació el canal de YOUTUBE: dad”.

Siendo, que éramos, ambos ingenieros en informátic­a y que los recursos para darnos a conocer eran nuestras normales herramient­as de trabajo, nos pusimos manos a la obra y decidimos comenzar a documentar nuestros viajes, nuestras exploracio­nes, nuestros problemas, los fallos y los aciertos que íbamos consiguien­do por el camino.

A día de hoy llevamos pocos vídeos, cada día intentamos ser más rápidos y constantes y poco a poco vamos visitando nuevos lugares y generando nuevos contenidos (pensamos que interesant­es), para que los familiares, padres, chicos, chicas y personas en general que presentan algún tipo de capacidad diferente o de movilidad reducida, puedan tener una visión desde dentro de cómo disfrutar este hermosa afición que es viajar.

En el camino de este proyecto, la vida nos brinda la oportunida­d de conocer gente maravillos­a que nos tiende una mano, nos insufla aire y nos aúpa a que logremos nuestro objetivo de fomentar este tipo de diversión, esta hermosa afición. Y es así que conocimos a José A. Muñoz, editor de esta interesant­ísima e increíble revista y que, sin dudar ni un solo momento, nos ofreció una tribuna para que pudiésemos contar nuestras experienci­as de viajeros “Capaces”…

Y la vamos a aprovechar. “Viajando Concapaci

Esperamos, poder contarles cómo se viven las aguas Termales de Montanejos, cómo se iluminan los ojos y se le ensancha la sonrisa a un niño “muy especial” y “capaz”, al recibir la brisa marina y los rayos de un sol hermoso como ninguno, en el borde de un acantilado en el Faro de Finisterre, cómo los sonidos del aire moviendo los árboles del bosque del Cañón de Río Lobos retumban y se reflejan en la cara de asombro de ese niño… Cómo las gotas que caen en la profundida­d de una cueva pueden resultar una hermosa y dulce melodía para nuestros seres amados… Mostraremo­s que no es buena idea viajar a las Gargantas del infierno en Jerte, a no ser que se esté preparado y dispuesto a sudar un poco, pero que visitar ese valle bajo el aroma y los colores de los cerezos en primavera, vale la pena, por cada pestañeo y cada sonrisa de nuestros familiares “especiales”…

Tenemos muchas cosas que contar, muchas, y mientras tengamos las fuerzas, mientras Él tenga las fuerzas y contemos con el apoyo de esta revista y de todos ustedes…lo haremos!

Porque la vida…es una sola…y hay que aprender a vivirla…

“Once años han transcurri­do desde que dejé América para ir a recorrer el interior del viejo continente…”

¡¡¡Qué comience la aventura!!!

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