Revista Traveling

Castellon

Un dia de pesca en El Paraiso

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Aunque este reportaje está separado del anterior, deben ir juntos, pues son dos experienci­as náuticas que se desarrolla­n en alta mar y aunque son muy distintas la una de la otra, ambas tienen una belleza y una moraleja incomesura­bles. PESCATURIS­MO puede que no sea apta para cualquier turista ni recomendab­le para aquellos que no les guste navegar; es más, las posibilida­des de marearse pueden ser altas pero con ayuda y unas cuantas recomendac­iones esto no sucederá. La noche antes de salir a la mar es recomendab­le irse a dormir temprano, tomar una cena ligera y 30 minutos antes de embarcarse, si se marean o creen poder hacerlo, es mejor siempre prevenir y tomarse 2 biodramina­s. También es aconsejabl­e, aún siendo verano, llevarse un cortavient­os y calzado con suela de goma antidesliz­ante. Aquí el lujo reside en lo que se va a vivir y no en las formas, pues no hay ni cava, ni veleros ni tan siquiera un banco con mullidos cojines donde sentarse. Pero ahí reside la magia y la autenticid­ad. Comenzaré por decir que ésta no es una actividad turística en el sentido tradiciona­l del término, es más bien una experienci­a intensa y muy real. Se trata de comprobar como es el día a día de un pescador, vivir en primera persona la dureza del mar y valorar muchísimo más el producto de un trabajo: el pescado, que luego veremos en las lonjas del puerto y posteriorm­ente en nuestros platos.

5,00 de la mañana “el Paraíso” se prepara para zarpar Con las primeras luces del día sueltan las redes En el puente de mando, Pedro el patrón gobierna el barco

El embarque se realiza a las 4.30 am, sí hay que madrugar y mucho. Estamos en El Grau, el puerto de Castellón, nos dirigimos al muelle de pesca donde nos espera “El paraíso” un pesquero de arrastre y el único que dispone en esta localidad de licencia para embarcar turistas. El máximo de turistas que pueden embarcar se reduce a siete personas más la tripulació­n, el patrón y el mecánico; un total de doce personas a bordo que convivirem­os cerca de 12 horas hasta volver de nuevo a puerto.

La primera hora puede resultar algo monótona, es noche cerrada y no existen muchas cosas con las que poder distraerse, a veces el sueño aparece pero si logras vencerlo siempre puedes subir al puente y mantener una interesant­e charla con el patrón. Una quisquilla aún viva

Tras algo más de una hora navegando ya estamos mar adentro y comenzamos a ver la claridad del día; en unos minutos el sol comienza a asomar por el horizonte regalándon­os una bellísima postal. Pasadas dos horas desde la salida, llegamos al caladero y empiezan a caer, con las primeras luces de la mañana, las redes al agua; la profundida­d es de 300 metros según marca la sonda y el barco comienza a arrastrar por el fondo la red. Pasarán tres horas hasta que se suba “el primer lance” y comprobemo­s el pescado que se ha sacado. Mientras Javier, nuestro singular Chef, entre historias, anécdotas y risas nos prepara una caldereta de potas a modo de desayuno, que aunque sin apetito uno no puede dejar de comer.

Una pintarroja de la familia del tiburon Nuestro desayuno para coger energía La red esta a punto de subirse y los marineros controlan que no haya problemas

Pasado este tiempo la red sube y - nalmente en el copo o bolsa se agolpa toda la pesca que es depositada en un contenedor para su clasi cación. Acto seguido se vuelve a tirar la red y a seguir arrastrand­o durante otras tantas horas.

Una vez sacado el segundo lance, a eso de las 15 horas llega la comida. Javier nos vuelve a sorprender con una mariscada a base de gambillas, cigalas, sepias en salsa con alioli y una deua, con el marisco y los pescados que se acaban de sacar del mar. Jamás comeremos nada tan delicioso y fresco. Solamente la comida y la masterclas­s de Javier merecen las 12 horas de pesca. Sobre las 16,30 – 17 horas se llega a puerto, se descarga el pescado previament­e clasi cado por especies y tama–o en el barco y se introduce en la Lonja para ser subastado. La suerte está echada y ahora depende de muchos factores que los precios sean medianamen­te adecuados y haya merecido la pena la jornada para los marineros. Para los ávidos de experienci­as sin duda sí mereció la pena. Nuestra fabulosa comida a bordo

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Tras el primer lance llega el pescado a bordo y comienza la clasi caci—n
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 ??  ?? Una meticulosa clasi caci—n por tama–os
Una meticulosa clasi caci—n por tama–os
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 ??  ?? Un pequeño pulpo anda suelto
Un pequeño pulpo anda suelto
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 ??  ?? Javier nuestro singular chef con las manos en la masa
Javier nuestro singular chef con las manos en la masa
 ??  ?? Descarga del pescado en la lonja Preparando las cajas de pescado Bacaladill­as
Descarga del pescado en la lonja Preparando las cajas de pescado Bacaladill­as
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