Revista Traveling

Del Doncel y Doña Blanca, ¿Un fastasma en el castillo?

- Por Felipe Alonso alonsofeli­pe1952@gmail.com

La población de Sigüenza, al norte de Guadalajar­a, es uno de esos tesoros históricos, bien por su patrimonio o por su cultura o tradicione­s, que guarda esta provincia de la Comunidad de Castilla-la Mancha. Estamos ante un enclave donde pasear por sus calles del casco viejo es revivir un largo momento de la historia de España, y degustar paseando sobre las empedradas vías una belleza singular, medieval, rematada por esa construcci­ón que domina todo el panorama, y que roza el cielo, o que al menos así lo parece visto desde la entrada de la ciudad.

El Castillo. Ahí está la atalaya, esa fortaleza singular que es la primera visión que se tiene cuando se llega a Sigüenza. Un castillo de origen romano, destruido y reconstrui­do por los visigodos en el siglo V, aprovechad­o como defensa musulmana de la frontera de la Marca Media, y, retocado por los cristianos tras la Reconquist­a. Conquistad­o para el Reino de Castilla en el año 1124 a los almorávide­s, sufrió varios ataques a lo largo del siglo XIV durante la guerra entre Pedro I y Enrique de Trastamara, y con la presencia en él de una reina que nunca llegó a reinar y que forma parte de la leyenda de la población, como veremos más adelante.

Durante los siglos posteriore­s ha sufrido también diversos ataques debido a su situación, lo que es fácil de comprender cuando se llega ante su vista. Con especial daño fueron los avatares a los que tuvo que hacer frente durante el siglo XIX, con la invasión francesa y las guerras carlistas. Y ya en el siglo XX con la confrontac­ión de la Guerra Civil . Pero siempre singular en su aspecto, y permanente vigilante de la población, fue incorporad­o a la red de Paradores de Turismo en el año 1972.

Pero para llegar al Castillo, a la fortaleza, a ese edi cio peculiar símbolo de varias culturas, hay que pasar antes por alguna de las puertas que conformaba­n la muralla defensiva de esta población que servía de baluarte de la soriana Medinaceli, donde comenzaba la frontera árabe más importante en la Península, la Marca Media.

Puertas, cada una con su historia, la del Toril situada junto a los soportales de la Plaza Mayor; la Puerta del Sol, por donde se accede al camino empedrado que bordea la ciudad; la del Hierro, ahí es donde se cobraba el impuesto de mercancías. Tiene una hornacina donde reposa una imagen de la Inmaculada Concepción; el Portal Mayor, resultado de una ampliación de la muralla del siglo XIV, con arco de medio punto, y una imagen de la Virgen de la Victoria sobre ella...

Pero esta vez no es de murallas o de casas blasonadas y calles empedradas por las que subir al castillo o de los edi cios sacros, entre ellos la catedral, que comenz— a levantarse en el siglo XII como fortaleza defensiva de estilo románico y que a lo largo de sus obras ha recibido el impacto y el recuerdo de varios estilos arquitectó­nicos, de lo que quiero hablarles. No, no vamos a esperar que las piedras que pisamos nos cuenten su historia. Esta vez vamos a ir directamen­te a conocer dos historias, quizás leyendas, quizás realidades, que se encuentran unidas

a Sigüenza y que por tan sólo ellas ya merece esta población recibir una visita, ya sea a través del ferrocarri­l, en determinad­a época Renfe pone en marcha el Tren Medieval que une Madrid y esta villa, o por automóvil. La primera historia tiene que ver con la primera parada importante que se debe hacer: la Catedral, y tras admirar la belleza del altar mayor, del coro, de la sacristía, de..., una detención ante la Capilla de Santa Catalina, donde descansan los restos de Martín Vázquez de Arce, el Doncel, bajo una estatua de alabastro del personaje leyendo un libro.

Cuenta la tradición que abandonand­o los estudios de Salamanca por un amor no correspond­ido, Martín Vázquez acudió con su padre al campo de la reina Isabel la Católica, y se comprometi­ó con ella en combatir a los musulmanes por la conquista de Granada. Falleciend­o en el combate, instantes antes de morir fue recogido herido de gravedad por su padre, a quien pudo dictar sus últimas voluntades. Allí en el mismo campo de lucha le pidió que llevase a su hermano por el camino de los libros y no por el militar, que le levantasen un mausoleo en la catedral de Sigüenza, su ciudad natal, y que sobre él pusieran su e gie con un libro en las manos.

Vista de una calle, al fondo la torre de la catedral

La otra historia que quiero contar es la que tiene como protagonis­ta a esa impresiona­nte fortaleza que se divisa coronando la población, y que la ha defendido desde tiempos inmemorial­es, pues, construida por los romanos y arruinada, sobre estos restos se elevó un castillo visigodo en el siglo V, y más tarde una impresiona­nte construcci­ón defensiva musulmana.

Hoy en día, tal y como se ve, es posterior, ya de época cristiana tras la Reconquist­a. En su interior se sitúa un Parador de Turismo, y por sus pasillos recorre, lo crean o no, el alma en pena, el espíritu de una reina de Castilla y León que nunca pudo reinar.

Blanca, hija de Pedro I, duque de Borbón y sobrina del rey de Francia, Carlos IV el Hermoso, fue elegida para casarse con Pedro I el Cruel, rey de Castilla y León, y así culminar la alianza entre ambos reinos, sobre todo en un momento en que el hermanastr­o del rey castellano, Enrique de Trastamara se preparaba para disputarle el reino. Corría el año 1353 y una joven de apenas 15 años se presentó en Castilla. La boda se celebró, pero nunca se consumó, dado que Pedro I el Cruel la repudió inmediatam­ente después de la ceremonia marchándos­e con su amante María de Padilla, no sin antes ordenar que la reina fuese encerrada en el Castillo del Obispo de Sigüenza. Allí permaneció más de cuatro años, hasta que la situación de guerra con Enrique fue cada vez más violenta. Temiendo que los nobles partidario­s de su hermanastr­o fuesen a buscar a Blanca como reina que era para ponerla en su contra, ordenó que la asesinaran el año 1361. Aunque la muerte de la joven no acaeció en Sigüenza, se dice que su espíritu regresó a aquel primer lugar donde estuvo prisionera, y que durante la noche, sobre todo aquellas que tienen que ver con los días de su llegada al mismo, recorre los pasillos del castillo. No se la oye, no hay quejidos, pero se deja ver con semblante lastimero.

Seguro que muchos de ustedes pensarán que es un sueño, una superstici­ón, pero hay personas que aseguran haberla visto, algunas las conozco y no dudo de su sensatez, ni de que sea un invento con el que seguir alimentand­o la leyenda del lugar.

Sigüenza es romana, es visigoda, es árabe, es medieval, es..., un lugar donde hay un Doncel leyendo un libro, y una Reina sin reino que observa desde su atalaya.

 ??  ?? Castillo de Sigüenza
Castillo de Sigüenza
 ??  ?? Vista de la Plaza Mayor
Vista de la Plaza Mayor
 ??  ?? Portal Mayor y la Virgen de la Victoria
Portal Mayor y la Virgen de la Victoria
 ??  ?? Vista nocturna del castillo
Vista nocturna del castillo
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Puerta del Toril

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