Polinesia Francesa
Con solo mencionar Polinesia Francesa seguro que nos viene a la cabeza una imagen de largas playas blancas bañadas por el agua de lagunas azulosas y sombreadas por una ristra infinita de palmeras mecidas por la brisa. Y es que la polinesia ha pasado a ser, en el ideario colectivo, un sinónimo de paraíso. Y razones no le faltan. Con un clima agradable todo el año, sol en abundancia, playas limpias, gente amable y una variada gastronomía, las islas de la Polinesia Francesa son el sueño de muchos viajeros. Sus 118 islas se encuentran agrupadas en cinco archipiélagos desperdigados por los míticos Mares del Sur y, de entre ellas, las Islas de la Sociedad son, de lejos, las más visitados. Aquí encontramos la isla más grande, Tahití, y su capital y única ciudad grande, Pape’ete. Destino favorito para pasar la luna de miel, cada una de las Islas de la Sociedad cuenta con paisajes variados, atracciones diversas y lugares recónditos que les dan un atractivo distinto a cada una de ellas.
TAHITÍ
La mayor de las islas de la Polinesia Francesa es también la más poblada, aunque sus habitantes se concentren en la periferia ya que su interior está lleno de altas montañas cubiertas de espesa selva. En su costa norte encontramos la capital Pape’ete, el centro administrativo del archipiélago, y el aeropuerto internacional de Faa’a, en el que aterrizan los aviones de la compañía aérea nacional Air Tahiti Nui.
La ciudad es más bien un gran pueblo, con un centro que toma vida bien pronto en la mañana en el ajetreado Marché Municipale, lleno de tiendas de comida, flores y recuerdos. En Pape’ete podemos alquilar un coche para rodear la isla y descubrir alguno de sus encantos. El primero de ellos es la playa de arena negra Pointe Venus, en la bahía de Matavai. Aquí llegó el capitán Cook en 1769 para realizar una observación astronómica y años después lo haría el capitán Bligh a bordo de la Bounty, cuya historia del motín sería traída al cine (y rodada aquí) con la actuación de Marlon Brando como Fletcher Christian, el jefe de los amotinados. Muy cerca está la casa de James Norman Hall, uno de los autores del libro en el que se inspiró la película, y ahora convertida en un museo de la Bounty. Si tenemos calor lo mejor es parar en las Tres Cascadas de Faarumai, un conjunto de tres altos saltos de agua al fondo de un valle en el que Tahití nos mostrará su cara más fresca. Y siguiendo hacia el sudeste de la isla nos encontramos con la península de Tahiti Iti, la hermana pequeña de la ínsula. Al final de la carretera llegaremos a la tranquila población de Tautira con su pasado español gracias a la llegada del explorador Domingo de Bonechea, que murió aquí en 1775. De regreso a la capital, podemos aprovechar la noche para asistir a un banquete tradicional amenizado con danzas polinesias, un espectáculo que no olvidaremos jamás por la sutileza de los movimientos de las bailarinas.
MOOREA
Si el ajetreo de Pape ete nos cansa, fcilmente podemos tomar un ferry en su puerto y partir hacia Moorea, la tranquila isla que se encuentra a solo 17 kilómetros al oeste de Tahití. Sus altas montañas, quebradas y entrecortadas por la erosión pero cubiertas de un verde exuberante, le dan un aire exótico que enamora a primera vista. Su pico principal es el monte Tohivea cuya cima se levanta hasta los 1.207 metros y da sombra a los campos de piñas que se cultivan en los valles centrales de la isla. Podemos explorar los campos a pie o tomar uno de los tours en jeep que circulan por el interior de la isla y que nos llevarán también a una granja de cultivo de vainilla y a uno de los lugares más emblemáticos de Moorea, el Belvedere. Como su nombre indica, se trata de un mirador con una de las vistas más fabulosas de toda polinesia: desde aquí podremos ver las bahías de Opunohu y de Cook, un par de hondas entradas de agua que penetran paralelas en la isla por el norte y que dejan, entre ellas, una península coronada por la silueta del monte Rotui, muy conocida porque es el símbolo de la marca de zumos más famosa de las islas.
BORA BORA
El paradigma de isla de la polinesia, con sus montañas centrales levantándose como pináculos verdes sobre una laguna de azul turquesa rodeada de isletas en las que rompen las olas es Bora Bora. Aquí llegaron los americanos después del ataque a Pearl Harbor buscando un sitio en el que resistir una invasión japonesa, pero los nipones nunca llegaron y los soldados americanos pudieron aprovechar el tiempo gozando de la playa, de la laguna y de los amores de las muchachas nativas. No es de extrañar que al regresar a casa recordaran a la isla como un paraíso, y aquí fue donde en los años sesenta nació el primer hotel del mundo con bungalows sobre el mar. Desde entonces, las habitaciones sobre pala tos se han convertido en una de las mayores atracciones de la polinesia, y es aquí en Bora Bora, por encima de las aguas transparentes que dejan entrever los peces de colores nadando entre corales, a la sombra de las altas montañas, donde podremos atisbar ese paraíso tropical con el que todos soñamos alguna vez.
RAIATEA
La isla más sagrada de toda la Polinesia Francesa, sin embargo, es Raiatea. En su costa oriental encontraremos la razón: el famoso marae de Taputapuatea. Este conjunto de varios templos antiguos fue incluido en el listado de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2017 por su importancia en los ritos antiguos polinesios. Desde aquí partieron las embarcaciones de los antiguos navegantes que llegaron hasta las Islas Cook, Hawái y Nueva Zelanda y que ayudaron al pueblo polinesio a extenderse por todo el Océano Pacífico hasta colonizar toda la extensión del llamado Triángulo de la Polinesia que tiene como vértices la Isla de Pascua, Nueva Zelanda y Hawái.
Si nos gusta la naturaleza tenemos la mejor de las excusas para explorar el interior de la isla de Raiatea, un altiplano montañoso y salvaje que esconde una de las flores más raras del mundo. Se trata de la tiare ‘Apetahi (Apetahia raiateensis), una flor con sus cinco pétalos blancos dispuestos a un solo lado de manera que parecen los cinco dedos de una mano. Solo quedan sesenta arbustos de esta especie en peligro de extinción, pero la flor es tan bella que ha sido adoptada como el símbolo de la isla.
HUAHINE
Dicen que la silueta de esta isla recuerda la figura recostada de una mujer. Ya sea por esta semejanza o porque fue su última reina quien luchó por la independencia de la isla hasta 1895, Huahine es llamada la Isla de las Mujeres. Poco visitada por los turistas, en ella no encontraremos los grandes hoteles y resorts que abundan en otras islas, pero sí el encanto de ver conservadas gran parte de las tradiciones polinesias entre sus gentes. Una de ellas es la única trampa para peces que queda en todas las islas: se trata de un conjunto de muros de piedra construidos en zigzag en el lecho de un brazo de mar que alimenta una laguna interior. Cuando la marea baja los peces que han subido con ella se quedan aprisionados por el laberinto de rocas y son así más fácilmente pescados por los vecinos del pueblo, que construyeron esta trampa hace siglos y siguen utilizándola.
Alrededor de la antigua capital de la isla, Maeva, encontraremos también la mayor agrupación de antiguos templos de toda la Polinesia Francesa: más de cien antiguos maraes de piedra recuerdan, en medio de la selva o junto a la laguna, que la antigua religión polinesia se mantuvo en la isla hasta 1915, cuando murió el último de los sacerdotes. Quizá se mantiene aún también en el respeto de los locales hacia unas morenas sagradas que habitan en la desembocadura de un riachuelo cercano. Aquí se agrupan más de una docena de estos largos peces de aspecto agresivo que, sin embargo, nadan tranquilamente entre los pies de los habitantes que vienen a alimentarlos cada día casi de la mano.
CÓMO LLEGAR
Air Tahiti Nui, la compañía local, tiene vuelos desde París (con escala en Los Angeles), Sídney (con escala en Auckland) y Tokio. También hay vuelos con Air France, French Bee, Hawaiian Airlines, United Airlines y LATAM Chile. Todas estas compañías vuelan hasta el Aeropuerto Internacional Faa’a de Pape’ete en Tahití. Desde París, hay que contar más de 18 horas de vuelo sin escalas incluidas. Desde Tahití podremos visitar las otras islas con vuelos en aviones de la compañía Air Tahiti. La isla de Moorea también es accesible desde el puerto de Pape’ete con dos compañías de ferry (Aremiti y Terevau).
Dónde dormir
TAHITI PEARL BEACH RESORT & SPA
Lafayette Beach PK7, 'Ārue, Tahití www.tahitipearlbeach.pf
MANAVA MOOREA RESORT Moorea-maiao, Moorea www.manavamoorearesort.com ROYAL HUAHINE
Fitii, Huahine Nui www.royalpolynesiahotel.com PENSION LES TROIS CASCADES Uturoa, Raiatea www.pensionles3cascades.com
Dónde comer
ROULOTTES DE PLACE VAI ETE Cuando anochece en Pape’ete la Place Vai’ete frente al puerto se llena de caravanas preparadas como cocinas ambulantes. En un ambiente distendido, familiar y fresco, podremos comer desde pizzas a crêpes pasando por algunos de los platos tradicionales tahitianos, como el poisson cru au lait de coco.
COOK CAFÉ MOOREA
Este café crepería está decorado como si fuera uno de los barcos en los que llegó el capitán Cook a las islas, y ofrece una larga carta de crêpes y galettes con ingredientes locales: la piña que aparece en mucho de ellos está cultivada en la misma isla.
BLOODY MARY S
El restaurante más conocido de Bora Bora es toda una institución desde que se fundara en 1979 y en él encontraremos tanto carnes y hamburguesas como especialidades de pescados sacados directamente de la laguna cercana.
Más información www.tahititourisme.com www.airtahitinui.com