Austria Imperial
Austria imperial
En el corazón del Tiról austríaco el esquí y el turismo romántico y cultural convierten a esta pequeña ciudad imperial en una auténtica joya.
De dimensiones reducidas pero muy reluciente, la historia de esta ciudad ha estado siempre ligada al Tirol. Su río, el Inn, es el nexo de unión entre el norte y el sur de Europa. Justo uno de los puentes que atraviesa dicho río, el Brücke, da nombre a la ciudad: Innsbruck. Desde el aire, la ciudad domina ambas orillas del Inn, poblando el valle más amplio y rico del Tirol. A pie de calle, la ciudad, medio cubierta por la bruma, parece mostrar su historia, ligada siempre al Tirol y a la casa de los Habsburgo.
Paseando por el casco antiguo
La ciudad no es demasiado grande, aquí el visitante tiene más la sensación de encontrarse en un pueblo al pie de los Alpes. El casco antiguo, situado al margen del río Inn y el eje formado por las calles Friedrich Strasse y María Theresien Strasse puede visitarse en unas pocas horas. Resulta imprescindible comprar la Innsbruck Card, que da acceso a la gran mayoría de monumentos, así como al uso del transporte público y algunos teleféricos municipales.
La plaza del Tejadillo de Oro revive épocas en las que los Habsburgo dominaban Austria, remodelando Innsbruck con esplendor y lujo. Maximiliano I convirtió la antigua residencia de los príncipes del Tirol en su propio palacio. Allí hizo construir un balcón, cubierto con tejas de cobre doradas, y varios relieves con motivos referentes a su vida y hazañas. El balcón, conocido por el Tejadillo de Oro, se encuentra situado en el inicio de la Friederich Strasse y es el principal reclamo turístico de la ciudad.
Desde la Torre de la ciudad, situada a escasos metros de este edi cio, se obtiene una buena panorámica de los tejados ciudad, la montaña de Bergisel y de Patscherkofel, el río Inn y la cordillera Nordkette, una vez superados los 133 escalones que llevan al mirador de la torre a 31 metros de altitud. En la Edad Media esta torre servía para avisar a los habitantes de posibles incendios o peligros, mientras que las plantas inferiores se utilizaban como prisión.
El Arco de Triunfo de Innsbruck, de inspiración romántica, está perfectamente integrado en el bullicio de una ciudad. Su construcción conmemora dos eventos importantes para María Teresa, uno feliz y otro trágico. La cara sur del monumento conserva los motivos dedicados a la boda de su hijo. La cara norte está cubierta de motivos de duelo en memoria a la repentina muerte del emperador Francisco I José von Lothringen, su marido, muerto durante la ceremonia.
El palacio de Ambras se alza en lo alto de la ciudad y permite imaginar cómo era la vida cotidiana de una familia real de antaño. El museo alberga utensilios curiosos que los duques traían de sus viajes. La Sala Española, profusamente decorada, es un espectáculo digno de admirar. Entre sus objetos es fácil encontrar abolladuras y otras huellas de combates en las armaduras del siglo XVI o intentar establecer parecidos entre los Habsburgo en la amplia galería de retratos.
La gastronomía tirolesa es contundente, pero también puede ser so sticada. Un buen lugar para probarla es el Restaurante Fischerhäusl en la calle Herrengasse 8. Destacan sus sopas, el schnitzel, los revueltos de patatas, cebolla y beicon, y los platos de carne como el cordon bleu ( lete empanado relleno de queso y jamón.
El tren de Stubaitalbahn es ideal para visitar el valle de Stubaital, pasando por los pueblos de Natters y Mutters hasta Fulpmes. Estas aldeas ya de por sí merecen la visita de un día, pero además, ofrecen la posibilidad de hacer rutas de senderismo. Es ideal la que va desde Telfes hasta Mutters pasando por Telfer Wiesen, un camino muy atractivo sin prácticamente desnivel y con posibilidad de subirse al tren en cualquiera de las parada.
Los mundos de Cristal de Swarovski
A tiro de piedra de la ciudad de Innsbruck, en medio de los Alpes, el visitante puede ingresar a un cristalino mundo de ensueño, de movimiento, de color y misterio. Este espacio produce una simbiosis entre el cristal y el arte y en él se exhiben fabulosas piezas de cristal, muchas de ellas inspiradas en obras de arte famosas como los relojes derretidos de Dalí. Se trata de una especie de museo dinámico que cuenta además con un teatro mecánico, un domo de cristal gigantesco y el caleidoscopio más grande del mundo llamado Cristaloscopio, además claro está, de una inmensa tienda en la que se pueden comprar cientos de objetos decorados con estos cristales. En este espacio, también se recoge la vida de la larga tradición de la familia Swarovski en la cristalería. El exterior del complejo cuenta con unos fabulosos jardines en los que se puede ver al Gigante, reconocido mundialmente como símbolo de la marca, un lago y una piscina espejo, cubierta de 800.000 cristales Swarovski que crean un efecto mágico de nubes.
Nordkette, la ciudad a pie de pistas.
Un novedoso funicular lleva al visitante del centro de Innsbruck, situado a 1.905 metros de altitud, a pie de pistas en tan solo 20 minutos. El periplo empieza con el funicular Hungerburgbahn, cuyas cuatro estaciones fueron proyectadas por la arquitecta Zaha Hadid (Bagdad, 1950) y abiertas en 2007. Congress Station; Loewenhaus; Alpenzoo, donde está el zoo
más alto del mundo, y Hungerburg, en lo alto, donde el premio Nobel de Física Victor Franz Hess tuvo su observatorio de rayos cósmicos en el periodo de entreguerras. Una vez allí nos encontraremos con 6 pistas, 15km esquiables, un snowpark y lo demás son rutas de esquí e itinerarios de freeride. Aunque no todo el mundo que sube lo hace para esquiar. Algunos se sienten atraídos por el teleférico, otros suben hasta aquí para
disfrutar del sol y de las espléndidas vistas de la ciudad. Un restaurante bien dotado en la cima, hace que el frío sea más llevadero. Para bajar esquiando desde la cima a través de la célebre y peligrosa pista Karrinne, es necesario tener más que un buen nivel de esquí.
Kühtai, la mejor nieve de Austria.
La estación de esquí de Kühtai se presta a los superlativos. Y es que Kühtai es la estación de esquí más alta de Austria, exceptuando claro está, los glaciares.
Además, es accesible desde la ciudad en un autobús público. Se trata de una estación familiar, provista de pistas especiales para los niños.
Cuenta con un dominio esquiable de 44 km de pistas, 7 km son pistas azules, 26 km rojas y 8km pistas negras.
En Kühtai también se puede practicar el esquí nocturno hasta mayo, todos los miércoles y los sábados de 19h a 22h.
Su diminuto pueblo, también alberga algunos alojamientos exclusivos, como el Mooshaus Winterresort, con su impresionante piscina exterior.
Con la llegada del verano y la oración de la rosa de los Alpes, Kühtai se convierte en un mar de ores y en un auténtico paraíso del senderismo.
Rutas kilométricas llevan por paisajes de alta montaña hasta más de 3.000 metros de altitud.