Las plantas de la Navidad
Como los turrones y los villancicos, las plantas de la Navidad también vuelven a nuestras casas un año más. Tal vez esta atípica Navidad 2020 nos veamos irremediablemente obligados a vivirla más en nuestros hogares que en las calles, en pequeñas reuniones en lugar de grandes celebraciones, todo es distinto y todavía no sabemos qué podremos hacer, qué no y con quién podremos pasar estos días, núcleos familiares, familia un poco más extensa, ¿podremos ver a los amigos?, ¿y nuestros mayores?, son muchos los interrogantes y parece como si también la Navidad este año estuviera en el aire. Por si acaso pongamos nuestras casas bonitas, con vida y por supuesto no deberían faltar las plantas, y ya puestos que sean plantas de Navidad.
El invierno no es sólo como pensamos árboles muertos sin hojas, falta de luz y noches eternas, la naturaleza nos regala algunas de las plantas más bellas del año para suplir la falta de color de esta estación; la poinsettia, el acebo, el muérdago, la rosa de Navidad, el cactus navideño, las nandinas, la estrella de caballero, la echeveria, el lirio de Argel o la campanilla de invierno están ahí para recordarnos que llegó la Navidad. El abeto es un capítulo especial, está ahí todos los días del año pero estos días se deja disfrazar o decorar, ustedes dirán.
POINSETTIA
La flor de Pascua o flor de Nadal originariamente de hábitat tropical se ha adaptado muy bien al frío de la vieja Europa. Originaria del sureste de México este arbusto caducifolio cuenta con más de 100 variedades y puede alcanzar hasta 2 metros de altura. Almería es “la meca” de la poinsettia española donde empezó a cultivarse a principios de los años 80. Otras zonas de Andalucía principalmente, Cataluña, Murcia y Canarias también se prestan bien a su cultivo.
Sin duda es la planta navideña más popular que no falta estos días en los jardines de las ciudades, sus farolas, centros y locales comerciales, restaurantes y por supuesto hogares. Su tradicional color rojo intenso hoy día a sucumbido a la variedad de colores, a la bicoloridad, a los tonos jaspeados incluso a la purpurina dorada o plateada para intensificar lo navideño. Para gustos los colores.
Todos sabemos lo que cuesta mantenerla viva toda la Navidad, las calefacciones no son su mejor aliado por eso todos los años toca comprar una. Algunos consejos servirán para que su vida sea más placentera: una temperatura media de 15-20 ºc, una humedad ambiental elevada, mucha luz mientras las hojas estén “rojas”, 2 riegos semanales por abajo, es decir el agua se le pone en el plato, se deja 15 minutos y se retira el sobrante. Tal vez este año llegue saludable al 6 de enero.
ACEBO
Es un arbusto bellísimo de hojas verdes y puntiagudas con unas “bolitas” de un rojo intenso, sus frutos, que a finales del otoño alcanzan su máximo esplendor y que por sí mismo y sin más adorno representa la Navidad. Es un planta muy protegida cuyas podas han de ser controladas, autorizadas y supervisadas, todo esto determina su comercialización y por ello los acebos que compramos son expresamente cultivados en maceta o pequeños esquejes de acebo. Cortar una rama es casi un delito.
Si os gustan las plantas no podéis dejar de visitar un acebal, auténtico bosque de la Navidad. En España tenemos numerosos acebales, especialmente en Soria, La Rioja o Cantabria. Hace unos años visité varios acebales en las Tierras Altas de Soria, la experiencia fue increíble, nunca imaginé esas masas inmensas de acebo que crecen de forma laberíntica formando bóvedas, oscuridad casi total a ras de suelo por la densidad de las partes más altas. Impresionante. Animales como corzos, jabalíes y aves se refugian en estos bosques en los durísimos inviernos sorianos.
Los Acebales de Garagüeta, Oncala, Castilfrío de la Sierra o Las Aldehuelas bien valen una visita a Soria este puente de diciembre, además del 6 al 8 de diciembre tiene lugar la Feria del Acebo de Oncala.
También el Acebal de Abiada en Cantabria o el de Valgañón en La Rioja nos invitan a descubrir este arbusto que simboliza como ninguno la Navidad.
MUERDAGO
Esta planta navideña es realmente una planta parásito que vive en otras especies más leñosas, como en las ramas de encinas, pinos o robles. A simple vista parece una madeja de tallos, ramas cortas que se bifurcan adoptando formas redondas de color verde pálido y cuyos frutos son bolitas rojas o blancas. Podría confundirse con el acebo pero si las pones juntas las diferencias son evidentes.
Es una planta con mucha simbología que se comercializa en ramitas pequeñas y se asocia a la buena suerte y además hay que regalar, no comprar para uno mismo. Es tradicional regalarla a principios de diciembre y el día 13, Santa Lucía se debe quemar el muérdago del año anterior que se ha tenido durante todo el año cerca de la puerta de entrada de la casa o una ventana y cuya función es la de eliminar los males acumulados y retenidos por la planta a lo largo del año vencido, y vuelta a empezar con el nuevo.
Los americanos ya sabemos que el muérdago lo asocian al enamoramiento y a su duración y como nosotros rápidamente adaptamos sus costumbres pues en ello andamos ahora mismo.
A modo de curiosidad deciros que son muchas las propiedades medicinales de esta planta tomada en infusión, es óptima para la retención de líquidos, los cálculos en la vesícula y los cólicos renales.
No hay que ir muy lejos para verla, en la Sierra de Guadarrama de Madrid en los bosques de pinos carrascos es fácil encontrarlo.
ROSA DE NAVIDAD
No tan conocida como las anteriores es originaria de Europa y Asia Menor. Las más comunes son las de pétalos blancos, florecen en invierno y por tanto soportan temperaturas gélidas. Son bastante comunes en las zonas montañosas, necesitan muchísima luz y aunque parezca increíble pueden llegar a alcanzar hasta 50 m de altura. La cantidad de flores que tenga la planta, así como su tamaño dependerá de la luz que reciba. Existe una leyenda o cuento de Navidad que se refiere al origen de la planta y a cómo brotó la flor sobre la nieve producto de las lágrimas de una niña o pastorcilla que no pudo obsequiar al Niño Jesús recién nacido en Belén.
ABETO
Por último pero sin duda el protagonista más destacado de la Navidad.
Cuando el abeto entra en casa ya es Navidad. Su elección es sin duda la que más cuesta buscando la perfección, un tamaño acorde al lugar de su ubicación, su estado de salud, que no suelte agujas, que tenga un color verde lo más perfecto posible.
Los más afortunados, tienen terraza o jardín, lo mantenemos años, es uno más en la familia al que cuidamos todo el año.
Se habla de hasta 55 especies de este árbol, aunque nos parezca mentira, y crece principalmente en los bosques de coníferas de Asia Central y Oriental, en el centro y sur de Europa y Norteamérica.
Lo normal es que midan entre 10 y 80 m y pueden vivir la friolera de 500 o 600 años.
El tronco ha de ser recto y cilíndrico y puede llegar a tener 2 m de diámetro. Es una planta muy muy fuerte y resistente que soporta bastante bien el frío.
Una apreciación muy importante es que un abeto no es sinónimo de pino. El pino tiene las hojas juntas de 2 en 2, mientras las del abeto crecen solitarias. El pino tiene la corteza rugosa y parda y el abeto la tiene clara y prácticamente lisa.
Son numerosos los tipos de abeto, no pretendemos dar un curso de botánica pero sí mencionar tal vez los más destacados. El más identificado con la Navidad es el abeto de Normandía o del Cáucaso, soporta muchísimo frío y puede alcanzar hasta los 60 m; el abeto blanco es típico de Europa Central y puede alcanzar también los 60 m y vivir hasta los 300 años; el abeto noble es el más común en los estados norteamericanos de Washington y Oregon y puede alcanzar los 90 m; por último el abeto gigante del oeste de los Estados Unidos puede alcanzar hasta 100 m en este entorno mientras que en Europa no alcanzaría más de 50 m. Nuestro árbol será modesto pero en él depositaremos los mejores deseos para el próximo año, lo decoraremos con las mejores galas que encontremos y nos gusten, lo cuidaremos como nos cuidamos los que nos queremos y cuando lo miremos recordaremos a los que este terrible año hemos perdido y que pese a no estar sentimos más que nunca.