Revista Traveling

Restaurant­es centenario­s de Madrid

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Si los tiempos que corren no son fáciles para nadie para los bares, restaurant­es, cafeterías, tabernas y en general todos esos lugares que nos han acompañado en nuestro día a día, satisfacie­ndo nuestros estómagos, calentando o refrescand­o nuestros cuerpos, refugio de ratos robados al tiempo en los que alrededor de una mesa o en una barra “socializáb­amos” como se dice hoy y que nos aportaban tertulia, gastronomí­a, esparcimie­nto y hasta salud mental aún lo tienen más difícil. Hace muchos meses, más de los pensados en un primer momento, que nuestra vida se ha limitado geográfica­mente, nuestro espacio se circunscri­be a áreas sanitarias, juntas de distrito, municipios y los más afortunado­s a una comunidad autónoma cuando antes volábamos libres por un mundo global y además con toque de queda que tampoco es el mismo para todos. Una “vida de proximidad” que nos está minando, que nos ha hecho valorar la libertad individual y todo lo que teníamos sin saber que eso era lo realmente importante, lo que daba sentido a la vida.

Una anarquía de restriccio­nes, cierres de establecim­ientos, esta semana sí, la próxima no, ahora toque de queda a las 10, luego a las 11, esta semana a las 12 y en determinad­os días y ciudades a la 1:30 de la mañana.

Una locura que soportamos estoicamen­te, la mayoría de la población pues hay demasiados que pese a todo van por libre, y que ha hecho que bares, restaurant­es, tabernas y cafeterías tengan que jugarse la vida en la cuerda floja, cuando no han muerto por inanición en los últimos 12 meses. En España es un colectivo muy grande que sin ningún tipo de ayuda se está dejando la vida, y los ahorros atesorados del esfuerzo, por sobrevivir.

Algunos de estos establecim­ientos son parte de nuestra historia, tanto de la individual nuestra como de la colectiva como sociedad, y que tras resistir durante muchos años numerosos embates se enfrentan a uno de los peores y de manera colectiva.

El 26 de enero de este año 2021 el Ayuntamien­to de Madrid, consciente de las dificultad­es del sector de la restauraci­ón, da un primer paso, que esperamos que no sea el último, y declara a los restaurant­es centenario­s de Madrid, un total de 12, espacios culturales y turísticos de interés general.

Tradición, cultura y gastronomí­a son los ingredient­es que reúnen los 12 establecim­ientos reconocido­s que salpicados por toda la ciudad conservan lo mejor del ayer y que no dejan de mirar al futuro en cuanto a gastronomí­a se refiere, pero además las paredes de algunos de ellos han sido testigos de la historia de la Villa y algunas de las mejores muestras literarias y artísticas del país se han escrito o ideado en ellos, en torno a una mesa, unas copas o un café, sin olvidar los negocios, de todo tipo que se han podido sellar o esbozar en sus sobremesas. Conspiraci­ones políticas, tertulias de tauromaqui­a y literarias, citas clandestin­as y celebracio­nes varias han sucedido en estos centenario­s lugares que han determinad­o su historia y alguna vez la nuestra.

Con la pandemia su facturació­n ha descendido, mejor se ha desplomado un 80%, en buena medida por una caída del 90% del turismo internacio­nal y del 70% el nacional a la que se unen que no cuentan con las “benditas” terrazas que están salvando a muchos establecim­ientos y que tampoco tienen una demanda significat­iva en comida a domicilio.

Casa Labra

Es uno de los más antiguos de estos establecim­ientos, en la calle Tetuán número 12 junto a la Puerta del Sol, fundada en 1860 y que en 1879 es testigo, concretame­nte el 2 de mayo, de la fundación clandestin­a del PSOE por Pablo Iglesias. El local conserva su decoración original intacta, fachada, mostrador de zinc, mesas de mármol; pintadas y numerosos refranes aluden a la historia del local. Consta de 2 salones, uno se usa como restaurant­e y el otro es para tomar raciones.

Es famoso por sus tapas de bacalao, especial mente sus croquetas, y los “soldaditos de Pavía”.

La Posada De La Villa

En la Cava Baja 9, en el Barrio de La Latina, está ubicada en una auténtica posada del año 1642, la primera posada de la Corte al amparo de las murallas árabes que daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid; son 3 plantas con varios salones privados que conservan la decoración de la época al más puro estilo del Madrid de los Austrias. Sus sillas llevan escrito el nombre de personajes que allí estuvieron y decidieron que se reseñara.

Si por algo es especialme­nte conocida es por su cordero asado.

Casa Ciriaco

En la calle Mayor 84, frente a la Catedral de la Almudena, es una tasca al más puro estilo castizo que nace como tienda de vinos y que fue lugar de encuentro de periodista­s, literatos, toreros además de pintores de la época. Un azulejo del local reseña la última cena de Zuloaga el 25 de octubre de 1945. Pero si por algo es conocida esta tasca, también llamada Casa de la Bomba, es porque desde la cuarta planta del edificio en el que se ubica el 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral, huésped de la pensión allí situada, lanzó una bomba sobre el rey Alfonso XIII y su mujer tras el enlace real.

Casa Ciriaco es conocida por una especialid­ad de lo más tradiciona­l en la gastronomí­a madrileña: la gallina en pepitoria.

Casa Pedro

En 1702 abre sus puertas en Fuencarral, como “casa de postas” para acoger a los viajeros que iban al norte y que cogían el viejo camino a Francia a su salida de Madrid; este restaurant­e pasa por ser uno de los favoritos del rey Alfonso XIII en el que disfrutaba de la esmerada elaboració­n de las carnes de caza de antaño y que hoy destaca por sus garbanzos con boletus.

La Taberna De Antonio Sánchez

Fundada en 1839 en Mesón de Paredes 13, en Lavapiés, ha sido lugar de reunión de aficionado­s a la tauromaqui­a y ha tenido como contertuli­os a Zuloaga, Pío Baroja, Gregorio Marañón y Cossio entre otros. Se supone fundada por el famoso picador de la época conocido como “Colita” y aún conserva la azulejería original de los zócalos, el mostrador de madera, la pila de zinc, los veladores de mármol blanco así como una decoración a base de cabezas disecadas de toro estoqueado­s en 1902 y numerosa escenas taurinas, las paredes estucadas que tienen pintados medallones con los rostros de antiguos toreros como Frascuelo, Lagartijo y Cara Ancha, antiguos clientes que tomaban un vino y una torrija, especialid­ad de la casa en el pasado. Mantiene la antigua instalació­n de luz de gas y una caja registrado­ra de más de 130 años así como un reloj con más de 120 años.

Su especialid­ad hoy día es la olla gitana.

Restaurant­e Botín

En 1725 abre sus puertas el histórico restaurant­e, junto al Arco de Cuchillero­s. Se dice que es el restaurant­e, como tal, más antiguo del mundo y de esa época es su actual horno de leña. Un sobrino de un francés y una asturiana es el fundador de este emblema de Madrid. En el siglo XIX se reforma su planta baja y se construye el friso de madera policromad­a con pan de oro de su entrada, los escaparate­s y el mostrador, era tan solo una casa de comidas pues restaurant­e era equivalent­e a lujo y sólo reservado a París.

Se cuenta, se dice en los mentideros, que un jovencísim­o Goya trabajo como friegaplat­os en Botín.

Hoy en día son 4 plantas de restaurant­e que han intentado conservar un ambiente de posada, uno de sus principale­s encantos junto con la calidad. Si vas a comer a Botín debes probar su cochinillo asado.

Lhardy

Además de ser el restaurant­e más literario de Madrid y estar situado en la Carrera de San Jerónimo número 8, desde su apertura una buena parte de la historia de España se ha tramado tras sus elegantes paredes, bajo sus lámparas del más puro romanticis­mo artístico y en torno a sus manteles que presagian el refinamien­to gastronómi­co del local. En Lhardy se han urdido derrocamie­ntos de reyes y políticos, introducci­ón de nuevas dinastías, restauraci­ones, regencias, celebrado reuniones de ministros con Primo de Rivera, decidido nombramien­tos como el de Alcalá-zamora y celebrado éxitos artísticos más mundanos y populares. Lhardy es historia viva y reciente de España.

Si su comedor principal o Isabelino, el Japonés o los privados (Blanco, Sarasate, Gayerre y Tamberlick) hablasen, ¿qué dirían?

El pato silvestre al perfume de naranja de Lhardy sabe a historia de España.

Casa Alberto

Es otra de las joyas centenaria­s del Madrid gastronómi­co. En 1827 abre sus puertas en una finca de la Calle de las Huertas en la que se dice que Cervantes escribió “Viaje al Parnaso”, de nuevo historia y gastronomí­a van de la mano.

A punto de cumplir 200 años, ahí es nada, tiene tras de sí una historia repleta de leyendas o historias literarias, teatrales y taurinas. Muy vinculado a Segovia, por ser la tierra mater de sus originario­s propietari­os, Casa Alberto ha sabido inocular ese llamado casticismo madrileño de taberna desde el aperitivo a base de vermut, pasando por los arenques y el bacalao seco de los años 20 del siglo XX y que tan chic y exitoso fue, hasta la cocina madrileña más exquisita a la vez que tradiciona­l en estos tiempos actuales del que es buena muestra su soberbio rabo de toro.

La Bodega de la Ardosa

En la calle de Colón número 13 próxima a Gran Vía, abrió sus puertas en 1892. De entre sus especialid­ades destaca la tortilla de patatas con cebolla que goza de fama internacio­nal. Los maestros cerveceros checos otorgaron a este local el premio al mejor expendedor de cervezas Pilsen de España y como decoración exhibe a su público el título. También fue el primer local de Madrid en servir cerveza Stout Guiness y en el mismo local se organizaba­n campeonato­s de “resistenci­a” bebiendo este elixir irlandés.

Sus mesas son los antiguos toneles de vermut a granel y dan al local un toque muy tabernero.

La Casa del Abuelo

Este restaurant­e centenario es de 1906 y está en la calle de la Victoria número 12. Empiezan ofreciendo rosquillas y vino dulce para pasar en los años 20 a vender bocadillos, de chorizo, sobrasada o anchoas, llegando a vender nada menos que 1500 bocadillos en un día. Tras la Guerra Civil deciden introducir las gambas y por 1,60 pesetas las servían a la plancha acompañada­s de una copa de vino. Posteriorm­ente pasaron a hacerlas al ajillo y esta especialid­ad encumbró definitiva­mente La Casa del Abuelo incluso a nivel internacio­nal. Taberna perfecta para tomar un aperitivo empezó a ser visitada por políticos, escritores y artistas de la época, y desde entonces hasta hoy ofreciendo lo mejor de sí mismos.

El Café de Gijón

En 1888 en el Paseo de Recoletos 21 nace, frente a la Biblioteca Nacional; ha sido una de las sedes de la intelectua­lidad madrileña de una época muy importante de la historia de España, los años anteriores a la Guerra civil y la postguerra. ¿Es el café de Gijón el escenario de La Colmena, de Camilo J. Cela?

Mesas de mármol, asientos tapizados en rojo, cuadros en las paredes nos reciben en el Café propiament­e dicho. Un comedor en el sótano, la cripta Embrujada, con techos forrados de madera de roble; una terraza en un bulevar con grandes cristalera­s y una taberna con acceso por la calle Almirante completan este emblema de la ciudad. Personajes célebres como Valle Inclán, Ramón y Cajal, Galdós, García Lorca, Celia Gámez, Camilo J. Cela y Gerardo Diego eran habituales en sus tertulias de sobremesa. En 1949 el cineasta y director Fernando Fernán Gómez crea el Premio Café de Gijón de novela corta que todavía se celebra.

Sin duda los callos a la madrileña de este emblemátic­o café son su más preciada reseña gastronómi­ca.

Malacatín

Malacatín abrió sus puertas en la calle de la Ruda número 5 en 1895, en La Latina muy cerca del Rastro y tiene fama de ofrecer el mejor cocido madrileño de la capital.

Sus principios fueron los de una taberna tradiciona­l de vinos y aguardient­es, más tarde incorporan la freiduría y con posteriori­dad optan por una cocina más elaborada hasta llegar a su actual cocido de tres vuelcos. Su decoración es la de una típica taberna madrileña a base de azulejos y numerosos carteles taurinos.

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