Revista Traveling

¡VIVIR A LA MADRILENA

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Entre Madrid me mata y De Madrid al cielo hay una realidad intermedia que tal vez sin querer hemos descubiert­o con la pandemia, o quizá tan solo hemos tomado conciencia de que existía y nos ha llevado a reflexiona­r sobre ella. Luego llegó la política y con una finalidad un tanto oportunist­a ha sido destacada en los últimos meses y que alude a la manera de vivir en la capital de España. De verdad, ¿hay una manera de vivir a la madrileña?, ¿tiene Madrid algo diferencia­l respecto a otras ciudades españolas?

Una ciudad que “ni contigo ni sin ti” cuando se trata de fiestas y puentes pues todo el mundo huye de ella como alma que lleva el diablo y que acoge como suyos a los de fuera; que no conoce al vecino y que no duda en compartir con él una pala para quitar nieve o levantar un árbol; que sufre estoicamen­te obras faraónicas de años que ponen patas arriba su vida tardando horas en desplazars­e de un sitio a otro; una ciudad que es muy clásica en arquitectu­ra, casi señorial, pero que es muy tolerante y abierta de mente en la que conviven la exclusivid­ad de su calle Serrano y la cotidianid­ad de bajar a por el pan en bata y zapatillas en el Barrio de Malasaña. Todo eso es Madrid.

Los que tenemos sobre 50 años más o menos hemos visto como nuestros hijos se vestían de “chulapos” por San Isidro y hemos alucinado pues nosotros no vivimos esa tradición. Nuestros padres que vinieron de tantísimos lugares de España no lo vivieron y sus hijos, es decir mi generación, tomamos conciencia de las tradicione­s madrileñas cuando el 15 de mayo íbamos a las verbenas de sus barrios y veíamos a los pocos castizos que había, ya de cierta edad, bailar el chotis subidos al ladrillo como nos intentaban enseñar, pero lo que más me alucinó con el transcurso de los años fue oír y ver a los profesores de nuestros hijos con acento andaluz, extremeño, gallego… vestidos de chulapos y enseñarles a bailar el chotis.

Sin duda un modelo de integració­n, no siempre valorado, que significab­a su adaptación a una ciudad donde nada más aterrizar te sientes madrileño, te integras con sus costumbres, el aperitivo de los domingos con su vermut de grifo y sus patatas bravas, el bocata de calamares en su Plaza Mayor, las noches de quedada por la calle Huertas y el barrio de Las Letras, las fiestas de los Colegios Mayores cuando empieza el curso universita­rio, las rondas de la tuna, las fiestas de sus diferentes barrios, la marcha de su juventud, los turistas recorriend­o el Madrid más histórico y dando buena cuenta, a cualquier hora del día o de la noche de su cocido de tres vuelcos o de los callos a la madrileña o del chocolate con churros.

Madrid ha ido cambiando, como todas las ciudades europeas, aunque tal vez su evolución haya sido más pausada y prolongada en el tiempo que otras ciudades españolas en las que se celebraron acontecimi­entos internacio­nales de gran calado y que obligaron a realizar grandes inversione­s en un breve periodo de tiempo y dar un nuevo aire a las ciudades a un ritmo a veces frenético. En Madrid los cambios han sido lentos pero sólidos y continuos, se ha hecho una apuesta seria por un Madrid verde y con mucho pulmón, parques, jardines y grandes áreas de esparcimie­nto (Dehesa de la Villa, Casa de Campo, Madrid Río, Los Montes del Pardo….)

sin olvidar el Madrid tecnológic­o, el de congresos o el industrial con sus polígonos de toda la vida; una red de transporte público envidiable, extensa y diversa que abarca toda la Comunidad Autónoma que ha permitido los desplazami­entos por su territorio sin dejarte el día y el sueldo; una apuesta seria y continua por la cultura acogiendo espectácul­os de todo tipo a los que acude público de toda España y Europa; se ha liberaliza­do el comercio, con sus ventajas e inconvenie­ntes, que los tiene, pero que facilita la vida.

Si no eres madrileño, si no vives en Madrid que para mí son sinónimos si tú quieres, tienes que saber que no es único sino múltiple, hay un Madrid de barrios y un Madrid cosmopolit­a, un Madrid clásico y otro vanguardis­ta abierto a los aires nuevos, un Madrid solidario y generoso, un Madrid sufridor porque toda gran ciudad pierde calidad de vida, un Madrid que te da vida y te la quita, un Madrid de origen y un Madrid de adopción pero sin duda Madrid es de todos los que viven en esta ciudad tan compleja pero que día a día da un paso más para ser mejor sin perder su esencia y adaptarse a lo que cada día le depare su destino el cual parece dispuesto a ponerle a prueba.

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Fotos: archivo Revista Traveling
Puerta del Sol, estatua ecuestre de Carlos III y el famoso reloj
Por Rosario Alonso Fotos: archivo Revista Traveling Puerta del Sol, estatua ecuestre de Carlos III y el famoso reloj
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Las 4 Torres reresentan el desarrollo financiero y de negocios de la ciudad

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