Bejar Cordoba Lucena Lorca
En Córdoba, su judería ha conservado su trazado típico, y en la calle Judíos, blanca y muy estrecha, que discurre como una delgada línea en el tupido entramado urbano, está su sinagoga, y en la plaza de Tiberiades se erige la estatua dedicada a Moises Ben Maimon, Maimónides, probablemente la figura hebrea más importante nacida en la Península Ibérica. Imprescindible también es la Casa de Sefarad en la confluencia de la Calle Judíos con la calle Averroes.
A Lucena, la antigua Eliossana, le adorna con justicia el sobrenombre de “Perla de Sefarad”: a su rico patrimonio árabe y cristiano se suma el judío, con la necrópolis, la más grande de Europa, como icono más importante, y la iglesia de San Mateo, el único recinto sacro en el interior de la medina que fue mezquita en el periodo de dominio almohade después de haber cumplido las funciones de sinagoga.
En Lorca, unas excavaciones arqueológicas en el Castillo de la ciudad permitieron descubrir los restos de gran parte de su judería, que se encontraba en el interior del recinto amurallado, y que hoy forman el Parque Arqueológico del Castillo y Sinagoga, situado justo bajo la Torre Alfonsina, uno de los símbolos de la ciudad.
En Béjar, hubo presencia de sefardíes de forma permanente durante al menos tres siglos. Una gran lápida sepulcral de granito con caracteres en hebreo datada en el siglo XIII es considerada la primera prueba física de la existencia de una comunidad judía en la población. Los expertos sitúan actualmente el barrio judío de Béjar en la zona conocida como Barrio Nuevo, pero la joya de la judería de Béjar es el Museo Judío David Melul, en una casa solariega del siglo XV, en en centro de la localidad, y que en sus tres plantas alberga una interesantísima colección sobre la vida de la España sefardí.